El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, y el líder del PP, Pablo Casado, han mantenido la tarde de este lunes una "reunión privada" en el Congreso de los Diputados en la que hablarán del plan de Rivera para que ambos partidos permitan la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno a cambio de una serie de condiciones.

Así lo han comunicado fuentes de la formación naranja y se ha confirmado también desde el partido de Casado. Un cambio en el tablero de ajedrez que suma presión al candidato socialista, que, ahora, puede mirar a izquierda y derecha si quiere ser elegido presidente sin pasar por las urnas. El propio Pedro Sánchez ha comparecido frente a las cámaras para valorar el ofrecimiento in extremis de su homólogo naranja: "No hay ningún obstáculo real para que se abstengan”, ha explicado, alegando que la defensa de la Constitución es firme por parte de los socialistas, no se ha pactado con Bildu y su partido defiende los intereses impositivos de la clase media y los autónomos.

Rivera ha llamado por teléfono a Casado este lunes para proponerle que el PP y Cs se abstengan para facilitar la investidura de Pedro Sánchez y evitar así una repetición de las elecciones generales en noviembre.

A cambio, Sánchez tendría que aceptar tres condiciones: romper el pacto de gobierno del PSOE en Navarra con los nacionalistas y la izquierda y formar una coalición con Navarra Suma, asumir la aplicación del artículo 155 de la Constitución en Cataluña en el caso de que el president Quim Torra no acate la sentencia del 'procés' y rechazar indultar a los líderes independentistas que sean condenados y, por ultimo, comprometerse a no subir los impuestos ni la cuota de los autónomos.

Al término del encuentro, que se ha producido en el despacho que Casado tiene en la primera planta del Palacio de las Cortes y ha finalizado pasadas las 21.00 horas, Rivera ha declarado a los periodistas que "ha ido muy bien".

A una semana de que venza el plazo para la consecución de una mayoría que eche a andar la legislatura, los partidos se mueven y las miradas se suceden. Rivera se negó a sentarse a la misma mesa con Sánchez tiempo atrás, justificado su decisión diciendo que era "un peligro público" para los españoles. Ahora, a la vista de que las encuestas no sonríen a los intereses de la formación naranja, tejen un argumento sobre la bocina. Tic, tac.