A las puertas de las elecciones hay un dato que pocos historiadores habrán pasado por alto, el nada desdeñable número de políticos con títulos nobiliarios.

Lo vemos en casos como Cayetana Álvarez de Toledo que además de ser la mano derecha de Casado es marquesa de Casa Fuerte; Iván Espinosa de los Monteros que siendo vicesecretario de Vox aspira a ser el siguiente marqués de Valtierra o Pío García Escudero que amén de presidir PP de la Comunidad de Madrid ostenta el condado de Badarán.

Esta cuestión, en principio sin importancia, esconde un trasfondo complejo y muy a tener en cuenta, me refiero a la transmisión genética del poder. Los cargos políticos o sencillamente de liderazgo poco o ningún sentido tiene que sean hereditarios, buena muestra de ello son los gobernantes chalados que nos han dado las sucesivas dinastías, sin contar los hijos, primos y parientes incompetentes, perjudiciales o personas que sencillamente no querían estar ahí pero que por culpa del nepotismo que la nobleza implica lo tuvieron que sufrir. En algunos casos desde niños y en contra de su voluntad (como si eso no fuera explotación infantil).

'La farsa de Ávila', de Antonio Pérez Rubio.

Los nobles castellanos que trataron de dar un golpe de estado tratando contra Enrique IV en 1465, demostraron ser unos traidores a su rey y unos explotadores del infante Alfonso, un niño de apenas once años. Detalle del cuadro “La farsa de Ávila” de Antonio Pérez Rubio.

A estos linajes de origen medieval habría que sumarles los nobles de nuevo cuño que, durante los reinados de María Cristina, Isabel II y otros monarcas más recientes alcanzaron sus títulos a base de corruptelas y chanchullos de todo tipo. Este maridaje entre nobles y políticos corruptos lo vemos en ejemplos vergonzosos tales como el condado de Bagaes, obtenido por Manuel Pastor Fuentes gracias a los negocios esclavistas que compartía en secreto con la reina madre María Cristina de Borbón.

Julián Zulueta, consiguió el marquesado de Álava gestionando la caja B de Agustín Fernando Muñoz y Sánchez (el novio que se echó la reina María Cristina una vez muerto Fernando VII).
Este marqués y financiero no se sació con estas corruptelas y como cualquier enfermo de codicia se lanzó a otros negocios, tales como en el tráfico ilegal de humanos, ganándose el título de “príncipe de los esclavistas”. Para más inri, logró el condado de Torre-Díaz para su sobrino, y lo que es más alarmante aún, todos ellos se abrieron hueco en la política.

Julián Zulueta, diputado y Marqués de Álava

Julián Zulueta, diputado, marqués de Álava y un gran emprendedor, sobretodo en la trata de esclavos.

Acogiéndose a pensiones vitalicias, puestos en la administración y todas las disposiciones que pudiesen los nobles dejaron de habitar castillos para poblar escaños, de hecho, baste recordar las inmediatas ventajas que tenían los grandes de España para ser senadores o cómo duques como el de Santoña se valieron de sus cargos políticos para seguir haciendo negocios con el ferrocarril y otras tantas infraestructuras del estado.

Por lo tanto los nobles no perdieron poder con la caída del antiguo régimen simplemente trasladaron sus dominios a las Cortes y el Senado. Y asi nos encontramos a nobles como el marqués de Urquijo o el conde de Romanones como representantes del pueblo en el Congreso de los Diputados. Un pueblo sobre el que tenían privilegios y del que sacaban rédito por el simple llano hecho de ser terratenientes.  Entonces ¿quién en su sano juicio pensaría que dichos representantes iban a defenderlos?

En tiempos más recientes, estos linajes con más miedo que vergüenza han intentado subirse al carro del neoliberalismo, pero ¿qué buen liberal no echará pestes y se mofará de un noble que dice creer en la igualdad de oportunidades si comienza desde que nace con infinitas ventajas…?

El mapa de los caciques

El mapa de los caciques. Pocas veces una imagen ha descrito mejor el reparto del poder en la España del siglo XIX.

Hoy día en España un titulo nobiliario no apareja, a priori, ningún privilegio pero sabiendo los siglos que ciertos clanes que llevan en el gobierno no cabe por menos que sospechar que si la nobleza históricamente se ha caracterizado por sus ansias de poder algo turbio lleva siglos sucediendo en el congreso si su propia página web reconoce que 301 familias nobiliarias han tenido al menos un escaño…

Josep Tarradellas, diputado de ERC en su juventud y marqués de Tarradellas en su vejez.

Josep Tarradellas, diputado de Esquerra Republicana en su juventud y marqués de Tarradellas en su vejez.