Aconseja al PSOE, “en la previsible travesía del desierto que le espera [al socialismo] a partir del 20 de noviembre” hacer una “refundación que incluyera renunciar a los idearios y a los métodos totalitarios” condenando así “el tenebroso pasado de donde procede” y “por haber hecho apología de muchos de los peores asesinos de la historia”. Sostres no se arredra en su narración sobre los malignos izquierdistas. Imparable ofensiva la suya: “La izquierda (…)” no ha llegado a hacer su propia transición hacia la democracia” y “sus referentes políticos y sentimentales siguen siendo la peor banda de criminales que ha dado la Humanidad”.

Ningún amor a la libertad
Ni Pío Moa ni César Vidal ni Federico Jiménez Losantos se atreverían probablemente a suscribir, sin matiz alguno, las tesis de Sostres. Es decir, las tesis del colaborador emergente de El Mundo. “Habría que empezar a decir que, para militar en el antifranquismo no hacía falta ninguna convicción democrática ni ningún amor a la libertad.(…) La izquierda antifranquista fue marxista, maoísta, troskista, estalinista, cualquier aberración imaginable; lo fue todo menos demócrata y jamás predicó nada parecido a la libertad”. Y hete otra barbaridad sin apenas precedentes, salvo lo que publicaba durante el franquismo el diario Arriba y sus comparsas: “El totalitarismo en nombre del que actuaba la mayoría de los antifranquistas era mucho más sanguinario que el régimen y fue una suerte que fracasaran (…)

PP, legítimo y democrático
Y al revés: “Pero 36 años después de la muerte de Franco, podemos decir que la derecha española colaboró lealmente con la Transición y que hoy el Partido Popular es una opción electoral indiscutiblemente legítima y democrática”. En cambio, “Rubalcaba encarna este afán de eliminar al adversario que ha tenido siempre la izquierda. Rubalcaba encarna y alimenta la raíz totalitaria y agresiva de una ideología y de unas estructuras que todavía no se han incorporado a los valores ni a la dinámica del mundo libre”. Otro puñetazo al hígado del candidato socialista: “Una vez más vuelve a ser el fondo gris sobre el que se esculpen los episodios más sórdidos de la historia de España”. Y suma y sigue.