En estas fechas en las que media España se va de vacaciones y la otra media vuelve de ellas, un gremio trabaja de manera infatigable. Los arqueólogos. Y entre ellos un equipo combate los rigores de la estepa castellana en busca de un sueño. Desenterrar la ciudad perdida de Caraca.

Desaparecida en torno al siglo II o III de nuestra era, esta ciudad, primero indígena (carpetana para más señas) y después romana, ha sido durante siglos, un auténtico quebradero de cabeza para los historiadores, hasta que en la década de 1980 los profesores Jorge Sánchez Lafuente y Juan Manuel Abascal la situaron a orillas del río Tajo en las cercanías del pequeño pueblo de Driebes (Guadalajara).

Aun así, el entusiasmo en un grupo de jóvenes arqueólogos no quedó saciado y en 2016 Emilio Gamo Pazos, Javier Fernández Ortea y todo su equipo dieron los primeros pasos para volver a ver un enclave oculto durante siglos. Para pasmo de muchos lo que apareció no era una sencilla mansio (o área de descanso) en la calzada llamada Vía Espartaria, si no una majestuosa ciudad de dimensiones imponentes.

Tras la primera prospección en 2016, comenzaron las excavaciones donde surgieron edificios monumentales como el foro, las termas y este verano están saliendo a la luz los restos de un acueducto kilométrico que haría las delicias de cualquier ingeniero.

Pero no todo en esta historia son épicas ruinas. Caraca también está haciendo que brote una historia genial a nivel social. Para empezar la repercusión mediática que hizo que el pueblo de Driebes pasase de ser un municipio olvidado a ocupar titulares en Rusia, el Vaticano, China, Argentina… e incluso el mismísimo New York Times. Donde la última vez que se mencionó Guadalajara fue en 1937 a raíz de la Guerra Civil.
 

El yacimiento se ha convertido en el gran aliciente cultural de la comarca
Desde que empezaron las excavaciones el pueblo de Driebes cuenta con una exposición de grafitis de temática romana en sus calles

La laponia española, que es como llaman a esta región de Guadalajara, tiene pocas opciones para sobrevivir, las grandes ciudades se llevan a sus jóvenes y la vida en estos pueblos desaparece por momentos. Las excavaciones en Caraca son por tanto el último clavo ardiendo al que se aferran sus gentes para sencillamente no desaparecer.

Rápidamente colectivos culturales como la Asociación Amigos del Museo del Guadalajara aportaron su capital para que la investigación continuase. Pero también asociaciones vecinales como las mujeres de Brea de Tajo vieron con gran agudeza que ser mecenas de un proyecto así beneficia a toda la región.

Como es lógico también las instituciones pertinentes se sumaron a la causa como la Junta de Comunidades de Castilla la Mancha, la diputación de Guadalajara y por su puesto los ayuntamientos de Driebes, Illana y Brea de Tajo quien pese a ser de otra comunidad autónoma olvidó fronteras con tal de ayudar a un proyecto que va más allá de políticas, turismo e incluso me atrevería a decir que supera también lo arqueológico porque aúna tantos beneficios que se está convirtiendo en un verdadero motor en la vida en la comarca.
 

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El yacimiento se ha convertido en el gran aliciente cultural de la comarca

A raíz del yacimiento se ha creado un certamen anual de grafitis en Driebes, unas visitas guiadas durante las excavaciones y una serie de charlas y conferencias a los vecinos que ayudan a valorar las piezas del pasado que tanto nos unen. El día 16 se celebran las jornadas de puertas abiertas al yacimiento (a las 10.30 h. y a las 20.00 h.) y durante los días 15, 16 y 17 de noviembre tendrá lugar un congreso internacional en Guadalajara sobre este yacimiento que no deja de dar sorpresas.

Un proyecto apasionante a nivel histórico donde los jóvenes del pueblo vuelven a trabajar las tierras que labraron sus ancestros y no solo para ganarse el pan si no para hacer del pasado una oportunidad de futuro.