Aunque internamente tanto en el partido que sustenta el Gobierno como en el principal partido de la oposición, la noticia del accidente del rey mientras cazaba elefantes en Botsuana ha creado un profundo, pero  muy profundo malestar, la consiga es silencio, respeto y ayudar a apagar el incendio cuanto antes.

La historia nos enseña que en períodos muy convulsos económicamente, con crisis duras y prolongadas, cualquier mecha puede prender un incendio difícil de parar y que acabe dejando todo en ruinas. España necesita estabilidad institucional en un momento en el que sabemos que las medidas que emprenderá el Gobierno del PP, tarde o temprano provocarán movilizaciones en la calle.

Pérdida de credibilidad
Las redes sociales ardían ayer, y la monarquía no salía bien parada. Partidos políticos populistas pueden tener la tentación de sumarse a ese carro para sumar votos, pero las consecuencias pueden ser un desastre. No se trata de defender la monarquía a ultranza como sistema político, se trata de ser conscientes de que, entre las muchas cosas que no se puede permitir ahora este país, es una brutal inestabilidad institucional, que no parezcamos un país serio sino un país al borde de la revolución. Entonces sí que aquí no invertirá nadie, el capital invertido huirá y lo de la intervención ya no será una amenaza, sino una realidad.

La Corona se haya inmersa en un proceso serio de pérdida de credibilidad, el divorcio de la Infanta Elena situó a la familia real en los platós de los programas de corazón, y a partir de ahí las cosas solo pueden ir a peor. Una familia real que solo es noticia en la prensa de corazón, malo, muy malo. Y cuando ocupa espacios en la prensa “seria” es por el mayor escándalo de presunta corrupción. En lo peor de la crisis los españoles han visto al duque de Palma, yerno del rey, desfilar por las juzgados para explicar de dónde sacó millones de euros.

Y en estas estábamos cuando el nieto mayor del rey se dispara en un pie con una escopeta que los menores tienen prohibido manejar. Su abuelo, el rey, no aparece a visitarle. Porque estaba de caza. Y el rey es operado en Madrid mientras la reina está en Grecia pasando la Pascua ortodoxa con su familia (la griega). Un desastre total.

El Rey había subido muchos enteros con sus últimos discursos, como por ejemplo su preocupación por los jóvenes parados españoles. Un accidente, un viaje, una foto pueden echarlo todo al traste.

Ya no es la imagen de una infanta, de un yerno o de una nuera, es la imagen del mismísimo rey, el jefe del Estado, admirado por la inmensa mayoría de los españoles. Y hoy tiene un problema, y no solo de cadera.

Todas las esperanzas en el Príncipe
El príncipe Felipe asumirá la agenda del Jefe del Estado durante unos días. Hasta la fecha el Príncipe ha salido airoso de las pruebas a las que se le ha sometido, incluidos sus noviazgos y finalmente su matrimonio con Letizia Ortiz, duramente criticada por la derecha mediática más montaraz. Ambos, especialmente la Princesa de Asturias, han acertado con adoptar un perfil discreto y bajo en estos tiempos.

La impresión que comienza a extenderse en muchos círculos de poder de este país, es que a Felipe de Borbón  no se lo están poniendo nada fácil. Las andanzas judiciales de su cuñado Iñaki Urdangarin dejan muy tocada a la corona, y ahora lo que faltaba es que se cuestione al mismísimo rey. Lo sensato es que los dos grandes partidos que pueden gobernar este país, PP y PSOE, apuntalen en estos momentos a la Monarquía. Es lo sensato. En tiempos de tribulación, mejor no hacer mudanzas.