Vivimos tiempos convulsos pero ya saben que esta sección se encarga del pasado, así que si alguien del presente se da por aludido es cosa suya, como decía Miguel Gila “a mí no me gusta señalar…”
El 29 de marzo de hace justo 500 años comenzaban en Compostela las famosas cortes de Carlos V, un episodio que, a tenor de como está el patio en Europa…tiene gracia que sucediese justo en estas fechas. Aun así, viene muy bien conocer este episodio, para desterrar de una vez por todas prejuicios y sandeces.
Muy resumidamente la situación era la siguiente. El 28 de junio de 1519, en la catedral San Bartolomé de Fráncfort, los príncipes electores habían proclamado a Carlos V como emperador del Sacro Imperio Germánico.
 

El nombramiento imperial de Carlos V no salió gratis para España.

Desde luego la elección no salió gratis a la casa de Austria, otros candidatos como Federico de Sajonia se retiraron a cambio de cuantiosas sobornos proporcionados por las familias Fugger y Welser, famosos banqueros germanos que nunca olvidarían la deuda contraída por el emperador cobrándosela con creces años después ¿en Alemania? No, en España.
Los Fugger se hicieron con las rentas del Maestrazgo y las explotaciones de plata en Guadalcanal (Sevilla) y de mercurio en Almadén (Ciudad Real) mientras los Welser se lucraron de, la entonces provincia, de Venezuela, de cuyos recursos fueron dueños y señores.
Por si esto fuera poco, a España también la esquilmaron políticos y precisamente provenientes del séquito flamenco que acompañó desde su llegada a España a Carlos V.

Los Fugger o “creadores de emperadores” como se les llegó a llamar, sacaron grandes dividendos de la explotación a España.

El segoviano Diego de Colmenares resumió la mala praxis de aquellos políticos flamencos contra los españoles “todos ignoraban la lengua y calidad de los naturales, pero no el modo de recoger su oro y plata”. Y a la vista están los datos.
Guillaume de Croÿ, señor de Chièvres, que había sido nombrado comendador, vendió su cargo por 30.000 ducados, no sin antes conseguir para su colega Jan de Witte el obispado de Cuba, a Laurent Gouvenot un feudo en Yucatán y al tapicero Jean Sauvage el nombramiento de presidente de las cortes.

 

Pocos personajes en la historia de España han resultado tan repugnantes como Guillaume de Croÿ

Unas cortes que al celebrarse en Santiago impedían que muchos representantes castellanos llegasen a tiempo lográndose así otra de las maniobras corruptas de los flamencos. Sobornar y presionar a los representantes de Castilla para lograr el “servicio real” o lo que es lo mismo, un impuesto extraordinario para pagar las deudas del rey con los banqueros alemanes.
Con las corruptelas de unos y las deudas del otro hicieron que la población castellana acabase harta y cansada de tanto exceso. Muestra de ello fue el fatal destino de Rodrigo de Tordesillas.
Este regidor segoviano asistió a las cortes de 1520 y aceptó un soborno de 300 ducados, cuando la noticia se supo en su ciudad fue ahorcado por el populacho.

La ejecución de Rodrigo Tordesillas dio pie a la guerra de los comuneros, liderada en Segovia por Juan Bravo.

Aquella ejecución fue el pistoletazo de salida de una guerra cruel (como todas) que fue la de las Comunidades, entre cuyas motivaciones se han barajado mil y una causa, pero desde luego sin perder de vista las injusticias previas que se cometieron contra los españoles y que escandalizaron incluso a extranjeros como el italiano Pedro Mártir de Anglería quien en sus cartas dejó dicho:
“¿Qué cosa más soberbia (…) que los españoles fuesen tratados con el mayor rigor por faltas levísimas (…) y que ningún miembro de la justicia se atreviese a echar mano a un flamenco, aunque cometiera un delito atroz contra un español?”
Por lo tanto, imagino que cualquier holandés (aunque sea ministro) si ha estudiado historia ya sabría de estos hechos y si se precia de ser cristiano (aunque sea del CDA) sabrá que cuidar de los enfermos no es mal gasto sino obra de misericordia.