El dueño de una de las funerarias de Calatayud (Zaragoza), Carlos L.P, profanó la tumba de un amigo, un año después de su muerte, para confirmar que había fallecido de verdad, pues su familia enterró el cuerpo sin hacer velatorio. El hombre, que hizo fotos en su comprobación y las remitió a un grupo de colegas, se ha sentado en el banquillo en un juicio celebrado este miércoles, tras ser acusado por los familiares.

José Luis J. S., vecino de Calatayud murió en febrero de 2015 a la edad de 45 años, pero sus amigos, entre los que se encontraba Carlos L. P, no dieron por verdaderamente la triste noticia e, incluso, comentaban que alguien le había visto en Zaragoza. Esta hipótesis se mantuvo durante todo un año y el acusado, dueño de una funeraria, decidió ir al cementerio, una noche de marzo de 2016, en compañía de otra persona, rompió la lápida y el ataúd y realizó fotografías de los restos para enviarlas a sus amigos.

Pensaron que había sido el viento

"Al día siguiente, un enterrador y uno de la funeraria encontraron la lápida rota. La conclusión a la que llegaron es que la habría tirado el viento. El caso es que mis padres se lo creyeron, no se plantearon nada más y el seguro repuso la lápida", explicó Elena J. S., hermana de José Luis, en declaraciones recogidas por el Heraldo de Aragón.

Se llevó un trozo de la lápida

Una mujer que está en el grupo de amigos y que recibió también las fotos contactó con un allegado de la familia del fallecido para contarle lo sucedido y le enseñó las fotos que le había pasado desde su móvil. Según aseguró esta persona, Carlos L.P. no contento con esto viajó hasta Zaragoza para reunirse con ella y mostrarle "como un trofeo" uno de los trozos de la lápida rota.

Los hechos fueron denunciados a la Policía, que hizo las comprobaciones oportunas en los móviles para comprobar que las fotos habían sido enviadas por Carlos L.P.  En mayo de 2016 el hombre fue detenido como presunto autor de la profanación de la tumba de su amigo.

"Mis padres se llevaron un enorme disgusto, ya que, además de sufrir por la muerte de su hijo, no entendían por qué habían profanado su sepulcro", cuenta Elena J. S., hermana del fallecido.