La Sala Galileo Galilei acogía el segundo concierto de un grupo, que no es grupo sino dos colegas que se han unido, llamados Íñigo Merino y Pravlenha. 120 minutos de rock decía la entrada… pues nada más lejos de la realidad. Cuando escuchen a estos dos jóvenes no piensen que Hetfield o el amigo Richards a la guitarra les van a hacer vibrar las tripas y el corazón. No, no tienen a Cornell cantando. Pero dicho esto, no pueden dejar de escucharlos. Tienen un feeling, un algo, un duende que, de verdad, enamora.

No soy fan del pop. De hecho, lo aborrezco. Sin embargo, ahí estaba con mis 41 años de heavy a las espaldas disfrutando de un concierto donde el público, entregado, parecía sacado de un mitin de Nuevas Generaciones del PP. Pero, como en todo en esta vida, las apariencias engañan. Son buenos, muy buenos. Además, siempre es un placer ver sobre un escenario un saxo y un trompeta.

Un momento del concierto donde el azúcar me ha picado las muelas, pero a la vez he pensado. ¿Y qué hacía mi querido Bruce antes de ser el Boss? Pues lo mismo… cantarle a capela una canción a su madre mientras ella lloraba viéndole. Es lo bonito de ver nacer un grupo que no es grupo, que puedes presenciar cosas que sabes objetivamente que, si se hacen famosos, el resto de mortales no verán. Sí, lo egos son los egos, y en la música tienen el tamaño de un planeta. 

Y ahora la joya. Si ha habido algo en el concierto que ha llamado la atención es una joven rubia gallega que ha dejado con la boca abierta al respetable: Yoly Saa. Amiga de Íñigo Merino, ha sido presentada como la mejor cantautora de España y ha subido a cantar una canción… Y claro, un respeto, que no es Joan Baez, Serrat o Llach, pero denle tiempo porque la criatura apunta maneras. Tiene una voz increíble que a la que suscribe le ha puesto los pelos de punta, y eso no es fácil salvo que seas Cornell haciendo el cover de Billie Jean, Serrat y su Las nanas de la cebolla o Rosa León (no me matéis porque me gusta más que la original) con Al alba. Así que sí, he llegado engañada a ver rock y he terminado más que satisfecha con el concierto. Como a todos los novatos hay que darles tiempo, pero, por ahora, bien, muy bien. Sigan así señores y señora.

De los cantantes, un par de comentarios rápidos: el primer álbum de Pravlenha, Superestabilidad, llenó la Sala Copérnico el pasado 14 de enero. Lo mismo ocurría con el de Íñigo Merino, Lo de Dentro, hace unos meses en la Sala Mon, donde batió récord en el tiempo que tardó en colgar su cartel sold out en su debut.
Por cierto, un pequeño apunte sobre el concierto en sí mismo, pese a ser en la mítica sala Galileo Galilei, el sonido dejaba bastante que desear. Sobre las voces, dos, las de Íñigo Merino y Pravlenha, si hay que sincerarse una tiene unos matices vocales que no tiene la otra, pero la complicidad de ambos rellena los huecos. Quién es quién… vayan a verlos y juzguen ustedes. Y al respetable, nos vemos en los bares.