Montse García es pedagoga, ilustradora y asistente sexual. También forma parte del gabinete de comunicación de la organización Asistencia Sexual que busca visibilizar y normalizar esta práctica. Además, ha escrito el primer libro en España que trata la asistencia sexual a personas con discapacidadLa resurrección de las Monstruas. Asistencia Sexual, entre deseos y placeres. Por último, comparte su activismo a favor del "derecho al acceso al propio cuerpo" desde su perfil de Instagram (@mon.gsilva).

Pregunta (P): ¿Qué es ser asistente sexual?

Respuesta (R): Para mí, ser asistente sexual es un acompañamiento sexual a personas con diversidad funcional que por sus propios medios no pueden acceder a su propio cuerpo. Entonces, necesitan a esa tercera persona que sería el asistente, que en este caso es un apoyo humano para poder acceder a su propio placer y a su propia exploración corporal.

P: ¿Qué te empujó a querer ser asistente sexual?

R: Cuando estaba en la universidad y estaba estudiando Pedagogía, en una clase lo comentaron así por encima y me llamó la atención. Recuerdo que, cuando llegué a casa, empecé a investigar un poco. Vi los dos documentales que había en su momento: Vivir y otras ficciones y Yes, we fuck. Y empecé a leer acerca de Antonio Centeno y Soledad Arnau, que tenían diferentes artículos sobre el tema y me empezó a entrar un poquito de curiosidad. Un año después fue realmente cuando me decidí y puse un anuncio en la página de Centeno. Me motivó sobre todo una parte económica, que era un recurso más que podía tener, pero también el hecho más activista de luchar por los derechos sexuales de las personas con diversidad funcional.

P: ¿Tuviste miedo al principio o a la hora de contarlo a tu entorno?

R: Al principio no se lo conté a nadie. Sí tenía mis inseguridades y mis dudas, mis miedos en las primeras asistencias porque en el fondo me iba a casa de una persona que no conocía. Pero empecé a establecer como mis propios protocolos y no me veía con nadie cara a cara si no habíamos hecho, por ejemplo, una videollamada antes, o nos veíamos primero en un lugar público y nos íbamos a tomar un café. Así podíamos hablar un poco y acordar esos limites en la asistencia: qué era lo que quería la otra persona, qué era lo que ofrecía yo... Y al consensuarlo previamente iba mucho más tranquila.

Después, cuando lo empecé a comentar entre mis amistades, pareja y familia, me costó un poco el “qué pensarán” porque (la asistencia sexual) se asocia al estigma del trabajo sexual. Sobre todo había muchísima desinformación y en cuanto realmente expliqué qué hacía y qué no hacía, no me sentí para nada rechazada ni juzgada por mi entorno, que lo entendieron muy bien. Aparte me conocen, saben cómo soy, la curiosidad que tengo a nivel sexual y que siempre he sido súper abierta.

P: Los protocolos de seguridad que comentas, ¿es algo que hacen habitualmente otros asistentes sexuales?

R: La verdad es que no lo sé. Intenté el año pasado crear un grupo de asistentes sexuales, pero no tuvo mucho éxito. Me puse en contacto desde la plataforma de Antonio Centeno con el resto de personas que habían puesto un anuncio, pero la mayoría estaban inactivas o ya no trabajaban de esto, o no habían tenido muchos acompañamientos o no quisieron dar la cara y prefirieron no participar. Entonces, no sé cómo lo hacen el resto de asistentes, cómo funcionan, si tienen protocolos similares o no.

P: ¿Existe algún tipo de control en la página web de que esas personas solo vayan a hacer asistencia sexual? ¿Se puede controlar si alguien realiza otro tipo de actividades sexuales que podrían considerarse prostitución?

Si reconociéramos como figura profesional al asistente sexual que se encarga justo de esa área, sería una combinación muy interesante

R: No hay ningún control porque es una página web autogestionada por cada uno de los que anunciamos. En principio, si te lees en qué consiste se supone que ya participas porque quieres ese tipo de actividad. Si quieres ampliar con otras actividades sexuales… no hay ningún control porque de por sí la asistencia sexual no está regularizada, no existe como oficio o como profesión.

Si empezásemos a regular el oficio como está regulada la asistencia personal, ya que el asistente personal es una persona que acompaña en al ámbito de la higiene y de la alimentación en el día a día de las personas con diversidad funcional, siendo las manos de la otra persona quien los lava. Esta figura está reconocida y se encarga de todas las áreas menos a nivel sexual, entonces si reconociéramos como figura profesional al asistente sexual que se encarga justo de esa área, sería una combinación muy interesante.

