Cada 25 de noviembre se celebra el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, una convocatoria iniciada por el movimiento feminista latinoamericano en 1981. Pese a los indudables avances para erradicar esta lacra social, sigue siendo muy preocupante: una de cada tres mujeres se ve afectada por algún tipo de agresión machista.

Acabar con la violencia de género es un objetivo común que está calando cada vez más en la sociedad. Esto incluye también a las empresas, porque dar una oportunidad laboral a estas mujeres, las ayuda a normalizar su vida. Es el caso de CLECE, una compañía con presencia en todo el territorio nacional que presta servicios esenciales a los ciudadanos, en la que buena parte de sus trabajadores provienen de colectivos vulnerables porque promueven la inclusión laboral de personas en riesgo de exclusión social como las mujeres víctimas de la violencia de género.

"La experiencia es muy positiva, hemos visto en estas mujeres un nivel de compromiso más alto si cabe que cualquier otra persona"

Aunque no es un Centro Especial de Empleo, sí han ‘copiado’ su idea de las unidades de apoyo para estas trabajadoras en situación de extrema vulnerabilidad. “Incorporamos este servicio con el objetivo de acompañar a la plantilla que tiene más dificultades a la hora de reintegrarse laboralmente. Entendemos que, sobre todo las mujeres víctimas de la violencia de género, por su situación personal y social, necesitan ayuda no sólo para conseguir empleo, sino para luego mantenerlo”, nos explica Mercedes Ortega, psicóloga y responsable de la Unidad de Apoyo de CLECE. Su función es prestar, desde el proceso de selección, una atención directa e individualizada a las trabajadoras en función de sus necesidades.

La ayuda de la Unidad de Apoyo no es solo para temas laborales, se extiende también a sus circunstancias personales. “Intentamos ampliar sus redes de apoyo porque, en muchos casos, son mujeres que no tienen cerca a sus familiares o amistades. Las ayudamos con la vivienda, a gestionar ayudas económicas compatibles con el empleo y todo lo que pueda surgir”, resume Mercedes Ortega.

"Para ellas, tener un empleo estable es decisivo"

En este seguimiento colaboran también las entidades sociales y organismos públicos. El objetivo es siempre que estas mujeres puedan tener autonomía y que la experiencia laboral funcione para ambas partes. “Hemos visto en estas mujeres un nivel de compromiso más alto si cabe que cualquier otra persona. Para ellas, tener un empleo estable es decisivo para que puedan salir del círculo de la violencia y normalizar su vida”, concluye Mercedes Ortega.

“Tener un trabajo me ha dado seguridad y confianza en que puedo salir de esta situación. Ha mejorado mi autoestima, me siento segura, valorada y muy feliz de que me hayan dado esta oportunidad”, nos cuenta una mujer víctima de la violencia de género contratada por CLECE y a la que no identificamos por motivos de seguridad. Tiene dos hijos adolescentes y vive en este momento en un piso tutelado, aunque espera poder alquilar pronto su propia vivienda gracias a la independencia económica que le proporciona tener una nómina todos los meses.

"Ha mejorado mi autoestima, me siento segura, valorada y muy feliz de que me hayan dado esta oportunidad"

Nos explica que uno de los problemas con los que se encontró cuando escapó de los malos tratos fue la imposibilidad de trabajar al tener que ocuparse de sus hijos: “Al principio estuve en una casa de acogida con mis hijos y ellos no podían quedarse allí solos por lo que es muy difícil encontrar trabajo en estas circunstancias". La Unidad de Apoyo le ayudó a gestionar un piso tutelado y unos campamentos de verano para sus hijos, además recibió también ayuda psicológica a través de ‘Corazón y Manos’, una asociación sin ánimo de lucro formada por trabajadores de CLECE y que actúa en casos de emergencia social.

“Es la pescadilla que se muerde la cola. No pueden trabajar porque no pueden dejar solos a los niños y la manera de poder rehacer su vida y volver a una situación normal, digamos, es justamente trabajando”, nos cuenta Raquel Sánchez, técnico de Selección de CLECE. “Es una situación compleja. De hecho, nosotros intentamos buscar ocupaciones para los menores en colaboración con la administración y entidades sociales mientras sus madres trabajan”, añade.

Raquel Sánchez, al igual que nos comentaba Mercedes Ortega, considera que estas mujeres tienen un alto grado de motivación y compromiso con el trabajo. Hasta el momento no se ha encontrado con ningún caso en el que haya tenido que rechazar a una candidata. “Llegan a nosotros a través de las entidades sociales, cuando ya ha sido superado el proceso de violencia. Y lo que pretendemos es darles confianza, que vean que realmente lo que buscamos es ayudarlas y que ganamos ambas partes: nosotros buscamos un candidato y ellas buscan trabajo”.

“Siempre hay alguna posibilidad, deben tener confianza en que pueden crear una nueva vida, mejor que la anterior”

Hemos transmitido a estas tres mujeres la misma pregunta: ¿qué mensaje les gustaría lanzar en este Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer?, y las tres han coincidido en lo mismo, el de la esperanza. “Fuera de este infierno que están viviendo o han vivido hay salida”, enfatiza Mercedes Ortega. Por su parte, Raquel Sánchez recomienda a las mujeres que luchen por salir de esa situación: “Siempre hay alguna posibilidad, deben tener confianza en que pueden crear una nueva vida, mejor que la anterior”.

De eso sabe mucho la mujer con la que hemos hablado y que fue maltratada por su pareja. Ha podido construirse una nueva vida junto a sus hijos gracias a la oportunidad que, en su momento, le brindó CLECE. Para ella es fundamental que las mujeres que se vean envueltas en una situación similar no se callen. “Lo que parece inevitable, se puede evitar. Hay personas que te tienden una mano, que confían en ti y te ayudan a salir adelante. No deben dejar nunca de luchar, sé que de todo se sale”, concluye. En su nueva vida, su única preocupación es el futuro de sus hijos, algo compartido por la inmensa mayoría de las madres.