Pocas relaciones en la historia han estado rodeadas de tanto melodrama y postureo como la de la Iglesia y los artistas. En el presente “performers” como Abel Azcona son capaces de ponerse voluntariamente contra las cuerdas de la ley con tal de llamar la atención y católicos tan “extraordinariamente sensibles” que son capaces de entrar como yihadistas a romper imágenes, tal y como sucedió hace escasos días con un cuadro en la Diputación de Córdoba.

Los primeros se rasgarían las vestiduras al saber que grandes artistas de la historia han sido gentes del clero, Fray Angélico o Juan Bautista Maino... Pero no menos escozor producirá entre los fanáticos cristianos saber que Giulia Farnese además de ser amante del papa Alejandro VI fue modelo para hacer de la virgen en un cuadro de Pietro Facchetti, en el que, para más inri, aparecía el susodicho papa adorándola.

Copia del cuadro de Facchetti en el que Giulia posa como la Virgen María y su amante el Papa Alejandro VI la adora.

Mal que les pese a unos y otros, ha habido momentos de muy buen entendimiento entre los curas y el artisteo, por un lado, encontramos artistas dejaron bien alto el listón de servidumbre hacia el clero, amén de otros que fueron creyentes convencidos y que verdaderamente volcaron sus sentimientos religiosos en las obras que hacían.

Paralelamente nos topamos con clérigos tan amigos del teatro y la farándula que no les importó saltarse sus propias prohibiciones a la torera para componer comedias y asistir a los teatros tras celosías y buhardillas. Es más, los mismos que promovían la persecución al teatro tomaban nota para dar énfasis a sus sermones.

Jamás desde el catolicismo se vio con malos ojos la veneración a las imágenes artísticas aunque técnicamente el fanatismo de este culto roce la idolatría.

Autos sacramentales, pintura religiosa o la devoción desmedida hacia piezas artísticas son buenos ejemplos de ese compadreo que ha durado siglos. Ahora bien, como en cualquier relación tormentosa también ha tenido sus momentos de crisis esta extraña pareja. Peleas por todo lo alto, como cuando Julio II abofeteó a Miguel Angel Buonarotti o como cuando en España se prohibió dar los sacramentos a los cómicos.

Es por ello que esta provocación de unos y el entrar al trapo de los otros, no es nuevo en la historia. Javier Ramos en su estupendo libro Esto no estaba en mi historia del Circo (Ed. Almuzara) narra como la historia circense no se entiende sin el papel de unos cómicos italianos, en concreto aquellos representantes de la Comedia dell´Arte.

Espectáculos circenses como los payasos podrían tener su origen en las representaciones bufonescas de la Comedia dell´Arte.

La Commedia dell'Arte pronto triunfó en su vertiente popular, donde la sátira y la bufonería tuvieron gran protagonismo, pero llegado el siglo XVII, aquellos espectáculos chocarreros no gustaron nada en la corte papal, oficialmente por ser espectáculos inmorales, extraoficialmente por que aquellas críticas veladas en las sátiras estaban alcanzando también al clero… Sea como fuere el papa Inocencio XII determinó cerrar el teatro de la Tordinona pensando que con ello acabaría con estos espectáculos, pero lo único que consiguió fue difundirlos por el resto de Europa, las compañías teatrales que ya de por sí eran ambulantes, comenzaron a expandirse de tal manera que actores italianos como Abagaro Francesco Baldi arrasaron en España con personajes como Stefanello Bottarga que acabó dando origen a un personaje popular de la cultura española aún presente en nuestras fiestas y tradiciones “la botarga”, cuya misión principal, cual performer sacado de otro siglo, es escandalizar y provocar a todo con el que se encuentre, repartiendo zurriagazos si es preciso.
 

La botarga ¿Tradición popular o performance de última moda?

Esto invita a una reflexión, y es que no sé si serán conscientes artistas y ofendidos… pero al final va a resultar que con instalaciones tan transgresoras los artistas del presente no están haciendo otra cosa si no continuar la tradición de hace siglos y los ultraconservadores con sus obcecadas denuncias se están convirtiendo en los mejores mecenas que un artista controvertido desearía tener.