Aunque el rechazo a la presencia de Israel en eventos culturales y deportivos está muy lejos de ser unánime en nuestro país y Benjamin Netanyahu ha encontrado firmes defensores  en las filas del Partido Popular, el rechazo a la participación de Rusia sí parecía haber logrado la aprobación de la mayor parte de sectores. 

Sin embargo, la película  'Chuzhie zemli', de Anton Yarush y Sergey Borovkoven, ha generado controversia, tras ser incluida en la 79 edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián. La Asociación Ucrania–Euskadi no ha tardado en mostrar su "indignación" al respecto, al tiempo que ha alertado de que su participación choca con la postura que ha venido defendiendo el festival desde el inicio de la invasión. 

La entidad ha mostrado su disconformidad a través de un comunicado, que ha obtenido como respuesta unas declaraciones del director José Luis Rebordinos, enfatizando que "soy totalmente contrario a los boicots culturales"

Sin embargo, desde la entidad denunciante alertan de que la cinta  "proviene de productores que guardan silencio ante la invasión, las masacres y el genocidio cometidos por Rusia".

En la misma línea, advierten de que "Moscú utiliza todas las plataformas internacionales para presentarse como un país 'normal', ocultando que detrás hay bombardeos diarios, familias enterradas en escombros y un genocidio en curso". "El Kremlin presenta la participación de cineastas rusos en festivales internacionales como un éxito diplomático y cultural", explican.

A su juicio, la película  "nunca debería haber sido seleccionada", pero, ya que esto ha pasado, al menos los productores rusos deberían "condenar públicamente la invasión".

"Nosotros no pedimos un boicot cultural. Pedimos que el Festival cumpla sus propias palabras: si se invita a rusos, que sean voces críticas contra la agresión", enfatizan en respuesta a las palabras de Rebordinos. Lo contrario, recalcan "equivale a complicidad con el silencio y al blanqueo de los crímenes de Rusia". 

Solo voces críticas 

Tal y como recuerdan desde esta entidad, en  2022, el Festival condenó la agresión rusa contra Ucrania y prometió dar espacio solo a voces críticas, que se pronunciaran contra lo ocurrido. Sin embargo, los productores de este film, insisten desde la Asociación Ucrania-Euskadi "callan ante la guerra y el genocidio contra el pueblo ucraniano". "Ése silencio es complicidad", denuncian. 

"Invitar a quienes callan no es neutralidad: es blanquear los crímenes", subrayan, al tiempo que inciden en que "convierte las palabras dichas en un gesto vacío, pensado solo para quedar bien, para los aplausos, sin intención real de aplicarlas".

Un ataque a la cultura 

Desde esta agrupación precisan también que Rusia "no solo mata defensores y civiles ucranianos, incluidos cientos de niños, sino que también destruye su cultura y memoria". En este contexto enumeran monumentos derribados, edificios culturales arrasados y artistas y periodistas asesinados. "Cada ataque busca borrar la identidad de Ucrania", destacan.

Asimismo, en los territorios ocupados, "impone el terror con ejecuciones, torturas, deportaciones masivas, el robo y la deportación de miles de niños ucranianos, y su adoctrinamiento forzoso". "El objetivo es borrar la identidad y la memoria ucraniana y convertirlos en un arma contra sus propias raíces", reiteran.

Por último, la asociación Ucrania-Euskadi llaman la atención sobre el hecho de que junto a la destrucción, "se produce saqueo y robo sistemático de museos y obras de arte, el traslado de piezas a territorios controlados por Rusia y la apropiación cultural". "Muchas obras y objetos de patrimonio son presentados luego como 'propiedad rusa' o reinterpretados en exposiciones que falsifican la historia", zanjan.

La película

'Chuzhie zemli' (Tierras extranjeras) participará en la sección de 'Nuevos directores' del Festival Internacional de Cine de San Sebastián. La cinta, de 84 minutos de duración, es el primer largometraje de Anton Yarush (Yekaterinburg, 1985), guionista de Tesnota / Closeness (Zabaltegi-Tabakalera, 2017) y Razzhimaya kulaki / Unclenching the Fists (2021); y de Sergey Borovkov (Vladivostok, 1987), que también ejerce como director de fotografía.

Cuenta la historia de un director de cine ruso de 30 años que, pese a tener una vida aparentemente exitosa, siente un vacío interior. Inmerso en la preparación de su última película, en parte autobiográfica, y obsesionado por encontrar a la actriz perfecta que se pueda meter en el papel protagonista, decide viajar a 'tierras extranjeras' para huir de la rutina y buscar inspiración. Sin embargo, los conflictos internos no desaparecen. 

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