El dolor de espalda es una de las afecciones más comunes en el mundo moderno, con un impacto considerable en la calidad de vida de millones de personas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la mayoría de las personas experimentará al menos un episodio significativo de dolor de espalda en algún momento de su vida. Más allá de ser una simple molestia, este problema representa una de las principales causas de absentismo laboral y, en casos más graves, puede llegar a incapacitar a quienes lo padecen.
El auge del dolor de espalda en las últimas décadas está estrechamente vinculado al estilo de vida moderno. Pasamos largas horas frente al ordenador, encorvados sobre dispositivos móviles o en posiciones que no respetan la ergonomía adecuada. Estos hábitos, combinados con una creciente tendencia al sedentarismo, han provocado un incremento notable en la incidencia de esta dolencia. Aunque en la mayoría de los casos el dolor puede ser leve y pasajero, también puede convertirse en un problema crónico si no se trata adecuadamente.
Las principales causas del dolor de espalda
El dolor de espalda “muestra una prevalencia más alta en mujeres y cada vez afecta a gente más joven, según los últimos estudios”, señala la doctora Ainhoa Rodríguez Oyaga, especialista del Servicio de Rehabilitación del Hospital Universitario General de Villalba, integrado en el servicio público de salud de la Comunidad de Madrid (SERMAS).
El dolor de espalda puede clasificarse, de manera general, en dos categorías principales: agudo y crónico. El dolor agudo suele surgir de manera repentina, normalmente como consecuencia de un esfuerzo físico o un movimiento brusco que excede la capacidad del cuerpo. Por otro lado, el dolor crónico persiste durante un periodo de tiempo prolongado, generalmente más de tres meses, y puede estar asociado a enfermedades subyacentes como hernias discales, artrosis o condiciones inflamatorias. “Cuando el dolor se mantiene durante más de tres meses, es importante buscar ayuda, acudir al personal facultativo correspondiente y dejarnos aconsejar por él”, recomienda la doctora.
Entre las causas más comunes del dolor de espalda se encuentran las lesiones musculares, derivadas de levantar objetos pesados sin adoptar las precauciones necesarias, así como las malas posturas mantenidas durante largos periodos. Este último factor es particularmente significativo en entornos laborales donde las personas pasan horas sentadas frente a un escritorio.
A estas causas se suman las enfermedades degenerativas, como la hernia discal, que ocurre cuando los discos que amortiguan las vértebras se desgastan o se desplazan, ejerciendo presión sobre los nervios. Además, no debe subestimarse el impacto del estrés y otros factores psicológicos en la percepción y la intensidad del dolor. Las tensiones acumuladas pueden manifestarse en forma de contracturas musculares, agravando el malestar.
La importancia de la prevención
Aunque el dolor de espalda es una condición que afecta a una gran parte de la población, no siempre es inevitable. Existen múltiples formas de prevenirlo, y muchas de ellas están relacionadas con pequeños cambios en los hábitos diarios.
“La prevención y el tratamiento deben abordarse de una manera global, tanto en su aspecto físico como emocional. Si queremos abordar eficazmente esta patología, debemos concentrarnos en mejorar nuestros hábitos de salud”, recalca la especialista.
Una postura adecuada es uno de los pilares fundamentales para mantener una espalda sana. Sentarse con la espalda recta, los pies apoyados en el suelo y los hombros relajados ayuda a reducir la tensión en la columna. Asimismo, el ajuste del entorno de trabajo es crucial: una silla ergonómica y un escritorio que permita al usuario mantener el monitor a la altura de los ojos pueden marcar una gran diferencia.
El movimiento regular también desempeña un papel central en la prevención. Las pausas activas, en las que se dedica unos minutos a estiramientos o caminatas breves, son esenciales para contrarrestar los efectos negativos de pasar largas horas en la misma posición. Además, los ejercicios que fortalecen el core, como el yoga o el pilates, ayudan a estabilizar la columna vertebral y a protegerla de lesiones. La alimentación equilibrada, rica en calcio y vitamina D, también contribuye a mantener la salud ósea, reduciendo el riesgo de problemas estructurales que puedan derivar en dolor. No hay que olvidar que la obesidad es un factor de riesgo y se recomienda mantener un adecuado peso corporal.
Diagnóstico y tratamientos
Cuando el dolor de espalda persiste o interfiere con la vida cotidiana, es fundamental acudir a un profesional para un diagnóstico adecuado. Las herramientas de diagnóstico actuales permiten identificar con precisión la causa del problema. Desde la radiología simple hasta las resonancias magnéticas, los especialistas cuentan con una variedad de métodos que ayudan a determinar si el dolor está relacionado con una lesión muscular, una enfermedad degenerativa o algún otro factor.
El tratamiento del dolor de espalda ha avanzado significativamente en los últimos años. La fisioterapia es, con frecuencia, el primer recurso al que recurren los pacientes. Esta disciplina combina ejercicios personalizados con técnicas manuales y tecnologías innovadoras, como la diatermia por radiofrecuencia, que ayudan a reducir la inflamación y a regenerar los tejidos dañados. En casos más graves, donde los métodos conservadores no son suficientes, las infiltraciones de antiinflamatorios o anestésicos pueden ofrecer alivio, mientras que la cirugía mínimamente invasiva permite resolver problemas estructurales complejos con tiempos de recuperación mucho más cortos que las técnicas tradicionales.
La tecnología también está desempeñando un papel transformador en el manejo del dolor de espalda. Dispositivos inteligentes que monitorizan la postura y envían alertas cuando el usuario adopta posiciones perjudiciales son cada vez más comunes. Además, las aplicaciones móviles que guían a los pacientes en la realización de ejercicios específicos o que les permiten registrar su progreso están facilitando un enfoque más proactivo y personalizado del tratamiento.
La prevención es clave
El dolor de espalda es un desafío complejo que afecta a millones de personas en todo el mundo, pero no debe ser aceptado como un destino inevitable. Con una combinación de hábitos saludables, prevención y acceso a tratamientos avanzados, es posible reducir tanto la incidencia como la gravedad de esta afección. La clave está en actuar de manera preventiva, adoptando posturas correctas, incorporando el movimiento a la rutina diaria y buscando ayuda profesional cuando el dolor persiste.