El fraude electoral, que utiliza estrategias como la difusión de encuestas engañosas, la descontextualización y los bulos, forma parte del día a día de los partidos de ultraderecha de España y Portugal, como lo son Vox y Chega. Así lo confirma un estudio del proyecto SmartVote, que aglutina a más de una veintena de investigadores españoles y portugueses de seis organizaciones diferentes, y pone en el foco de difusión de contenidos falsos en redes sociales a los grupos políticos más radicales de derecha.

Existe cierta homogeneidad ibérica en términos de desinformación, con estos partidos políticos adoptando estructuras y narrativas de desinformación similares”, explica Miguel Paisana en declaraciones recogidas por InfoLibre, coordinador del informe e investigador del Observatório da Comunicação (OberCom) de Portugal. No obstante, cada país presenta particularidades propias. En el caso de España, destaca una mayor polarización política y una respuesta institucional más contundente frente a la desinformación. Portugal, en cambio, sigue siendo un entorno menos polarizado, aunque cada vez más expuesto a la inestabilidad política y al auge de la desinformación digital, acompañado de medidas regulatorias más suaves. “El adelanto electoral es un síntoma claro de esa inestabilidad”, añade Paisana.

La ultraderecha ha encontrado en las redes sociales su principal canal para la difusión de fake news. Estas plataformas ganan terreno como vía preferente de acceso a la información entre los españoles, en competencia directa con la televisión, mientras que la prensa escrita y la radio pierden protagonismo.

Una muestra de la brecha en la confianza mediática entre ambos países la ofrece el dato de que un 56% de los portugueses confía en los medios tradicionales, frente a solo un 33% de los españoles. La desconfianza se acentúa aún más entre la generación Z, es decir, los jóvenes de entre 18 y 24 años, donde el porcentaje cae hasta el 19% en España.

Un 70% de preocupación ante los bulos

Según el informe, siete de cada diez ciudadanos en España y Portugal reconocen estar preocupados por la desinformación digital. Sin embargo, en contraste con esta inquietud generalizada, un 38% se declara “nini informativo”, es decir, muestra escaso interés por las noticias y también una baja credibilidad hacia ellas. Este dato, recogido en el Digital News Report 2025 —un proyecto del Instituto Reuters para el Estudio del Periodismo de la Universidad de Oxford, desarrollado en España por la Universidad de Navarra—, pone el foco en una doble paradoja: la preocupación convive con la indiferencia.

El mismo estudio revela dos tendencias enfrentadas en cuanto a la confianza en las fuentes informativas. Por un lado, un 40% de los encuestados desconfía de los medios tradicionales. Por otro, un 73% identifica las redes sociales como el entorno más propicio para la propagación de bulos. En cuanto al origen percibido de esa desinformación, los políticos nacionales encabezan la lista de responsables con un 57%, seguidos por la clase política internacional (45%) y los influencers (45%).

Ante este panorama, el informe de SmartVote subraya la urgencia de combatir la desinformación, no solo por su impacto sobre la verdad, sino también por su capacidad para alimentar la polarización y el odio social. Como respuesta, el estudio apuesta por reforzar la alfabetización mediática, no solo entre los jóvenes, sino a través de programas intergeneracionales que doten a toda la ciudadanía de herramientas críticas frente a la manipulación informativa.

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