Nadie daba un duro por ellos antes de comenzar el torneo, pero lo han conseguido. En el camino han dejado a dos de las máximas favoritas al Oro, como Serbia y Australia. España alcanza la final del Mundial de China de la misma manera que en Japón en 2006: sudando sangre para derrotar a su rival y seguir haciendo historia.

Un partido que se ha puesto cuesta arriba desde prácticamente los primeros minutos. No iba a ser fácil. Delante estaba una de las aspirantes al trono Mundial - Australia -. Pero eso no ha sido un obstáculo para amedrentar a los de Scariolo, que han vuelto a poner sobre el parqué la ambición, el esfuerzo y el carácter ganador que siempre ha definido a este grupo.

El combinado nacional no tuvo el día en ataque. Costó perforar el aro rival, al igual que se convirtió en misión imposible cerrar el rebote defensivo, una tarea a analizar de cara a la finalísima ante el ganador del imprevisible Argentina-Francia.

Durante gran parte del encuentro, España ha estado a rebufo en el marcador, pasando de ocho a cuatro puntos de diferencia y viceversa. Nunca más lejos. Los de Scariolo hacían la goma, incapaces de consumar una remontada que, finalmente, acabaría llegando gracias a las innumerables toneladas de fe y pundonor que tiene este equipo.

En el último parcial del encuentro, parecía que sí, pero no llegaba. No terminaba de empatar el choque el combinado de Scariolo. Pero llegaría, forzando la primera prórroga de las dos que tuvo el encuentro.

En el ataque español comenzó a imperar la paciencia, se apretó en defensa – aunque no se consiguió corregir el error del rebote -. Pasaban los minutos. Partido empatado en el ocaso de la primera prórroga que estuvo muy cerca de suponer el final del encuentro si un triple a la desesperada de Ricky Rubio no hubiese recorrido todo el aro para ser escupido.

Marc y Llull

Pero en la segunda prórroga, España se pareció más a lo que fue contra Serbia y Polonia. Se hicieron fuertes en defensa, leyendo mejor las líneas de pases, protegiendo aro propio y, sobre todo, compartiendo el balón con fluidez en ataque, buscando siempre al jugador más liberado para un tiro limpio.

Aquí aparecieron Marc Gasol y Sergio Llull. En los momentos importantes se notan los grandes jugadores, esos a los que no les tiembla nunca la muñeca. Es el caso de estos dos jugadores. Sus triples y su determinación en el poste guiaron a España al resultado final (95-88), que podría leerse como un partido más tranquilo.