Cuatro años después de Rompenieves (Snowpierce), el director coreano Bong Joon-ho se ha aliado con Netflix en Okja, una película para la plataforma de cine VOD que desató pasiones, a favor y en contra, en la más reciente edición del Festival de Cannes. Liberad a Willy, Colmillo blanco, La vida de Pi... Muchos son los títulos que sedimentan su argumento en las relaciones entre un animal y un niño. Okja se apunta a ese vínculo para criticar cómo las grandes corporaciones utilizan campañas de comunicación para enmascarar sus verdaderos intereses. La cinta, con todo, también es irónica y satírica con los grupos ecologistas y altermundistas. Una referencia realista y actual que la película aborda desde el género fantástico, con la estructura narrativa de una fábula, con un tono satírico, hiperbólico, caricaturesco -el personaje que interpreta Jake Gyllenhall es un perfecto ejemplo de ello-.

El hombre y la naturaleza

Una atrevida propuesta sin final feliz, donde el gran capital es el vencedor en el pulso al que lo reta una niña (Mija) que solo quiere vivir con su cerdo gigante, de enormes proporciones debido a los tratamientos transgénicos, en las montañas donde lo ha criado junto con su abuelo, en lo que constituye una cálida visión de la relación entre el hombre y la naturaleza, que se exhibe con panorámicas en planos generales y primeros planos. Una historia entretenida y tierna, donde se tiene muy en cuenta la estética produciendo, así, una tensión, un contraste entre lo crudo del argumento y lo atractivo de la forma, que genera discurso por sí misma.