El 30 de agosto pero  hace 200 años moría en Damasco Alí-Othman. En realidad no se llamaba así, ni siquiera se sabía de qué había muerto, o si sencillamente, le habían envenenado
Por lo tanto hoy no podríamos hacernos otra pregunta que no fuese ¿Quién había muerto en Damasco?

Este hombre murió en Damasco hace hoy 200 años, ¿pero quién era realmente?
Este hombre murió en Damasco hace hoy 200 años, ¿pero quién era realmente?

Se sospechaba que Alí-Othman era solo un pseudónimo tras el que se ocultaba el autor de un libro que había fascinado al mismísimo Alexander von Humboldt,  ese libro se titulaba Viajes de Alí Bey.

Alí Bey era un viajero bien conocido en los ámbitos científicos europeos, y no era para menos, pues había escrito una de las obras más increíbles sobre el mundo islámico. En ella se describía con todo lujo de detalles Marruecos, Trípoli, Chipre, Arabia, Egipto, Tierra Santa, Siria o Turquía. Lugares tan ignotos para los europeos como la misma Meca, de la cual fue el autor de los primeros dibujos conocidos.

Los libros de Alí Bey habían sido traducidos al inglés y al francés a principios del siglo XIX.
Los libros de Alí Bey habían sido traducidos al inglés y al francés a principios del siglo XIX.
 
Alí Bey no era ningún farsante, había estado en todos esos lugares, de hecho, algunos intelectuales europeos como el escritor François de Chateaubriand se habían topado con él en Alejandría describiéndole como “el turco más sabio y educado que existía en el mundo”. Bey era toda una autoridad en el mundo islámico, de hecho, entre los años 1803 y 1807 en los que realizó su viaje fue agasajado también por musulmanes como el sultán de Marrakech que le obsequió con dos esclavas. Alí Bey no dejaba indiferente a nadie.

Según se contaba, era un musulmán de padres siriacos que viviendo en el exilio había sido educado en Europa. Su mayor ilusión era la de regresar algún día a la patria de sus padres y aplicar allí la ciencia que había aprendido en Europa.

Los franceses lo veían como un sabio, los ingleses como un soñador, los musulmanes como un hijo honrado y los españoles… Los españoles lo veían como un impostor.

Ni musulmán, ni nada, Alí Bey era un lumbreras español llamado Domingo Badía Leblich.
Ni musulmán, ni nada, Alí Bey era un lumbreras español llamado Domingo Badía Leblich.

El halo de romanticismo que envolvía a Alí Bey se rompió de un plumazo cuando en 1836 a Manuel Godoy le dio por hablar de él en sus memorias. En tales páginas cuenta que Alí Bey no era ni exiliado, ni siriaco, ni musulmán, sencillamente era un barcelonés brillante que había trabajado como espía para el gobierno de Carlos IV.

La privilegiada mente de Domingo Badía (que es como en realidad se llamaba) le había hecho investigar sobre aeronáutica, botánica, filosofía, retórica, música, geografía, matemáticas… tanto como para de manera autodidacta crear una especie de olla exprés o incluso un globo aerostático.

Este arrollador ingenio le llevó a redactar un proyecto alucinante, El Plan de Viaje al África, una misión en la que él mismo viajaría de Marruecos a Kenia desvelando los secretos del continente africano. Un plan que escondía algo más que una mera expedición científica, pues también acarreaba una trama política hizo que Badía rozase con los dedos el trono marroquí.

Cuando en 1804 tenía todo preparado para derrocar al rey de Marruecos, Carlos IV se echó atrás, no le parecía ético quitarle el cetro a un rey a través de “maldades” (si él supiera que cuatro años más tarde perdería la corona precisamente por eso…)

Godoy y Carlos IV conocieron bien a Domingo Badía, un espía tan brillante que quizá les vino grande.
Godoy y Carlos IV conocieron bien a Domingo Badía, un espía tan brillante que quizá les vino grande.

Lo cierto es que Badía, aunque algo decepcionado continuó su viaje visitando infinidad de lugares para regresar a España en 1808, es decir, en plena invasión napoleónica. Sin embargo ni siquiera eso frenó  sus ansias viajeras con lo que finalmente en 1818 partió desde París bajo el nombre de Alí-Othman, una nueva identidad con la que murió en Damasco.

Unos dicen que envenenados por los musulmanes ofendidos por los secretos que reveló en su primer libro, otros piensan que fueron los servicios secretos ingleses los que acabaron con él dañando así a Francia, mientras otros creen que esas dolencias y ese presunto envenenamiento no fue más que la última impostura de Badía, el cual siempre quiso vivir pero también morir… rodeado de aventuras.