Sobre el origen del fuego, quedan pocas dudas. Más de un centenar de colillas han sido encontradas por los agentes rurales al lado de un aparcamiento de camiones, el lugar dónde se originó el primero de los focos en La Jonquera. El ministro del Interior, Jorge Fernández, apuntaba ayer en su visita al centro de mando que el Gobierno pretende endurecer las sanciones contra los responsables de los fuegos.

Familias enteras en la ruina
A medida que pasan las horas el drama humano aumenta. Ya son cuatro los muertos y algunos de los heridos siguen en estado crítico. Pero, hay otra cara de la moneda. Familias enteras han visto como ha desaparecido su forma de vida. “Estamos en la ruina” afirmaba la propietaria de un camping del que vivían tres familias. Sus quejas por la falta de efectivos son amargas. Según su relato avisaron a emergencias poco después de la una de la tarde del domingo. No acudió nadie. Dos horas después el camping había desaparecido. Las imágenes de animales muertos en las granjas del pantano de Boadella –en el que se nutren de agua los hidroaviones que combaten el incendio- son deprimentes. Cientos de ovejas murieron carbonizadas a pesar de los esfuerzos de sus propietarios por alejarlas de las llamas. La zona es rica en alcornoques. Algunos de sus propietarios miran tristemente como el corcho se ha quemado. La industria que gira en torno a este producto natural se resentirá y dejará a muchas familias de la zona sin su ocupación habitual.

Quejas por la actuación de los Mossos d'Esquadra
Todavía no parece el momento, pero las quejas de los vecinos se concentran en algunas actuaciones de los Mossos d’Esquadra por abandono de zonas que luego resultaron quemadas o el corte de carreteras que provocó un colapso de tráfico mayúsculo. También hay quién recuerda la falta de información o la información contradictoria. Esta contradicción fue la que llevó a un nutrido grupo de personas a abandonar sus coches en la N-260 para intentar alejarse de las llamas montaña abajo. Habían llegado hasta allí porque fueron desviados de la AP-7. El fuego los cercó. Una de las supervivientes afirma que “fue todo confuso. Primero djeron que nos quedáramos dentro de los coches y luego que no, que saliéramos todos fuera, a la carretera”. El miedo hizo el resto. Dos veraneantes franceses perecieron cuando saltaron al mar.