Rodeados ya por un grupo cada vez más numeroso de delegados y periodistas siguieron avanzando por los pasillos camino de la gran sala donde se celebraba el plenario del Congreso. Zapatero aprovechó para preguntar a su sucesor qué había pasado, que había causado el retraso en conocerse el resultado de la votación (el recuento se prolongó más de una hora y media por encima de los previsto). Los seguidores de Rubalcaba le aplaudían por los pasillos, pero él iba, serio, caminando como ausente, protegido en la conversación de confidencias con Zapatero. A su lado caminaba su jefa de campaña, Elena Valenciano, ella sí, sonriente, satisfecha, por una victoria que tan sólo se había concretado en un pequeño margen, como se esperaba: 22 votos de 956. Por ser más exactos, 487 a 465, con dos votos en blanco y uno nulo. Una victoria suficiente para Alfredo Pérez Rubalcaba; una derrota más que digna para Carmen Chacón.

Aplausos y lágrimas
Tan apretado resultado, que provocó escenas de euforia y tristezas que daban cuenta de la enorme tensión con que habían vivido las candidaturas y los partidarios de cada una las últimas horas. En uno de los pasillos, apenas diez metros tras la comitiva que arrastraba a Zapatero y a Rubalcaba, este enviado de ELPLURAL.COM pudo asistir a la escena de Gaspar Zarrías, el hombre que había ‘movido’ los intereses del ‘rubalcabismo’ en Andalucía, región clave en el resultado final, como se ha explicado tantas veces, abrazado a una delegada andaluza, llorando, incapaz de contener ya la tensión.

Era el final de una campaña que en un principio parecía muy decantada para el vencedor final, pero que la candidata que venía detrás supo alargar hasta convertir en una carrera de “foto-finish”. Tanto que se llegó a hablar –aspecto luego desmentido- de que debió su retraso en hacerse oficial a que había resultado necesario realizar un recuento.

Los discursos, la última bala
Antes, la mañana se había iniciado con el disparo del último cartucho que les quedaba a cada candidato: Sus discursos ante el plenario.
“Va a ser el discurso de un político serio y solvente”. Esos dos, “serio y solvente”, eran los calificativos con los que, antes de que lo pronunciara, anunciaba a este enviado de ELPLURAL.COM como iba a ser la intervención de Rubalcaba un muy destacado miembro de su candidatura.

“Carme va a devolver la ilusión a la gente”. Este era el mensaje con el que nos definía la que iba a ser la intervención de Chacón uno de sus más cercanos portavoces. Mas allá de estos calificativos y de que luego los candidatos cumplieran con esas expectativas de sus seguidores, lo cierto es que el fondo de los mensajes de cada uno, el contenido de sus discursos, tuvo al final mucho de común.

Quizás no sumaron, pero ninguno se equivocó en sus intervenciones
En realidad a lo largo de la campaña esta ‘crítica’ había sido muy frecuente. Los dos candidatos mismos tuvieron que contestar mil veces, aunque con la lógica reticencia, a la pregunta sobre esa similitud.., incluso reconocerla. Eso sí, no sin acusarse mutuamente de ‘copiarse’ mensajes. Y es verdad que cuanto más fue progresando la campaña más se fueron pareciendo los ‘discursos’.

Desde luego las intervenciones finales no cambiaron esa impresión. Tras escuchar a los dos candidatos, ya a la hora de comer, mientras que acudían a votar, la impresión dominante en los pasillos y en el par de bares del hall del hotel en el que los delegados se agolpaban intentando hacerse con una caña y un bocado, es que ninguno de los dos había cometido un error. O si lo prefieren, que ninguno de los dos había dado razones a los suyos para abandonarles.

Ratificados cada uno en sus impresiones iniciales, la frase “no hay color” se hizo la más repetida en todos los corrillos de los delegados. Desde luego era la que daban cuando el periodista pedía valoraciones. Un “no hay color”, eso sí, que ofrecían los partidarios de Chacón y Rubalcaba, de Rubalcaba y Chacón…, dando a sus elegidos la condición de favoritos.

Una Ejecutiva con más poder y una sola voz
¿En qué no “había color”? Los votantes del exministro de Interior daban este argumento: “Alfredo ha hecho un discurso de fondo, con un proyecto. Nos ha dicho que va a constituir una Ejecutiva unida, que recupere la voz única y fuerte del PSOE, va a dar al partido la reforma que necesita, y propone un proyecto político con el que hacer frente al PP”.

Es cierto, Rubalcaba, que porque la suerte –literalmente una moneda tirada al aire- así lo había querido, abrió el turno de intervenciones, había prometido “recuperar liderazgo para la comisión Ejecutiva Federal”, y que en los grandes temas “sea capaz de tener una filosofía común en los grandes temas”. Esto era lo más apuntado por sus seguidores como su gran momento. Esto y la ‘amenaza’ de revisar el concordato con la Santa Sede como respuesta a un PP que “en 30 días ha hecho retroceder 30 años los derechos civiles en España”, que ha vulnerado “los consensos de la transición” y está poniendo en marcha “un proyecto de retroceso ideológico” a pesar de que las posiciones socialistas, decía Rubalcaba, “han sido razonables, sensatas y siempre en pos de acuerdos”.

No esperar a atravesar desiertos
Los partidarios de Carme Chacón por su parte lo tenían igual de claro ¿Por qué había estado mejor ella? ¿por qué no había color en su favor?: “Carme tiene un intangible, un carisma, aporta una esperanza de futuro que no tiene Alfredo. Aporta esperanza. Y además… ¿por qué esperar a un congreso dentro de un año y medio o dos años para decidir qué tenemos que hacer?”.

Después llegó la votación y el resto de la historia ya le hemos contado en esta crónica… Todo hasta el momento final, el momento en el que el presidente del Congreso, también presidente de Andalucía, cerró toda herida. El momento en el que José Antonio Griñán, aunque él, no declarado ‘chaconista’ hubiera preferido con seguridad acabarla de otra manera, dijo la frase que sin duda había preparado para la ocasión: “la respuesta socialista es Alfredo Pérez Rubalcaba”