Recientemente, Esperanza Aguirre realizó unas polémicas declaraciones sobre la Guerra Civil, ofreciendo una versión tan inexacta como interesada de la contienda tratando de culpabilizar al PSOE.

Por ello, sería bueno recordar otro golpe de estado, del que este año se cumple siglo y medio. Todo comienza en un olivar cercano a Sagunto, el 29 de diciembre de 1874, cuando el general Martínez Campos al mando de 1800 militares dio un golpe de estado declarando rey a Alfonso XII.

La noticia corrió, vía telegráfica, por los principales cuarteles, haciendo que varios capitanes generales se sumasen al alzamiento. Un buen ejemplo fue Fernando Primo de Rivera Sobremonte, el cual, como capitán general de Madrid traicionó al gobierno para sumarse al bando rebelde. Curiosamente este Primo de Rivera se convirtió en todo un referente para su sobrino el también militar Miguel Primo de Rivera.

Grabado representando el golpe de estado del general Martínez Campos

Grabado representando el golpe de estado del general Martínez Campos.

Además de edulcorar el golpe de estado bajo el título de “pronunciamiento”, también se edulcoró el objetivo “la restauración borbónica”, cuando el objetivo real era retroceder, volver a toda una red clientelar organizada por la monarquía desde (al menos) dos generaciones atrás para merma de las arcas del estado.

Uno de los ideólogos de aquel golpe de estado fue Fernando Muñoz, rey consorte en el exilio al haberse unido en matrimonio y corruptelas con María Cristina de Borbón. Al morir en 1873 se suele desvincular a Fernando Muñoz de este golpe de estado, pero fue parte imprescindible en las sombras del estado.

Fernando Muñoz vivía exiliado en Francia desde que en 1840 pero eso no significaba que sus tentáculos no llegasen a nuestro país. En momentos claves para la monarquía, como el caso de corrupción de las joyas de Isabel II, Fernando Muñoz siempre estuvo ahí dispuesto a organizar una respuesta al escándalo.

Fernando Muñoz acabó siendo nombrado duque de Riánsares, al igual que su hermano, sus hijos y toda una red clientelar quienes sacaron provecho de los negocios de la corona

Fernando Muñoz acabó siendo nombrado duque de Riánsares, al igual que su hermano, sus hijos y toda una red clientelar quienes sacaron provecho de los negocios de la corona.

Los parientes de Fernando Muñoz no estaban en el exilio y eso les permitía tomar parte activa en la política del país. Por ejemplo, su yerno, Pepito Camposagrado, llegó a retar en duelo al ministro de Hacienda que destapó el desfalco de las joyas. Actitudes cercanas a las organizaciones criminales si tenemos en cuenta que por aquellas fechas se produjo el magnicidio, aún por resolver, el del general Prim (a quien Fernando Muñoz consideraba un traidor).

Pero si una de esas redes resultó efectiva para el golpe de estado de Sagunto fue el grupo llamado “Los tres mosqueteros” identificados por la especialista Cristina Bienvenida Martínez García (Universidad Rey Juan Carlos) como: D’Artagnan, el propio Fernando Muñoz; Porthos, su hermano Jesús Muñoz; Athos, Nazario Carriquirri y Aramís, Atanasio Oñate.

Athos (Nazario Carriquirri) comenzó sus negocios como proveedor del ejército y pronto ascendió a cargos políticos como senador y más tarde a banquero con estrechas relaciones con el no menos corrupto marqués de Salamanca.

Atanasio Oñate, hombre de confianza del corrupto Fernando Muñoz y pionero en el caciquismo español

Atanasio Oñate, hombre de confianza del corrupto Fernando Muñoz y pionero en el caciquismo español.

Por su parte Atanasio Oñate comenzó como administrador del Real Sitio de San Ildefonso adquiriendo cargos tan vinculados al dinero como inspector general de oficios y gastos de la casa real en 1852.

No debió hacerlo mal cuando fue recompensado por su fidelidad a la corona en el exilio incluso con títulos nobiliarios, conde de Sepúlveda y por supuesto de los negocios saltó a la política, siendo nombrado senador por la provincia de Segovia durante 14 años. Siguieron ocupando este cargo los Oñate en las siguientes legislaturas, con José Oñate y Ruiz (representado en el Mapa del caciquismo en España) desde 1896 hasta 1906 y cuando no el marido de su nieta, es decir, el 2º conde de Sepúlveda, Francisco Javier Gil y Becerril, famoso empresario que ocupó la plaza de senador desde 1905-1923.

Le sucedió su hijo, el 3º conde de Sepúlveda, José Gil de Biedma, quien fue senador desde 1914 hasta 1923. Para tan solo dos generaciones después encontrarnos en el cargo de senador a su nieta Esperanza Aguirre quien con el paso de las generaciones puede dar, y a los hechos me remito, lecciones sobre los golpes de estado.

Más de 40 años ocuparon el puesto de senador por Segovia los antepasados de Esperanza Aguirre

Más de 40 años ocuparon el puesto de senador por Segovia los antepasados de Esperanza Aguirre.