Los periodistas españoles Mónica Prieto y Javier Espinosa, ambos con una larga trayectoria a sus espaldas como corresponsales en Oriente Medio, señalan en su nuevo libro La semilla del odio. De la invasión de Irak al surgimiento del ISIS (Ed. Debate) a la guerra y posterior invasión de Irak, en 2003, por fuerzas internacionales (fundamentalmente Estados Unidos, Reino Unido y España, que lideraron la ocupación aun en contra de la ONU) como el origen de la actual desintegración del país, y el fanatismo religioso que azota hoy a su población, y se extiende incluso a países vecinos. Y es que, según se concluye del ensayo, basado en una década en la que Prieto y Espinosa han viajado y conocido a fondo este país árabe, la invasión del Estado levantó a Irak en armas contra la coalición internacional, hundiéndolo en el desgobierno y haciendo resurgir un fanatismo religioso que había permanecido enterrado durante la dictadura de Sadam Husein (1979-2003). Y es que el ascenso al poder de la mayoría chií, reprimida por la minoría suní durante décadas, y la impunidad de los ocupantes alimentó la aparición de una insurgencia nacionalista que en su lucha contra las fuerzas extranjeras se alió con los yihadistas. Los radicales liderados por el jordano Abu Musab al Zarqaui terminaron imponiendo un califato del terror.

Un cambio en la agenda internacional

A juicio de estos dos periodistas que fundamentalmente han colaborado, en años más recientes, en el periódico El Mundo, durante años el gobierno del país ha estado secuestrado por el autodenominado Estado Islámico (la pasada semana se anunciaba la recuperación del bastión de Mosul de manos de éste), y las luchas contra él lo han dejado derruido, sumido en la pobreza y la destrucción, sin tejido social y abocado a cambios demográficos derivados de limpiezas sectarias. Para los autores, este acontecimiento bélico, además, destapó una nueva etapa en la historia del siglo XXI, en relación con su dinámica internacional.

Siria, entre el islamismo y la represión gubernamental

El año pasado, Prieto y Espinosa habían publicado otro libro, Siria, el país de las almas rotas (Debate, 2016), en esta ocasión dedicado al quinto aniversario de la guerra de Siria y con valor fundamentalmente testimonial, de denuncia de primera mano, en medio del caos informativo y periodístico que, según los autores, sufre esta región, la espiral de violencia que sufre el país. A base de riadas de refugiados escapando de la guerra de ese país, ataques aéreos contra civiles y hospitales, una población agonizante, la confusión de quién está en cada bando y el terror tanto del Estado Islámico como del régimen de Al Asad, a quien su pueblo tomó por un aperturista en su acceso al trono en 2000 (tras la muerte de su padre) porque había estudiado en Londres y le suponían ideas democráticas, pero que sin embargo reprimió con crudeza las manifestaciones pro democracia de las primaveras árabes, y liberó a yihadistas de las cárceles en un gesto que quiso vestir de buena voluntad, provocando que los insurgentes terminaran cayendo en el islamismo. Todo, ante la impasividad de la comunidad internacional, poco interesada en un país sin las reservas petrolíferas y de gas de Irak o Líbano. Espinosa, que fue secuestrado por el ISIS, se interesa además por recalcar en el libro que las víctimas del ISIS son sobre todo musulmanes, en un 80 o 90%. Además, lamenta que las políticas internacionales contra el ISIS se enfoquen únicamente desde la seguridad, y no también combatiendo el discurso teórico que sirve de ideología a los islamistas, o incluso revisando alianzas políticas con países como Arabia Saudí, donde, según su experiencia, se podrían estar apoyando grupos islamistas.