Cuando todavía colea la definición de corrupción que su partido preparó para dar el visto bueno (al principio iba a ser una "abstención técnica") a Rajoy en la investidura de finales del mes pasado, Albert Rivera en un acto en Galicia ha vuelto a referirse al fenómeno que, según las previsiones, tendrá al PP muy pendiente de diversas sedes judiciales.
El líder naranja ha hablado del asunto y hoy, sin saber si tocaba enfundarse el disfraz de 'salvador de la ética política' pero con la seguridad de llevar puesto el atuendo electoral, ha arremetido incluso con dureza contra los populares y, en particular, contra el presidente en funciones, a propósito de lo ocurrido esta semana con la ex alcaldesa de Valencia.
Según Rivera, Mariano Rajoy, ha perdido "la oportunidad de oro de enmendar lo que ha hecho en los últimos años", ya que a su juicio, con Rita Barberá que ha pedido la baja en el partido, acechada por un caso de blanqueo, ha optado por resolver la encrucijada de la manera peor, o lo que es lo mismo, echando balones fuera.
Con dos opciones elige la peor
En este sentido, ha afirmado, "después de decir esta señora, con toda la cara, que se va a quedar con el escaño" de senadora, el líder nacional del PP tenía dos opciones, "o salir a dar la cara y decirle a la señorita Barberá" que lo devuelva, "o callarse y decir que no tiene autoridad", que es lo que ha hecho, "y estoy muy de acuerdo con el señor Rajoy, no tiene autoridad, la ha perdido toda haciendo lo que ha hecho".
Es sin duda una advertencia en toda regla, sobre todo teniendo en cuenta que el pacto de respaldo al gallego en caso de un nuevo intento de investidura, continúa vigente, o eso parece... o no a la vista de lo dicho esta mañana en Santiago de Compostela.
Doble postura de Rivera
No obstante, como bien es conocida ya la doble postura de Rivera, ha aprovechado la coyuntura para señalar que "más tarde o más pronto" tendrá un presidente de un Gobierno que ataje la corrupción "sin dar vueltas" porque "no nos sirven líderes que se esconden", ni otros como el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, que "no están para dar lecciones tampoco" citando los ERE y los casos de Manuel Chaves y José Antonio Griñán. En este asunto, sin embargo, no ha podido ir más allá puesto que ambos dejaron cualquier cargo público hace ya bastante tiempo.
A partir de aquí sus conclusiones. Albert Rivera, como político ya curtido -la novedad de su partido es que tiene 10 años de existencia- ha lanzado sus habituales proclamas entre las que gritó alguna advertencia como que "hasta que los viejos partidos se regeneren, no vamos a formar gobierno con ellos". Aquí se puede pensar que, de nuevo, el líder de Ciudadanos vuelve a retomar la línea roja original relativa a la corrupción y que, dijo, eran innegociable en un acuerdo con el PP -luego llegó la famosa nueva definición-.
Una cosa y la contraria
Nada más lejos de la realidad porque, nada más recalcar lo anterior, se ha mostrado abierto a entablar diálogos porque, tal y como ha aclarado, "si no negociamos con los que tienen corrupción, ¿con quién negociamos si todos tienen?".
Como también es su costumbre cuando habla de corrupción con ese rol de 'salvador', ha insistido en que "hay mucha gente honrada también en política", pero agregando que a las manzanas podridas hay que apartarlas, sin saber si en esta acepción de corruptos incluye a los dirigentes del partido con el que mantiene un pacto cuasi de Gobierno o, por el contrario, se aferra al concepto rehecho por su partido para cerrar a toda costa el acuerdo con el PP.