El verano es sinónimo de días más largos, vacaciones y, para muchos, un aumento en la frecuencia de visitas a las piscinas. Sin embargo, mientras disfrutamos del refrescante chapuzón, es crucial considerar los efectos que el cloro puede tener en nuestra piel, especialmente en la de los adultos mayores y los niños.

El cloro es un agente antiséptico poderoso que se utiliza para mantener las piscinas libres de bacterias y otros microorganismos. Aunque generalmente es bien tolerado por la piel, su acción puede provocar cierta irritación, especialmente cuando se combina con el sudor, formando cloramina. Por normal general, los problemas derivados del contacto de la piel con el cloro se suelen limitar a la sequedad, aunque en casos severos puede conducir a una dermatitis irritativa.

De hecho, el cloro por su acción antiséptica “puede prevenir enfermedades infecciosas de la piel como el impétigo”, explica la doctora Rosario Haro, dermatóloga del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, integrado en la red pública madrileña (SERMAS). No obstante, existen zonas del cuerpo que son más susceptibles a la irritación por cloro. “Los genitales, párpados y flexuras -los pliegues de la piel- son áreas con capa córnea más fina y, por tanto, más sensible a la acción de irritantes”, explica la especialista, por lo que merecen una especial atención para prevenir problemas mayores.

El cloro y la dermatitis atópica

La mayoría de las personas no experimentarán problemas graves con la exposición al cloro de las piscinas, incluso para aquellas personas que padecen enfermedades dermatológicas como es el caso de la dermatitis atópica. Sin embargo, sí podría sufrirse un empeoramiento de la afección si estamos sufriendo un brote de dermatitis atópica o algún otro tipo de eccema, por lo que durante estos episodios sí es aconsejable evitar bañarse en piscinas con cloro.

“Efectivamente, en personas predispuestas, el cloro puede empeorar brotes de dermatitis atópica, por lo que debe evitarse bañarse en la piscina en esos momentos de enfermedad activa”, reseña la doctora Haro, “pero las personas con dermatitis atópica pueden acudir a piscinas cloradas de forma normal, realizando medidas adecuadas de hidratación de la piel”.

En estos casos, es muy importante estar prevenido ante posibles síntomas que nos alerten de cómo actuar. “Si se presenta un picor intenso durante y después del baño que no mejora después de una ducha, puede ser que tengamos eccema activo que esté empeorando con la exposición al cloro”, explica la dermatóloga.

Mantener una adecuada hidratación de la piel es clave para prevenir los efectos irritantes del cloro. Aplicar crema hidratante antes y después del baño ayuda a proteger la barrera cutánea. Además, es crucial tratar activamente cualquier enfermedad previa de la piel para evitar su empeoramiento.

Consejos para cuidar la piel

Aunque el protector solar no protege específicamente contra el cloro, su uso es imprescindible para la protección contra los daños del sol. Aplicar protector solar antes de la exposición solar y reaplicarlo cada 2-3 horas o después de salir del agua es fundamental para prevenir quemaduras y otros daños cutáneos. “En las personas con piel especialmente sensible, se pueden utilizar cremas barrera y/o fotoprotectores con óxido de zinc que pueden mejorar la tolerancia a la exposición al cloro”, señala la doctora del hospital madrileño.

Uno de los errores más comunes es no ducharse antes y después de entrar a la piscina. La ducha antes del baño elimina los restos de sudor que pueden reaccionar con el cloro y aumentar su acción irritante. La ducha después del baño ayuda a eliminar cualquier residuo de cloro de la piel. Otro error frecuente es no cambiarse el bañador mojado por uno seco, especialmente en personas con piel sensible.

“La piel de los niños es más sensible y puede irritarse con más facilidad; además, la dermatitis atópica es más frecuente en esta franja de edad. Por otra parte, los niños suelen pasar más tiempo dentro del agua, por lo que están expuestos más tiempo”, explica la doctora Haro, aunque “las medidas de cuidado son las mismas”, más allá de que su sensibilidad sea mayor: ducha antes y después del baño, hidratación continua y cambio de bañador mojado.