Los nazis helenos apenas han gastado en publicidad electoral. Su campaña se ha traducido en una rebelión silente boca a boca y en visitar los barrios más castigados para repartir comida. También acompañan a los jubilados a los cajeros para que puedan sacar su dinero sin que sean asaltados por quienes ya viven en ellos. Los suicidios, "accidentes" y las muertes en extrañas circunstancias, escondidas por la Prensa, se cuentan en Grecia por decenas cada semana. Al pueblo no le queda nada, y cuando nada queda, lo único que toca es que alguien exhale con orgullo el “que se jodan ellos”. Se trata de gritar un último “Viva Méjico”. Al nazismo sociológico, se suma pues, un nazismo social (o de consecuencia capitalista). En Grecia comenzó a escribirse la historia hace 2.500 años y hará mal la socialdemocracia europea en depositar todas sus esperanzas en Hollande e ignorar a los aqueos.
Mientras el pacman mercantil va devorando los vagones del convoy europeo, la ideología parece haber quedado reducida a la última trinchera, a la defensa del mínimo bienestar. Ya sólo se discute sobre el reparto de los peces, no sobre las artes de pesca. La necesidad de una Banca Pública, el papel del BCE o asuntos más mundanos como una nueva ley hipotecaria, por ilustrar algún ejemplo, ni se mencionan. Durante mucho tiempo se habló del complejo democrático de la derecha. No sería justo dejar de señalar el empacho de una socialdemocracia que ha tratado a los bancos y a la Iglesia como pocos. O ésta comprende en bloque en Europa, que lleva años acomodada, presa del tótem y el tabú, o las resultas del laboratorio, como en las películas, pueden acabar propagando la epidemia fatal.
Alex Vidal es licenciado en derecho, escritor vocacional y autor del blog Crónicas de la Razón Práctica