Hoy se cumplen 85 años del crimen en la carretera de Víznar a Alfacar ejecutado solo un mes después de la sublevación militar que provocó la Guerra Civil. Un fusilamiento mundialmente conocido porque los fascistas fusilaron al poeta español más universal, Federico García Lorca.

“Se le vio, caminando entre fusiles,
por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas de la madrugada.
Mataron a Federico
cuando la luz asomaba”.


Este es el inicio del conocido poema que otro poeta andaluz universal, Antonio Machado, dedicó a Federico tras su fusilamiento. Machado, al que los franquistas “mataron de pena” recién llegado al triste exilio francés el 22 de febrero de 1939

Tras muchos intentos, tesis, estudios, excavaciones, lo cierto es que hoy, 85 años después, los restos de Lorca siguen bajo tierra en una zona más o menos cercana al lugar de su acribillamiento. Desde una parte de la familia de Federico no existe un interés “exacerbado” por encontrar el sitio donde reposan los restos del poeta de Fuente Vaqueros. Ian Gibson, el hispanista irlandés más patrióticamente español es la persona que más se rebela contra esto y que más ha hecho por encontrar la fosa.

Pero junto a Federico, el siniestro pelotón de fuerzas dependientes del Gobierno Civil dirigidas desde Sevilla por el genocida -que aún reposa en la basílica de La Macarena-  pasó por las armas a dos hojalateros de la CNT además de banderilleros, Francisco Galadí Melgar “El Colores” y Joaquín Arcollas Cabezas “Magarz”. También Dióscoro Galindo González, un maestro cojo que ejercía la docencia en la localidad granadina de Pulianas.

Su nieta quiere sacarlo de la fosa

Pues bien, frente a la pasividad de la familia de Lorca para localizar el enclave del asesinato y recuperar sus restos, la familia de Dióscoro Galindo no se resigna y su nieta va a llevar a Estrasburgo una solicitud para localizar la fosa, además de que se investigue su muerte. Ha presentado ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos una demanda contra el archivo del Constitucional para que se investigue. Lo hace luego que el Constitucional rechazase el recurso presentado tras la negativa de un juzgado de Granada y de la Audiencia a activar la búsqueda. Pero la nieta es persistente e inasequible al desaliento, ya que desde que en 2007 el gobierno de Zapatero promulgase la Ley de Memoria Histórica, la familia por medio de ella, Nieves García Catalán, no para de movilizarse para encontrar el lugar donde está enterrado su abuelo.

 ¿Quién era Dióscoro Galindo?

Este maestro de la República nació en Ciguñuela, pequeña localidad vallisoletana a 12 km de la capital y con una población actual de 384 habitantes. Formaba parte de una generación de maestros republicanos y progresistas a los que le arrebataron su vida por su noble compromiso con los renovadores principios pedagógicos.

Según Ian Gibson, Dióscoro era hijo de Clemente Galindo y Marcelina González, que cuando su hijo cumplió cuatro años se fueron a vivir a Madrid. Sufría una cojera en la pierna fruto de un percance fortuito de adolescencia cuando su capa se quedó enganchada en un tranvía madrileño justo cuando se apeaba. El joven Dióscoro cayó al suelo con la pierna destrozado por la máquina. Los médicos ante el miedo a que la pierna se le gangrenase y falleciera decidieron “cortar por lo sano” y le amputaron la pierna. Esta circunstancia hizo que abandonara su vocación inicial por la carrera de Veterinaria y optar por el Magisterio

Algete, Caravaca, Zuheros, La Orotava, Vich, Cazalla, Santiponce, Tíjola y Daimiel

Tras acabar sus estudios de Magisterio en Valladolid, debuta como docente en una escuela de niños en la población guipuzcoana de Aya. De ahí un largo periplo de escuela en escuela aplicando su vocación de maestro de niños incluso llegando a ser director de algún centro: Algete (Madrid), Caravaca (Murcia), Zuheros (Córdoba), La Orotava (Santa Cruz de Tenerife, Vich (Barcelona), Cazalla de la Sierra y Santiponce (Sevilla), Tíjola (Almería) y Daimiel (Ciudad Real), entre otros.

