“No sé si es política, no sé si es racismo. No me entra en la cabeza que alguien pueda hacer algo así”. De esta manera se expresa Emilia, todavía incrédula después de que el viernes pasado un grupo de radicales decidieran destrozar completamente su bar [Valencita], situado en Madrid, en concreto en la Avenida de Badajoz.

La noticia se viralizaba después de que una vecina del barrio denunciara estos hechos a través de Twitter. “Este es el Valencita, bar de mi barrio. Está en Avda de Badajoz 13. Habían vuelto a abrir con todo el esfuerzo. Hay quienes no lo quieren aquí porque los propietarios son rumanos. Esta noche han decidido visitarlos. Esto es el racismo. Esto es lo que provoca el discurso de Vox”, escribía Cristina Solano, añadiendo a este tuit (acumula más de 17.000 me gustas) dos imágenes del interior del negocio en el que se pueden ver los daños causados y un letrero que reza lo siguiente: “Iros a vuestro puto país”.

“No me entra en la cabeza que exista gente así”, lamenta Emilia, dueña del bar junto a su marido, a ElPlural.com. “De momento no sabemos nada, tiene que venir todavía la policía científica y el perito para calcular los costes”, añade, aunque vaticina que el montante final va a ser mucho más grande de lo que estimó el viernes 24 de julio cuando se encontró con el desastre.

Sobre la autoría de los hechos afirma que “no sabe nada” y evita asociarlo al discurso ultra de Vox, puesto que se define como una persona que no sabe de política, y que ni siquiera vota en su país. No obstante, subraya que en el vecindario “todo el mundo” sabía que eran rumanos y que desde que abrieron el negocio en diciembre del año pasado no habían tenido problemas, salvo alguna pequeña disputa con “algún vecino aburrido” y peleas verbales más asiduas con la portera del portal de al lado de su bar [el número 13] –una persona que el viernes fue sancionada por la policía por negarse a colaborar con los agentes para esclarecer los hechos-.

Asimismo, Emilia destaca a este medio que la puerta principal no fue forzada, con lo que los asaltantes “o tenían la llave o han entrado por el garaje [comunitario para los portales 11, 13 y 15]”. En este sentido, subraya que, dado todo lo que han robado los radicales, tenían que contar con una furgoneta o algún tipo de vehículo para transportarlo todo.

Emilia lleva viviendo en España 15 años. Su marido, también rumano, más de dos décadas, y se definen a sí mismos como “personas currantes” que decidieron abrir el bar “con dinero prestado” a modo de “negocio familiar” para “sobrevivir”. Sin embargo, la pandemia del coronavirus primero, y segundo y más importante, este ataque de los radicales, han truncado sus planes: “Lo estoy pasando fatal. No se lo deseo a nadie”.

La dueña se muestra dubitativa con su futuro a corto y medio plazo y solamente espera que el seguro cubra una gran parte de los daños ocasionados, “porque no solo son las cosas que se han llevado o las que se han roto”, sino que como consecuencia de estos actos en el almacén del bar se han derramado residuos tóxicos que solamente se solucionarán con una “reforma entera” del local. “Espero que si me ha pasado esto a mí, no le pase a nadie más”, se despide Emilia al otro lado del teléfono, aun sin dar crédito a todo lo que ha pasado.