Carlos Mazón, aún presidente en funciones de la Generalitat Valenciana, lleva meses protagonizando un relato político lleno de capas, guiños culturetas y decisiones comunicativas que muchos interpretan como impulsivas, estratégicas o simplemente caprichosas. Pero lo de esta mañana ha superado todas las expectativas: durante el Pleno del Consell, con el termómetro político marcando un punto de ebullición interna, Mazón ha decidido subir una story a Instagram con un montaje de vídeo y una banda sonora nada casual: La Perla de Rosalía.

Un clip dinámico, varios planos del interior del Palau, algún zoom dramático, una mirada perdida entre papeles y un ritmo emocionalmente intenso que descolocó a propios y ajenos. Mazón parecía querer decir algo sin decirlo, lanzar un mensaje cifrado para quienes saben leer entre líneas. Y sí, se notó. Porque apenas pasaron unos minutos hasta que, de manera fulminante, el vídeo desapareció. Borrado. Eliminado sin rastro.

O eso creímos.

Un rato después regresó, resucitado pero modificado. Mismo montaje, mismos planos, mismo pulso narrativo… pero esta vez acompañado por otra canción de Rosalía: Divinize. Un cambio significativo para quienes saben que la catalana no se reproduce al azar, que cada letra lleva munición simbólica, que cada base late como advertencia o confesión. ¿Error técnico? ¿Rectificación calculada? ¿Un gesto de reafirmación? La interpretación se abre como un melón y, para muchos, la elección musical no es inocente: Rosalía puede ser un arma política cuando se usa para contar un estado de ánimo.

El ruido del timing perfecto

La story llega el mismo día en que nuevas informaciones confirman un detalle clave hasta ahora difuso: Carlos Mazón y Vilaplana no se separaron en el parking como se había declarado. Las fuentes del PP, citas directas al Diario Levante, confirman que ambos salieron juntos del aparcamiento de El Ventorro, y que fue Vilaplana quien condujo al president hasta las inmediaciones del Palau de la Generalitat, donde él entró solo minutos después.

El dato no es anecdótico. Concretamente, alrededor de las 20:00 horas Mazón se baja del vehículo de la periodista y accede al edificio presidencial, donde -según la reconstrucción filtrada- un asesor externo le puso al día de la dimensión real de lo que estaba ocurriendo. En ese momento, el caos ya devoraba la Comunitat. El desastre estaba desbordado.

La cronología es quirúrgica.

19:47 — La tarjeta bancaria de Vilaplana registra el pago del parking.
20:00 — Ambos abandonan el lugar juntos y ella lo lleva al Palau.
20:11 — Llega la alerta Es Alert a los teléfonos móviles.
20:28 — Mazón aparece por fin en el CECOPI, tres horas después de iniciada la reunión de emergencia.

Y en medio: 37 minutos de apagón telefónico.
Treinta y siete minutos en los que nadie localiza al president. Ni llamadas, ni respuestas, ni actividad. Un silencio administrativo y personal que coincide exactamente con el tramo temporal posterior al final de la comida y previo al pago del parking. Un vacío que la versión oficial no rellena.

Lo que ahora sabemos

Vilaplana declaró ante la jueza que investigaba la DANA que entró sola al parking y que se despidió allí de Mazón sin saber hacia dónde se dirigía. “Ella se bajó y ya está.”

Pero la documentación y la certificación judicial del estacionamiento desmontan esa secuencia. Lo que hasta el martes era un relato, ella al parking, él por su lado; ahora sabemos que no fue así. Tras pagar el ticket, lo llevó en coche hasta el Palau. La versión oficial se agrieta, se corrige, se desdice. Y el silencio del president durante esos 37 minutos se vuelve aún más decisivo.

La periodista aseguró que el encuentro duró desde las 15:00 hasta las 18:45, que Mazón la acompañó al parking y que después se quedó 5-15 minutos respondiendo mensajes. Pero los tiempos no encajan, y el propio itinerario los contradice: si el pago es a las 19:47, y quince minutos después está dejando a Mazón en el Palau, hubo un intervalo donde ambos estuvieron juntos en otro lugar no declarado. Antes y después.

Y aquí entra en escena la palabra que circula hoy como un virus político: “terrorista emocional.” No hay otra expresión que resuma mejor el momento. Mazón se mueve en el terreno del gesto simbólico, del mensaje envuelto en música pop, de la política instagramizada. Quien necesitaba ruedas de prensa, él lo resuelve con Reels. 

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