Jesús Cintora lo tiene claro: "El antídoto para la desinformación tiene que ser el periodismo". El presentador de 'Malas Lenguas', el programa que cada tarde de lunes a viernes se emite con éxito en La 2 de TVE (supera por mucho la audiencia media del canal) explica en una entrevista concedida a ElPlural.com que "hay una industria del bulo con motivaciones políticas y económicas". Pero frente a la desinformación, Cintora promete "contar lo que hay". O dicho de otro modo, acercarse cada tarde a la actualidad con "rigor y respeto a la verdad". En esta entrevista, el periodista también admite que observa a diario las audiencias que realiza su programa, pero que se siente mucho más preocupado por ofrecer al espectador un espacio de servicio público. 

Pregunta (P): ¿Qué balance haces de las primeras semanas de Malas lenguas en Televisión Española?

Respuesta (R): Malas lenguas es un programa humilde en La 2, de 19:00 a 21:00, que tiene la pretensión de contar las cosas de una forma crítica, con sentido del humor, e incluso siendo incisivos con los poderes. Sobre todo, creo que construye un espacio de servicio público donde tenemos la obligación de atrevernos a tocar aspectos que otros no tocan tanto con un punto de acidez. Es, sobre todo, una propuesta humilde.

P: En un tramo tan complicado como es la tarde, superáis por mucho la media de la cadena. Entiendo que ello lleva a que haya optimismo en el equipo.

R: Las audiencias, llegados a este punto, las veo con el relativismo de que me han quitado de programas que iban estupendamente y que, incluso, lideraban la franja. Lo veo ya con mucho relativismo. Nosotros intentamos hacer un programa digno, que esté bien y que construya. Tenemos un equipo de una media más bien joven, y hay una combinación de juventud, ganas de contar cosas que otros no cuentan tanto y de molestar a quien lo merece. Las audiencias, desde mi punto de vista, son relativas. Las miro, evidentemente, pero no es lo que más me preocupa. Me preocupa trabajar y hacer un buen programa. Además, la audiencia también es el impacto que se tiene en la red. No solo es el dato de los audímetros, también está ahí el impacto de un vídeo que sube y que se hace viral.

P: ¿Por qué es tan importante, desde la televisión pública, desmentir bulos y ser criticos con políticos que mienten?

R: Estamos ante un tiempo de cambio absoluto. Hoy en día, un programa modesto de La 2 puede tener una gran influencia, pero hay una enorme influencia también desde las redes sociales. Mucha gente se informa, o cree que se informa, por TikTok. Y claro que hay gente que informa ahí, pero también hay mucha desinformación. Y hay mucha gente también, como se puede leer en los comentarios de cualquier post, que cree que la dictadura fue una etapa en la que no había corrupción, que había libertad y que la gente tenía pleno empleo y podía vivir felizmente. El periodismo tiene que contar lo que hay y contrastar las cosas.

El día a día nos ofrece esto: hemos tenido un apagón y hay políticos que están diciendo que se ha debido a medidas bolivarianas y chavistas, cuando los científicos están precisamente diciendo lo contrario, que se debió a una sobreproducción, por primar ganar mucho dinero en un tiempo muy rápido sin adaptar la red e invertir en ella. El otro día decía Ayuso que el fallo eléctrico había sido producto de las políicas bolivarianas. Trasladan este mensaje y hay gente que se lo cree.

Falta el informe definitivo, pero prefiero adherirme a la línea científica y de los expertos. Basta con asomarte a la ventana y ser racional: habrá que producir electricidad y ganar dinero, pero de manera equilibrada, tanto con el impacto ambiental como con los efectos que pueda tener en la red. Hay que ser razonables, pero mientras tanto queda bien decir que ha sido por el chavismo y que algunas personas se lo crean.

El antídoto para la desinformación tiene que ser el periodismo

 

P: Hablabas antes de cambio de tiempos. La semana pasada os acercasteis al Valle de Cuelgamuros, infiltrados en uno de esos viajes organizados por extremistas. Un testimonio muy interesante que ellos daban es que ellos son la alternativa a la democracia y, en estos tiempos de redes sociales, tienen la oportunidad de difundir esta clase de políticas. ¿Lo ves con temor o crees que la democracia será sólida y que se podrán combatir desde los medios estas ideas?

