A menos de una semana para la celebración de las elecciones autonómicas en Galicia y con la vista puesta en una posible victoria histórica para el PP de Alberto Núñez Feijóo me asalta la duda. ¿Dónde está Cayetana Álvarez de Toledo? Los partidos acostumbran a sacar la artillería pesada ante unos comicios. El líder desembarca con toda la guardia pretoriana y sus mejores cuadros para apoyar al candidato. A lo largo de la campaña en Galicia se han visto muchos rostros conocidos, pero entre todos ellos no estaba ni estará Álvarez de Toledo.

El presidente del PP, Pablo Casado, tiempo ha que orilla a su portavoz parlamentaria. Resulta evidente que Feijóo encarna un alma popular diametralmente opuesto al tono bronco aunque elocuente de Álvarez de Toledo; y es obvio que la formación impulsará perfiles que favorezcan la causa, como el de la expresidenta del Congreso y exministra de Sanidad, Ana Pastor. Ahora bien, cuando escondes a tu portavoz parlamentaria, que debiera ser quien encarne la esencia más pura del proyecto pues es quien le dota de voz, tienes un problema.

Desde hace meses, dirigentes del PP titubean y tartamudean cuando les toca defender a su compañera de filas. Su estilo aznarista y punzante incomoda a los barones, que cuando les preguntan, balbucean: “Bueno, mire… Cayetana tiene muchas virtudes. Sinceramente deberíamos apostar todos por la desescalada verbal”, dijo es Alfonso Fernández Mañueco, presidente de la Junta de Castilla y León, después de que llamara terrorista al padre de Pablo Iglesias.

Cuando escondes a tu portavoz parlamentaria, que debiera ser quien encarne la esencia más pura del proyecto pues es quien le dota de voz, tienes un problema

Algo parecido le ocurrió a una consagrada Ana Pastor. Se las ha visto de todos los colores a lo largo de su dilatada y consistente carrera política; pero defender a Álvarez de Toledo no es fácil para nadie. En una entrevista el pasado 11 de junio admitió que “a lo mejor tenemos distintas formas de expresar las cosas, pero compartimos la defensa del Estado de Derecho, de las libertades y del Estado del bienestar que es lo que representa mi partido de centro derecha".

Alberto Núñez Feijóo no la quiere en su campaña. Con la boca pequeña, al ser preguntado, se limitó a decir que todo militante del PP está invitado. Sobre si se identifica más con Pastor o con Álvarez de Toledo, salió por la tangente afirmando que “con Pablo Casado, que es el presidente”.

El problema es Pablo, no Cayetana

Cuando un nuevo líder se hace con los mandos del partido, dibuja su propia estructura a fin y efecto de imprimir su sello personal del que será su proyecto. Así, designó a Álvarez de Toledo portavoz parlamentaria, una mujer que abandonó el partido jurando en arameo contra Mariano Rajoy.

Casado confirmaba su línea: aznarista, bronca, dura para competir con Vox. Buena muestra de ello son los 12 insultos que le dedicó a Pedro Sánchez en una intervención de apenas 10 minutos. El problema es que Feijóo concretamente ha demostrado que un PP más ancho es más sólido. De manera certera, el periodista Antón Losada apuntó que un éxito del presidente gallego supondría la caída de Casado y, de facto, de Álvarez de Toledo. Sin embargo, en estas líneas este servidor, humildemente, dobla la apuesta. Álvarez de Toledo, y de facto Casado, ya han perdido. Porque cuando tienes que esconder de manera tan evidente a tu portavoz parlamentaria para ganar unas elecciones es que tienes un problema. La voz de tu partido en el Congreso no representa el sentir de tus cuadros, y si no representas ni a los tuyos…

Casado no se atreve a dar el paso. Pretender soplar y sorber al mismo tiempo. Mantiene a Álvarez de Toledo al frente del Grupo Parlamentario mientras la orilla promocionando a otros perfiles, a fin y efecto de retirarla el protagonismo y dar más voz a otras dirigentes más oficialistas como son Ana Pastor en la comisión de la reconstrucción, Cuca Gamarra en la de Sanidad y Elvira Rodríguez son algunas de esas personas. Pero cada vez son más las voces críticas, cada vez es mayor el malestar, el ambiente más irrespirable.

El líder del PP no se equivoca escondiéndola, y no diré que se equivocó al nombrarla. No obstante, a la vista está que es un error mantenerla, y o Casado se envalentona y nombra otro perfil o su proyecto está condenado al fracaso.