El jefe del Servicio de Oncología Médica del Hospital Gregorio Marañón Miguel y presidente del Grupo Español de Investigación en Cáncer de Mama (Geicam), Miguel Martín, ha desvelado que existen medicamentos que previenen el cáncer de mama, que está comprobado que funcionan, pero, no se usan.

“Hay tres medicamentos por lo menos, el tamoxifeno, el exemestano y el anastrozol, que se utilizan para tratar el cáncer de mama, que se sabe que si se toman a partir de los 50 años, reducen a la mitad el número de casos de cáncer de mama. Pero no conseguimos que lo tomen ni el 5 por ciento de las mujeres que lo tenían que tomar”, ha afirmado el experto en esta enfermedad en una entrevista en El País.

La Administración no actúa

Miguel Martín ha explicado que el uso de estos medicamentos para prevenir el cáncer sería parecido al que se hace de la estatinas para el colesterol. “La Administración tampoco percibe el problema y no se divulga que esto es viable y que se puede hacer y se debe hacer contando con el médico de cabecera”, ha señalado el médico, que ha recomendado, además, como formas de prevención, educar en el ejercicio físico, la dieta sana y la reducción del tabaquismo y el consumo de alcohol, que reducen el riesgo de los tumores.

"Evitar enfermedades es rentable"

El jefe de Oncología del Gregorio Marañón ha valorado, además de lo significado de esta prevención en la vida de los pacientes, el hecho de que es una vía de ahorrar “muchísimo dinero al sistema público de salud (…) Evitar enfermedades es muy rentable a largo plazo”.

Martín ha criticado a las farmacéuticas, que anteponen los beneficios económicos a un enfoque perapéutico para salvar vidas. “La investigación que se inicia ahora beneficiará a los pacientes de dentro de 20 años, hace falta inversión, mucho tiempo y la cooperación de muchísimas personas para avanzar”, ha subrayado.

Si no da dinero, no interesa

Según ha reflexionado el especialista, “en España tenemos una buena investigación básica, pero eso no es un fin en sí mismo, necesitamos que eso sirva para ayudar a los pacientes. Esa investigación clínica la financia y apoya la industria farmacéutica, que es la única que hoy por hoy puede poner un fármaco nuevo en el mercado. Habitualmente lo que hace la industria es comprar un fármaco que está iniciando su desarrollo clínico o adquiriendo una pequeña compañía que ha sido la que lo ha generado. Y después invierte una gran cantidad de dinero en desarrollar el medicamento que ellos saben que va a funcionar o tienen muy buenas expectativas de que va a hacerlo. Habitualmente, si el estudio es positivo, ponen el medicamento en el mercado y lo aprueban para una indicación, artritis reumatoide o cáncer de mama, por ejemplo. A partir de ese momento empiezan a recuperar el dinero que han invertido y lo recuperan con creces”.

"Hy muchas otras formas en que puede ser empleado un fármaco y realmente se puede mejorar mucho su aplicación modificando las condiciones en las que se utiliza. Un medicamento aprobado en tercera línea para cáncer de mama metastásico se podría desarrollar para otras condiciones, pero a menudo, cuando el fármaco está en el mercado y ya está haciendo dinero para una aplicación, la compañía no se gasta más en buscar otras aplicaciones", ha añadido.

Según ha apuntado el médico, “hacer un estudio clínico cuesta muchísimo dinero, 15 o 20 millones de euros, y como la industria no tiene interés en hacerlo, hay medicamentos que se quedan a medio desarrollar”. Por ello, ha reclamado a las administraciones “hacer un esfuerzo para impulsar estudios académicos con fármacos ya comercializados para optimizar el uso de los medicamentos ya disponibles”