Financiada en parte por una campaña de Verkami, la segunda película de Pablo Hernando, Berserker, ganó en el pasado Festival de Sevilla el premio especial Las Nuevas Olas. Un thriller sobre los mecanismos de la ficción tan reflexivo como entretenido -y en ocasiones muy divertido- que ha sido una de las grandes sorpresas del cine español de este año. Que esperamos tenga pronto distribución.


Hugo (Julián Génisson) es un escritor que se encuentra en el proceso de escribir su siguiente novela, la cual debe entregar lo antes posible si no quiere perder el adelanto que ha recibido –y que ya se ha gastado-. Pero una noche conocerá una historia: la hermana del novio de su compañera de piso, Mireia (Ingrid García Jonsson), decapitó a su pareja y pegó la cabeza al volante del coche, lo cual sabemos porque Berserker comienza precisamente con ese impacte imagen. Hugo comprenderá que esa es la historia que quiere escribir, y comenzará una investigación basada en diferentes paradas con interrogatorios para llegar a la verdad.


Pero mediada la película, todo cambia.



Pablo Hernando, en su segundo largometraje, nos propone una película que se abre, desde su sencillez discursiva, a varios caminos que confluyen pero que, a su vez, funcionan por separado. Por un lado, asistimos a un proceso de escritura-creación obsesivo: Hugo vive por y para escribir, ajeno a los demás, incapaz de mostrar empatía alguna –sobre todo con Mireia-; la investigación absorbe su interés, encerrado en su habitación salvo cuando acude a interrogar a los relacionados con el caso. Todo este proceso creativo de investigación es truncado cuando Hugo se enfrente a un peligro. A partir de ahí, Berserker se encamina hacia otros lugares. Hugo termina su novela, vuelve a trabajar en una librería, pero siempre con la sombra de no haber averiguado qué fue lo que realmente sucedió. Hernando divide en dos la película para desarrollar la primera en el terreno cercano al policiaco –eso sí, muy sui generis y personal- y una segunda en la que Hugo se enfrenta a la imposibilidad de saber la verdad y, por tanto, teniendo que aceptar su frustración.


Ha terminado el libro, pero desde la ficción. La inventiva, su imaginación, acaba rellenando los huecos que no conseguirá averiguar de la realidad. La ficción como posibilidad de sustituir la realidad.



Hugo pasa de ser un escritor poco satisfecho con su trabajo a ser agente de la ficción al introducirse en una investigación que, finalmente, supone mucho para él. Y, de nuevo, regresa a la realidad, eso sí, desde esa frustración que, en las secuencias finales de la película, se hacen todavía mayor cuando descubre que quizá había una gran historia detrás.


Hernando ha realizado una película en la que el relato va construyéndose paso a paso para, en un momento dado, detenerse; después, como Hugo, queda pensar en lo que se ha visto, en las expectativas truncadas. Al igual que Hugo, el espectador espera más. Y queda el pensar en lo que se ha visto. Berserker habla del ejercicio de narrar, de la creación, del proceso de ir introduciéndose en un descubrimiento, ya sea partiendo de la realidad o de la imaginación. Interesa el camino que va trazándose más que cada parada, que sus detalles. Insta a pensar sobre el relato. En la obsesión de su trazo. En el camino que se recorre cuando se crea. En el placer mismo de la creación.


Con Berserker Hernando ha realizado una película sorprendente por su aparente sencillez visual pero que, en realidad, esconde un trabajo magnífico en los encuadres y en los planos que ayuda a desarrollar el discurso sobre los mecanismos de la ficción y la relación de ésta con la realidad. Una película singular, original y personal.