Últimamente parece que solo se puede hablar del caballo de Santiago pensando en cierto partido político. Pero ayer, 25 de julio, hablamos de otro muy distinto, el caballo blanco del apóstol Santiago.

Reverenciado por unos y cuestionado por otros, es sin duda un animal clave en la historia mitológica de España. Las vidas de los santos a veces resultan un poco inauditas y para creer en ellas habría que admitir que los gigantes como san Cristóbal existieron o que san Vicente Ferrer resucitó a un niño después de haber sido guisado. A decir verdad, plantearse la verosimilitud de los santos, es tan absurdo como cuestionar que Minerva naciese de un hachazo en la cabeza de Júpiter o que Peter Parker trepa por los rascacielos porque le picó una araña.

Reliquias del caballo de Santiago

La devoción por el caballo de Santiago hizo que se conservasen reliquias suyas como estas herraduras del relicario de la abadía de Cañas (La Rioja).

En definitiva, hablamos de fábulas y creaciones más bien literarias donde el valor de lo simbólico precede a lo real o a lo histórico. En ese sentido la historia del caballo de Santiago es apasionante porque esconde unas características que ya quisieran para sí el Coche Fantástico o el Batmovil.

Ciertamente el caballo de Santiago no es el primer equino mitológico. En la antigüedad tenemos a Pegaso ayudando a Perseo, o en época ya cristiana el de San Jorge o el de San Pablo que también apareció en Malta dando mandoblazos a los infieles.

En el caso de Santiago, la relación más antigua con los caballos habría que buscarla en el milagro del  “Cavaleiro das vieyras” recogido en un manuscrito medieval del monasterio portugués de Alcobaça donde se relata que un caballero el día de su boda perdió las riendas del caballo yendo a parar al Atlántico, donde divisó una misteriosa barca con rumbo a Galicia. Al salir de las aguas, el caballo estaba cubierto de conchas evidenciando que aquel navío era en el que iban las reliquias de Santiago rumbo a Iria Flavia.

Ilustración del Códice Calixtino

Las veneras y el caballo han sido dos animales indivisiblemente unidos a Santiago. Ilustración del Códice Calixtino.

Desde entonces el caballo de Santiago siempre ha aparecido vinculado a las vieiras o veneras, y así lo vemos en la iconografía de milagros como el del peregrino de Lorena. En este suceso Santiago surge desde el más allá a lomos de su corcel para llevar hasta Compostela a un peregrino al que resucita.

Esta escena del caballo con Santiago y el peregrino resucitado nos hace pensar en el caballo como un animal psicopómpico es decir como un conductor de almas al más allá, dándole así una nueva dimensión.

Milagro del peregrino de Lorena representado en la iglesia de Santa María Arcelli
Milagro del peregrino de Lorena representado en la iglesia de Santa María Arcelli (Roma)

Ahora bien ¿cómo se transforma un caballo portador de almas en una montura de guerra? Quizá se explique a la vez que el color, ya que el inequívoco color blanco de este animal coincide con el resto de santos caballerescos como san Isidoro, san Martín… a los que se les representa en caballos blancos ¿por qué? Seguramente porque todos deriven del Apocalipsis donde se menciona a un caballo de este color como símbolo de la victoria “salió vencedor y para vencer” de ahí que cuando el caballo de Santiago se vuelve un caballo guerrero sea blanco.

¿Pero cuándo se vuelve guerrero? Pues según la tradición piadosa durante el reinado de Ramiro I cuando en sueños se le aparece el apóstol la noche antes de la batalla de Clavijo. Una batalla de la que no hay ninguna prueba histórica pero que la mitología ha ubicado en las montañas de la Rioja.

No es casualidad que ya por esas tierras hubiese leyendas de San Millán galopando un caballo volador en defensa de los cristianos. Además, el enclave fue tenido como algo prodigioso porque como recoge el jesuita Juan Eusebio Nieremberg en el siglo XVII :

“Las piedras donde sucedió la batalla de Clavijo, que son en forma de bordones y veneras, insignias de romeros, con que el Apóstol Santiago se ha mostrado la primera vez que vino a España”. Es decir, que según la tradición en lo alto de las montañas riojanas habría piedras con forma de veneras. Y lo mejor de todo es que las hay. Los fósiles del mar de Tetis que en tiempos jurásicos bañaba aquellas tierras.

Puede que aquellas sierras riojanas pongan fin al mito del caballo de Santiago, pero desde luego también dan pie a una nueva fascinación, unos yacimientos paleontológicos que bien merece la pena conocer.

Regreso al futuro 4

Posibles restos fósiles en el castillo de Clavijo.