P: Entonces entramos en una pequeña contradicción. Al no haber control en la página o en la organización, ¿podría estar promocionándose la prostitución?

R: Es que no se puede hacer ningún control porque no está regularizado y por eso dejamos muy claro en la página web las funciones, remarcando y visibilizando mucho la figura de la asistente sexual con esas funciones muy concreta y con ese rol muy distinto al de la prostitución. Igualmente, tampoco vamos en contra de la prostitución porque, para mí, son dos marcos distintos, pero bajo el mismo paraguas del trabajo sexual, pero dejando claro que son dos roles muy distintos. Por eso intentamos difundir al máximo cuáles son esas funciones tan concretas.

P: ¿Se ha dado el caso de que estés realizando una asistencia sexual y te hayan pedido ampliar la actividad pactada, poniéndote en una situación comprometida?

R: Alguna persona en concreto sí que ha consensuado primero lo que se iba a hacer y durante la asistencia ha preguntado por ampliar límites y yo he dicho que no, porque era lo que habíamos acordado. Y esa persona no ha insistido ni se ha creado una situación violenta o incómoda.

Considero un derecho el acceso al propio cuerpo, no al de otra persona

P: ¿Dónde se cruza la línea entre la asistencia sexual y la prostitución?

R: En la asistencia sexual yo no me desnudo. Ellos no acceden a mi propio cuerpo. No hay penetración. Ni sexo oral. Es distinto porque el objeto de deseo no soy yo. Lo que sirven son mis manos, que las utilizo para acompañar en la masturbación a la otra persona. Si tiene movilidad reducida y puede utilizar las manos, yo se las cojo para que explore su propio cuerpo. Y si hay movilidad muy reducida, es cuando lo hago yo directamente. Pero ahí está la diferencia: la asistencia sexual parte de la autoerótica, del acceso al cuerpo de uno mismo. Y en la prostitución, no. La asistencia la considero un derecho sexual de acceder al propio cuerpo. Yo si me quiero masturbar, puedo hacerlo por mis propios medios, pero otra persona con movilidad reducida, no. Considero un derecho el acceso al propio cuerpo, no al de otra persona.

P: Muchas personas discapacitadas han opinado que garantizar la asistencia sexual como un derecho es asumir que ellos no son capaces de conseguir relaciones íntimas por ellos mismos o de resultar atractivos para otras personas. ¿Desde tu experiencia, qué opinión tienes sobre que los discapacitados se posicionen en contra de la asistencia sexual?

R: En el fondo falta información y falta dar visibilidad sobre qué es dar la asistencia. Yo asisto a personas no porque no pudieran tener sexo con otras personas. Sí pueden tenerlo. Quizás en menor medida porque socialmente hay cuerpos que no entran en la norma del deseo y son rechazados. La asistencia sexual aborda a aquellas personas que no pueden acceder a su cuerpo cuando les apetece tocarse.

Por ejemplo, le doy asistencia a una chica que tiene pareja. Y cuando solicitó mi acompañamiento me explicó que su pareja también tenía una diversidad funcional severa, que él apenas podía tocarle y que cuando lo hacía, no le gustaba. Su pareja le preguntaba cómo tenía que hacerlo, pero como ella no era capaz de llegar, no sabía decirle qué le gustaba. Cuando me llamó me dijo que me necesitaba para explorar las zonas de su cuerpo que sí le gustaban y así poder comunicárselo a su pareja. 

Incluso desde servicios sociales se han puesto en contacto conmigo para pasarme algún caso

P: ¿Quién solicita más este tipo de servicios?

R: En cuanto al perfil de acompañante, sí que es verdad que solo me han solicitado servicios hombres de entre 30 a 60 años con diversidad física y algunos con diversidad intelectual. A excepción de esta mujer.

P: ¿Contactan ellos directamente o interviene un tercero?

Cuando son autónomos intervienen ellos. Sin embargo, si están en una residencia se han puesto en contacto conmigo los profesionales. También familiares. Incluso desde servicios sociales se han puesto en contacto conmigo para pasarme algún caso.

P: ¿Cómo estás segura de que aquellas personas que no pueden solicitarlo por ellos mismos quieren realmente el servicio?

R: Nunca he hecho un acompañamiento sin hablarlo con la persona. Es solo en el primer paso de comunicación donde interviene un familiar o un profesional. Siempre hay consentimiento y se aborda desde el minuto uno. Hay mucha comunicación para establecer vínculos en los que se sientan cómodos y seguros. Muchas veces he ido con miedo e inseguridad, sobre todo al principio cuando no conocía lo que era la asistencia, pero ellos también tienen esos miedo y esas inseguridades, ya que nos estamos adentrando a una parte muy íntima de las personas.