R: Si lo explicamos en términos de terreno, creo que es interesante ocupar todos los espacios. Es interesante lo que ocurre en la televisión, lo que ocurre en la radio, en la prensa digital, pero también lo es lo que ocurre en las redes. Y es importante estar en esos espacios contando las cosas con rigor y respeto a la verdad. Todos nos podemos equivocar, pero tiene que primar ese respeto a los hechos.

¿Qué ocurre? Que se está ocupando el espacio de la red con bulos. Hay gente que es víctima de estas confusiones y de la desinformación. Hay gente joven que desconoce lo que pasó en la dictadura porque fue hace mucho tiempo. El antídoto para la desinformación tiene que ser el periodismo. Si hay que hacerlo con una sonrisa y desde el humor, se hace, pero sin dejar de poner el dedo en la llaga de lo que está ocurriendo.

Hay gente que tiene que soportar que fusilaran a sus abuelos y que haya gente, desde la tribuna del Congreso, que diga que el franquismo fue una etapa de reconciliación, o en las redes un montón de publicaciones que edulcoran lo que fue aquella época, y si entras a los comentarios, el 80% ensalzan la dictadura y, de ellos, más de la mitad son bots. Hay una industria del bulo con motivaciones políticas y económicas. Es un asunto complejo que hay que combatir ocupando todos los espacios posibles. Si no los ocupamos nosotros, los ocupan otros. La pluralidad de visiones es muy importante, pero ojo con aquellos que ensalzan postulados que van en contra de los derechos humanos.

Hay una industria del bulo con motivaciones políticas y económicas

 

P: ¿Cómo vives que, por hacer periodismo y por ser crítico con el poder político, algunos partidos como Vox te señalen como una persona sectaria y te pongan en el punto de mira?

R: Yo soy lo menos importante de esto. Estamos en un tiempo en el que el Gobierno tiene que gobernar y la oposición tiene que hacer oposición. No hay que perder la perspectiva y eso es lo que me da miedo. La oposición tiene motivos suficientes para ejercer la oposición, preguntar al Gobierno y plantear alternativas. El problema es cuando nos asentamos en lo exagerado, lo distorsionado y lo grotesco. Es decir, por supuesto que al Gobierno hay que pedirle explicaciones por el apagón, por la precariedad o por lo que sea, pero no nos podemos instalar en que esto es un Gobierno de terroristas o de bolivarianos. 

Se ha instalado esto por norma. Vas a la manifestación que ha habido contra el Gobierno, les pones el micrófono delante y salen cosas como que el Gobierno tiene que caer porque se va a acabar la democracia, y mientras te lo dicen tienen detrás una bandera franquista. Es el problema de la distorsión: por supuesto que hay que ejercer la oposición, pero se pierde un poco cuando se ejerce desde la hipérbole, y desde la extrema derecha se empuja esto. Se puede tener la peligrosa sensación de que lo que capta votos es la hipérbole y la exageración, por lo que surge una competencia muy peligrosa.

Dentro de eso, yo solo soy un periodista, un observador, y hay gente que ataca porque les molesta que te atrevas a contar cosas que no les gusta que se cuenten. Yo soy un chaval de pueblo que le pido a la vida tener salud y cada vez observo la vida con más distancia y sorprendiéndome mucho del tiempo en el que vivo. Es un tiempo de cambio en el que las nuevas tecnologías nos están llevando al futuro, y hay gente que no es consciente de la importancia del momento que vivimos. Dentro de eso, el periodismo debe cumplir una labor social y adaptarse a la verdad. Pueden y deben existir diferentes líneas editoriales, pero siempre con respeto a los hechos. Y si a alguien le molesta que yo tenga ese ojo crítico, pues lo siento, pero lo voy a seguir teniendo sea en el espacio que sea.

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