La figura de José María Enríquez Negreira revoloteó por el Camp Nou más allá del 2018. Para ello hay que retrotraerse al año 2020, temporada en la que el Real Madrid de Zinedine Zidane gana la Liga de la pandemia con algunas dosis de polémica por las actuaciones del VAR en momentos puntuales. El nuevo sistema, que ya llevaba un año en curso, sirvió al ex vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros como excusa para acercarse de nuevo al FC Barcelona. Pese a llevar en aquel momento dos años alejado de la estructura arbitral, el ex colegiado, burofaxes amenazantes mediante, contactó con la cúpula del club para ofrecer sus servicios de nuevo: “Puedo ayudaros con el VAR”.

Tras una “relación mercantil” de más de 17 años, que reportó a Enríquez Negreira un total de 6,6 millones de euros, el ex número dos de Victoriano Sánchez Arminio en el CTA contactó con la directiva del FC Barcelona después de su cese como vicepresidente de los árbitros en 2018, con la llegada del nuevo equipo de Luis Rubiales a la RFEF, y de varios burofaxes y escritos amenazantes para evitar que se cortara el vínculo.

Dos años después de su adiós como colaborador del FC Barcelona y de la cúpula del estamento arbitral, probó de nuevo. Se aproximó a las oficinas del club para ofrecer su “ayuda” con el VAR – el sistema de videoarbitraje implantado para ayudar a los árbitros en sus labores -. El Barça estaba inmerso -según lamentaban- en un maremágnum de polémicas arbitrales a costa de la nueva herramienta, pero tras el rosario de advertencias de Enríquez Negreira, obviaron su oferta.

El ex árbitro sugirió que podría tener cierta “mano con el VAR” y que con su consejo “os habría ido mejor” con el videoarbitraje en la temporada 19/20, que estaba a punto de acabar y que coronaría al Real Madrid como campeón de un curso no exento de controversias arbitrales. “Si os interesa, contactad”, estampó el ex número dos del CTA en una de estas comunicaciones con el club azulgrana.

La liga de la polémica

La toma de contacto, al contrario que durante su vínculo “mercantil”, fue escueta y el exárbitro no obtuvo respuesta, dado que tanto Bartomeu como si directiva decidieron cercenar la relación en 2018. La pandemia acechaba, en su pura efervescencia, llegando a interrumpir la Liga. La temporada se prolongó hasta julio, dejando al Madrid como campeón de la edición 19/20, segunda campaña con la tutela del VAR.

El sistema de videoarbitraje desató la histeria colectiva en la Ciudad Condal ya desde los comienzos de la temporada. Un gol del Valencia contra el Barça, previamente anulado por el colegiado por fuera de juego y concedido por el VAR, levantó ampollas entre el barcelonismo. Emergía Gerard Piqué como portavoz ante las injusticias que denunciaban desde la entidad culé.

La herramienta aún estaba en proceso de adaptación, al igual que los árbitros, que aún aprendían a hacer uso de ella. La totalidad de los equipos fueron víctimas de la incertidumbre que arrojaba un sistema que, a priori, facilitaba las labores arbitrales y liberar al fútbol de polémica. Utópica idea, por supuesto. Sin embargo, el ruido en Can Barça era cada vez mayor e incluso provocó que el relato señalara al Real Madrid de un Zinedine Zidane que, hastiado por los incesantes comentarios, espetó en rueda de prensa que “no ganamos por el VAR”. “Me cansa”, aseguró el laureado técnico francés.

Enríquez Negreira observó los acontecimientos desde la barrera, pero la bombilla se incendió de repente y surgió la ventana de oportunidad. Pero la situación económica del Barça por aquel entonces no era tan boyante como antaño. Los resultados deportivos sufrían debido a la escasa renovación de aquel equipo de leyenda de principios de la década pasada, la masa salarial estaba disparada, amén de los efectos de la pandemia. En este contexto, Bartomeu justificó la dubitativa trayectoria de su equipo en base al VAR: “No está dando la talla que todos queríamos. Desde que ha pasado el confinamiento, ha habido muchos partidos que no ha sido equitativo y parece que siempre favorece al mismo”.

Ante esto, Negreira ofreció de nuevos sus servicios, sugiriendo que aún tenía mano con el VAR. “Conmigo os habría ido mejor”, llegó a señalar. Sin embargo, los burofaxes y la actitud amenazante del excolaborador del Barcelona colmaron la paciencia de los dirigentes de la entidad, que calificaban ya como un “caradura” al que otrora pagaron con casi 7 millones de euros sus presuntos trabajos de “asesoría”.