Cada año, más de 35.000 mujeres son diagnosticadas con cáncer de mama en España, según datos de la Sociedad Española de Oncología Médica. Aunque la mayoría de los casos se tratan con cirugía, quimioterapia o radioterapia, una parte de las pacientes presenta condiciones clínicas que impiden recurrir a estos tratamientos de forma convencional. Ante esta realidad, los avances en técnicas mínimamente invasivas han abierto nuevas vías de actuación más seguras, menos agresivas y con un menor impacto en la calidad de vida.

En algunos casos, la cirugía no es viable para tratar el cáncer de mama. Para estas situaciones específicas, existen opciones alternativas que permiten eliminar el tumor sin necesidad de pasar por el quirófano. Una de ellas es la crioablación, un procedimiento mínimamente invasivo que ya se emplea en centros públicos como el Hospital Universitario General de Villalba. Pero ¿cuándo se aplica y qué implica exactamente?

En este contexto, la crioablación emerge como una alternativa terapéutica eficaz para aquellas pacientes que no pueden someterse a una intervención quirúrgica. Este tipo de abordaje, basado en la destrucción del tumor mediante frío, está especialmente indicado en casos clínicos complejos, y permite mantener el control local de la enfermedad sin los efectos secundarios asociados a la cirugía. Su uso, siempre validado por equipos multidisciplinares, se está consolidando en la sanidad pública como una opción accesible para perfiles concretos de pacientes.

¿Qué es la crioablación y cómo funciona?

La crioablación es una técnica percutánea que permite tratar determinados tumores mediante la aplicación controlada de frío extremo. Aunque su nombre pueda resultar poco familiar para muchos pacientes, se trata de un procedimiento que se emplea desde hace años en contextos médicos muy específicos, con resultados prometedores.

La intervención consiste en introducir una sonda hasta el lugar donde se encuentra la lesión tumoral. Esta sonda, guiada por imagen médica —normalmente ecografía o tomografía computarizada—, libera un gas que enfría el tejido hasta provocar la destrucción de las células cancerosas. El proceso genera un “hielo terapéutico” que actúa sobre el tumor sin necesidad de extirparlo quirúrgicamente.

Como explica el Dr. Carlos Cárcamo, especialista del Servicio de Radiodiagnóstico del Hospital Universitario General de Villalba, “esta técnica consiste en la ablación térmica usando frío en lesiones benignas y malignas”. La crioablación se encuadra dentro de las llamadas terapias ablativas, que también incluyen el uso de calor (radiofrecuencia, microondas) para eliminar tejido enfermo, y representa una alternativa válida y segura para ciertos tipos de cáncer de mama.

¿En qué casos se aplica: una opción para situaciones específicas?

No todos los tumores mamarios pueden tratarse mediante crioablación. Esta técnica está pensada para situaciones clínicas concretas, en las que el abordaje quirúrgico convencional resulta inviable o desaconsejado. Por tanto, no compite con la cirugía tradicional, sino que se reserva para aquellos casos donde esta no es posible.

“En el caso de tumores malignos, en la actualidad se reserva exclusivamente para pacientes con cáncer de mama en quienes la cirugía está contraindicada”, explica el Dr. Cárcamo. Esto puede ocurrir por diversos motivos: edad avanzada, enfermedades previas que aumentan el riesgo anestésico, fragilidad física, o incluso por decisión informada de la paciente ante los riesgos quirúrgicos.

En estos casos, el tratamiento debe seguir ofreciendo garantías de eficacia y seguridad, y es ahí donde la crioablación entra en juego. Se trata de una técnica capaz de destruir completamente lesiones tumorales localizadas, con una tasa baja de complicaciones y un impacto mínimo en la calidad de vida de la paciente.

Un abordaje multidisciplinar: el papel del Comité de Tumores Mamarios

La elección de la crioablación como tratamiento no es una decisión aislada, ni se toma de forma unilateral por parte de un único profesional. Al igual que ocurre con otras decisiones oncológicas complejas, la selección de este procedimiento requiere un consenso entre diferentes especialidades médicas.

Por ello, el procedimiento debe estar respaldado por un comité multidisciplinar, como el Comité de Tumores Mamarios que funciona en el Hospital Universitario General de Villalba. En este tipo de comités participan especialistas en Ginecología, Oncología, Radiología y Cirugía General y Digestiva, entre otros.

Tal como señala el Dr. Cárcamo, este tipo de técnicas “debe tener siempre una perspectiva multidisciplinar que se establece a través del Comité de Tumores Mamarios”. De esta manera, se garantiza que la indicación sea la más adecuada en cada caso, teniendo en cuenta la situación clínica, la localización del tumor y el estado general de la paciente.

El procedimiento paso a paso: qué ocurre el día de la intervención

Una de las principales ventajas de la crioablación es que se trata de un procedimiento ambulatorio, lo que significa que no requiere ingreso hospitalario. La paciente acude al hospital, se realiza la intervención bajo anestesia local y puede regresar a su domicilio el mismo día.

La duración del procedimiento suele ser breve, y el seguimiento posterior no implica una recuperación larga ni dolorosa. Todo ello convierte esta técnica en una opción menos agresiva que la cirugía y especialmente valiosa en personas con limitaciones físicas.

La recuperación es inmediata, prácticamente sin complicaciones, y el resultado estético es excelente”, añade el Dr. Cárcamo. Este aspecto no es menor: al evitar incisiones extensas o la extirpación de tejido, se preserva la forma natural de la mama y se minimiza el impacto emocional y psicológico del tratamiento.

El caso del Hospital Universitario General de Villalba

El Hospital Universitario General de Villalba, perteneciente a la red pública del Servicio Madrileño de Salud (SERMAS), ha incorporado recientemente la crioablación a su cartera de servicios. De este modo, se convierte en uno de los centros públicos que ofrecen esta opción a las pacientes que cumplan los criterios médicos establecidos.

Este avance refuerza la apuesta del hospital por incorporar tecnologías sanitarias de alta precisión, siempre enmarcadas en un enfoque clínico riguroso y centrado en el bienestar del paciente. La incorporación de la crioablación permite ampliar el abanico de tratamientos disponibles sin necesidad de derivar a otros centros o recurrir a recursos privados.

El hospital, que atiende a más de 120.000 habitantes del noroeste de la Comunidad de Madrid, realizó recientemente su primera intervención de este tipo con éxito, consolidando así su capacidad para ofrecer terapias avanzadas dentro del ámbito público.

Un paso más en el tratamiento del cáncer de mama sin cirugía

La crioablación no sustituye a la cirugía ni a otros tratamientos estándar como la quimioterapia o la radioterapia, pero representa una herramienta eficaz cuando esas opciones no pueden aplicarse. Su carácter mínimamente invasivo, la rápida recuperación y la baja tasa de complicaciones la convierten en una alternativa valiosa y consolidada para un perfil muy concreto de pacientes.

Además, su uso dentro de un marco hospitalario público, como el del Hospital General de Villalba, demuestra que la innovación tecnológica en medicina puede y debe estar al servicio de toda la ciudadanía, no solo de quienes acceden a tratamientos privados.

Para las pacientes con cáncer de mama que no pueden someterse a cirugía, la crioablación ofrece una vía de esperanza y calidad de vida. Un tratamiento que congela el tumor, pero abre la puerta a una recuperación sin cicatrices ni estancias hospitalarias prolongadas.