Traslado a Granada

En septiembre de 1934 es destinado de Santiponce a Pulianas en Granada. Este sería su destino definitivo a la vez que su trágico destino. En este pueblo de la Vega granadina lindante con Alfacar y a solo cinco kilómetros de la capital se labró una justa fama de buena persona y de maestro solidario. Destacó por su dedicación a los niños a los que los formaba dentro de la filosofía de la Institución Libre de Enseñanza. De hecho, Dióscoro conocía bien la institución que creó Francisco Giner de los Ríos al haberse involucrado intensamente en sus misiones pedagógicas de la República.

A sus alumnos les inculcaba los valores de la laicidad y la solidaridad. Esta actitud, la humanitaria y su formación laica crearon recelos entre los ambientes conservadores y tradicionales que lo acusaban de ateo y de perjudicial para la educación de los alumnos. Un ejemplo de su bonhomía era el hecho de que cada vez que percibía que algún niño se hallaba triste, lo acompañaba a su casa con el objetivo de intentar solucionar el problema familiar. También cabe recordar que creó clases nocturnas para los hijos cuyos padres trabajaban en el campo cuyos horarios por las labores tareas agrícolas les impedían que sus hijos asistieran a clase.

Toda esta generosa actitud y buen talante le acarreó enemigos, entre ellos, el más acérrimo, fue el secretario del Ayuntamiento de Pulianas, Eduardo Barreras. En el fondo de la inquina del funcionario sobrevolaba el hecho de que Dióscoro había reclamado ante el Gobierno Civil que la casa que le habían asignado era “poco más que un pesebre”. Esta idea ha sido desarrollada por Ian Gibson.

Aclamado por el pueblo: “¡Viva el maestro nacional de Pulianas!”

Además, a ese odio de los conservadores del pueblo contribuiría su fe en la II República que mostró palmariamente como miembro de la mesa electoral de las elecciones de febrero de 1936. Unos comicios en los que vencería la izquierda representada en el Frente Popular. Tras conocerse ese triunfo “muchos vecinos del pueblo desfilaron delante de su casa al grito: ¡Viva el maestro nacional de Pulianas!”, según escribe Francisco Vigueras Roldan en su obra en “Los paseados con Lorca. El maestro cojo y los dos banderilleros”.

Dióscoro Galindo con un grupo escolar de Pulianas.

Acusado y detenido por ser “maestro rojo y ateo”

Cuando el golpe fascista del 18 de julio de 1936, dos días después en Granada, Dióscoro Galindo es acusado por los falangistas de “maestro rojo y ateo” y de inculcar en sus alumnos las ideas democráticas. Denunciado por el secretario del Ayuntamiento de Pulianas es detenido en su casa y arrastrado hasta un camión con la excusa falsa de un interrogatorio. Poco después se encuentra en el Gobierno Civil con García Lorca desde donde ambos y subidos a un Lincoln, fueron objeto de un “paseo” por el centro de Granada. Luego, llevados a una antigua residencia para huérfanos de Víznar transformada en cárcel de urgencia, terminan el tétrico “paseo” en un coche con final en un paraje cercano a Alfacar.

Como es sabido en la madrugada del 16 al 17 de agosto de 1936 (ó en la del 18 al 19), el cabo Mariano Ajenjo Moreno, el pistolero Antonio Benavides Benavides, Salvador Varo Leyva Salvaorillo, Juan Jiménez Cascales, Fernando Correa Carrasco y Antonio Hernández Martín, miembros del pelotón de fusilamiento, acaban con su vida, todo ello coordinado por el capitán José María.

Asesinado y suspendido de empleo y sueldo

Un buen hombre, una gran persona, un vocacional maestro murió junto a un olivo esposado a Federico García Lorca con los banderilleros Francisco Galadí y Joaquín Arcollas. Dióscoro tenía 58 años. Dejó viuda, Juliana Monje, y un hijo, Antonio, de 19. Y para mayor inquina cainita posteriormente fue objeto de un expediente con suspensión de empleo y sueldo justificándolo en que había negado la existencia de Dios. Y lo hicieron los supuestos nacionalcatólicos. ¿Cristianos? De cristianos solo la “c”, “C” de canallas.