La “lideresa nacional” -que así gusta de calificarse- ha realizado recientemente unas declaraciones sobre un próximo partido de fútbol a celebrar en la capital española en las que ha asegurado que, si se produce una pitada por parte de las aficiones del Barça y del Athletic contra el Príncipe o durante la reproducción del himno de España, la final de la Copa del Rey “se debe suspender y celebrarse a puerta cerrada en otro lugar”.

Estas manifestaciones, a pesar de que la mayoría de sus adversarios políticos han descalificado con expresiones eufemísticas, livianas e, incluso, frívolas como “broma”, “truco para encubrir otros problemas”, “chorrada”, “pirómana”, “lamentable” o, en el peor de los casos, como “atentado a la libertad de expresión”, denotan  sencilla, cruda y llanamente en la “lideresa nacional” una actitud fascista, autoritaria y antidemocrática.

Suspender un espectáculo -¡la final de la Copa del Rey!- porque exista la posibilidad de que entre las personas que allí acudan se manifiesten críticas con la familia real o con el himno nacional implica despotismo y opresión caciquil impropio de una sociedad moderna y democrática. Los expertos en eufemismos son “ellos”: la “reforma laboral” para denominar la vuelta de la semiesclavitud, las “reasignaciones de recursos” para dejar sin miles de millones de euros a la Sanidad, la Educación y la Dependencia o los “gravámenes especiales del 10%” para encubrir una amnistía fiscal. Así que dejémonos de paños calientes y llamemos a las cosas por su nombre.

Reitero, Esperanza Aguirre ha demostrado una actitud fascista, autoritaria y antidemocrática.

Un último ruego a los “puristas”. ¿Si el 35,7% de los abstencionistas y votos en blanco o nulo habidos en la Comunidad de Madrid en las últimas elecciones se hubiesen inclinado en su mayoría, como parecería lógico, hacia formaciones políticas progresistas, pensáis seriamente que existiría tanta discriminación, autoritarismo, retroceso democrático y caspa suficiente para alfombrar toda la capital de España? Pensarlo detenidamente y asumir también las responsabilidades que correspondan.

Gerardo Rivas Rico es licenciado en Ciencias Económicas