Ya saltó el debate hace justo un año con el acuerdo de investidura entre el Partido Popular y Ciudadanos y ahora ha vuelto a ocupar minutos y líneas de texto en los medios de comunicación después de que Albert Rivera anunciase en la comparecencia de Mariano Rajoy sobre la trama Gürtel en el Congreso que el próximo lunes presentaría una ley al respecto. Hablamos de la limitación de mandatos.

Poner un tope al número de mandatos del presidente del Gobierno es una norma ampliamente debatida e instaurada en otros países pero que nunca se ha aplicado a nivel nacional en la España democrática, aunque ahora se está introduciendo en algunas autonomías.

Las dudas sobre su posible aplicación al presidente del Gobierno español ya son muchas. ¿Habría que cambiar la Constitución? ¿Sería con carácter retroactivo? ¿Podría un político gobernar dos legislaturas, descansar otra y luego volverse a presentar?

Pero la eficacia o no de esta norma y su idoneidad dependiendo del sistema político de cada país encierra aún más dudas que podemos intentar despejar conociendo cómo la han aplicado, y usado, otros países.

¿Qué intención persigue?

Centrándonos sólo en cargos electos del Poder Ejecutivo, esto es, el Gobierno, la limitación de mandatos es “una técnica que puede inscribirse perfectamente en el pensamiento constitucionalista tendente a limitar el poder político del Estado para garantizar los derechos y libertades de la sociedad civil”, tal y como señala el profesor Antonio Ibáñez-Macías, doctor en Derecho Constitucional de la Universidad de Cádiz.

Pero por otro lado encontramos que la limitación de mandatos también produce una, valga la redundancia, limitación de otro derecho fundamental, el de sufragio pasivo, es decir, el de ser una persona elegible para un cargo público.

Diferencias dependiendo del sistema político

Atendiendo a los países que nos rodean, encontramos una pauta interesante, aunque no necesariamente quiere decir que marque una norma inquebrantable: ninguna monarquía parlamentaria europea tiene limitación de mandatos de su jefe del Ejecutivo.

Expulsar a los representantes por mecanismos legales en lugar de la voluntad de los votantes también puede servir a un sistema corrupto

Bélgica, Dinamarca, Luxemburgo, Holanda, Noruega, Suecia, Reino Unido y España no recogen ni en sus constituciones ni en su ordenamiento jurídico una limitación de los años o mandatos que su primer ministro o presidente del Gobierno puede ocupar el cargo ya que, al contrario que en sistemas presidencialistas, para seguir en el cargo deben mantener el apoyo de sus respectivos parlamentos, es decir, el poder Legislativo que sí es elegido directamente por los ciudadanos.

Caso contrario, aunque con matices, encontramos en los países donde por un lado se elige por sufragio directo al presidente y por otro a los miembros de las cámaras legislativas.

Diferentes niveles de limitación

Por un lado, tenemos el ejemplo de Francia, donde el presidente de la República aglutina gran cantidad de poder y su cargo está limitada a dos mandatos consecutivos de cinco años cada uno. En este caso el político, pasado un mandato sin poder, podría volver a presentarse, no limitando así de forma tajante su derecho al sufragio pasivo.

Por otro lado, encontramos el ejemplo de Alemania, donde su presidente de la República Federal se encuentra dentro de un sistema parlamentario, por lo que tiene las funciones mucho más limitadas que en el caso del sistema presidencialista como el francés, ya que la carga política del país la lleva el Canciller, en este caso Angela Merkel. Aun así, el presidente alemán tiene una limitación de dos mandatos de cinco años cada uno.

Entre el caso alemán y el francés podríamos colocar el de Italia, cuyo presidente de la República es votado cada siete años, sus funciones también están limitadas a las de representación, arbitraje y garante de la Constitución, pero que, en contra del sistema alemán, puede presentarse al cargo tantas veces como lo desee. Eso sí, el candidato debe tener más de 50 años. Como dato curioso, el actual presidente Sergio Mattarella fue en 2013 el primero reelegido para un segundo mandato en la historia de la República Italiana.

Tanto en el caso francés, como en el alemán y el italiano, el primer ministro no tiene una limitación de mandatos, sólo, como en el caso de las monarquías, debe contar con el apoyo del poder legislativo.

Tras este repaso por Europa, la conclusión que podemos sacar es que los países que tienen un sistema de gobierno parlamentario no son propensos a poner límites a sus líderes ya que éstos no tienen una fecha de caducidad, ya que ésta se la marca la confianza que mantengan con el Parlamento, lo cual puede ser de unos meses o de varias legislaturas.

A la vez, estos sistemas son proclives a limitar los mandatos de otros cargos como el de un presidente ceremonial pero que tiene poderes en determinados casos especiales.

Su utilidad, o no, en democracias débiles

Mención especial requiere la limitación de mandatos en países con sistemas democráticos menos asentados, como podría ser el caso de países de América Latina o determinadas exrepúblicas soviéticas.

Ninguna monarquía parlamentaria europea tiene limitación de mandatos de su jefe del Ejecutivo

Estas restricciones a mandatos muy prolongados son especialmente recomendadas en países con economías rentistas, es decir, territorios ricos en recursos naturales donde el acceso a los bienes estatales también es fuente de enormes beneficios.

En estos casos, tal y como recoge el doctor Farid Guliyev en Harvard International Review, la limitación del mandato presidencial es una “restricción institucional crucial contra la monopolización ejecutiva y el abuso de poder”, evitando casos en los que, con el tiempo, el gobernante utiliza el Estado “como ‘cobertura’ para una extensa red de clientelismo”.

Pero también debemos tener en cuenta el caso contrario. "Expulsar a los representantes por mecanismos legales en lugar de la voluntad de los votantes también puede servir a un sistema corrupto". Este es el caso de México. Como señaló el periodista Anthony DePalma en el New York Times, la cultura política de este país se ha basado en la debilidad e incertidumbre que tales límites crean.

Necesaria o calentón político

Por último, si un país quiere aplicar este tipo de restricciones temporales al poder político se debe abrir un debate amplio y sosegado sobre su verdadera utilidad. Encontramos en toda Europa casos de todo tipo y ninguna norma que rija cuál es más o menos bueno. Lo que sí sería necesario es que un cambio legal de este tipo no se base en el calentón temporal hacia un mandatario determinado ya que, en dicho caso, una democracia moderna tiene muchos más mecanismos para protegerse avanzando así a una mayor calidad política.