Un fantasma del pasado abisma Génova 13. Como si la historia se repitiese con protagonistas que, además la vivieron en sus carnes. Este viernes ha trascendido que la expresidenta de la Comunidad de Madrid Esperanza Aguirre publicará un libro entre abril y mayo. El eje central de su obra es una receta sobre cómo desbancar a Pedro Sánchez del Gobierno. Lo curioso es que esta noticia ha sacudido los cimientos del PP no por el libro o la reaparición de Aguirre, sino porque coincide en el tiempo con el ascenso meteórico de Isabel Díaz Ayuso a los altares populares y hay quien recuerda que hubo otro tiempo en el que la figura madrileña del PP acabó enfrentándose al líder nacional en una cruenta lucha. ¿Se repetirá? ¿Se enfrentará Ayuso a Casado como otrora se enfrentaron Aguirre a Mariano Rajoy?

Casado eligió a Ayuso para Madrid porque creía que podía controlar sus movimientos. Ambos mantienen una estrecha relación personal cuya génesis, por cierto, tuvo lugar en el seno de la propia Aguirre. Ambos fueron sus pupilos y conocen a la perfección la historia entre Aguirre y Rajoy.

La presidenta de la Comunidad de Madrid es ambiciosa. Según se narra en los mentideros, tiene aspiraciones y apunta a medio plazo a la presidencia del PP. Alimentada por los cantos de sirena de Miguel Ángel Rodríguez – convencido de acabará liderando a los conservadores a nivel nacional-, Ayuso ya plantó cara a sus superiores en verano; cuando Génova tuvo que intervenir para que la jefa del ejecutivo regional no dinamitara la relación con su socio de Gobierno (Ciudadanos), próxima a su implosión.

Y es que, en mayo de 2020, según pudo saber ElPlural.com, Isabel Díaz Ayuso mantuvo una reunión entre bambalinas con Santiago Abascal y Rocío Monasterio. Fuentes parlamentarias narraron a este periódico que la presidenta madrileña se vio con la portavoz de Vox en la Asamblea y el líder del partido a escondidas, con las cabinas de prensa como testigos silentes. Unos meses después de este encuentro, mientras se sucedían los perennes tiras y afloja entre socios de Gobierno, Ayuso puso todas sus cartas sobre la mesa ante la cúpula. La presidenta regional descubrió su plan para disolver la Cámara autonómica y convocar elecciones, convencida de que alcanzaría con facilidad la mayoría absoluta con Vox y deshacerse del lastre de Ciudadanos.

Esta no fue la primera ni la última vez que Ayuso se rebela contra su propio partido y pone en un brete a quien la elevó a los altares. Casado apostó por ella por su perfil. Ambos bebieron de Aguirre, se conocen y el líder del PP pensó que podía controlarla. Sin embargo, a día de hoy, es indomable. Buen ejemplo de ello es que mientras todos los barones territoriales demandan al Gobierno de Sánchez más restricciones para atajar la pandemia de Covid-19, la madrileña se opone a todos ellos.

Su fuerza es tal que Casado no puede desautorizarla, pues se ha erguido como la oposición a Sánchez. Como si ella fuera la máxima representante del segundo partido más votado de este país. Tamaña es su magnitud que Alejandro Fernández, candidato del PP a la Generalitat, contará con Ayuso como maestra de ceremonias el próximo sábado en Barcelona. No es la primera vez que Ayuso respalda a Fernández en la Ciudad Condal. Lo hizo a finales de noviembre, en precampaña, en una visita a Barcelona en la que defendió la bajada de impuestos y arremetió contra la ley educativa impulsada por la ministra Isabel Celaá. La economía y la defensa de la libertad educativa son, de hecho, dos de los principales ejes de campaña del PP, y Ayuso sirvió de ariete. Cría cuervos…

¿La nueva Aguirre?

El miedo en Génova reside ante la posible iteración de una nueva relación tensa con la persona que ostenta la Presidencia del PP en la Comunidad de Madrid, además de la jefatura del Ejecutivo regional. En su momento, fue Esperanza Aguirre la que se labró un nombre de oposición al jefe supremo de los conservadores, a la sazón, Mariano Rajoy.

Pero Pablo Casado quiere evitar que Ayuso siga lo pasos de su maestra y resalte aún más las dudas sobre su liderazgo en el Partido Popular, como le ocurrió a su predecesor. La historia se repite en las filas populares y por este camino no está dispuesto a pasar el presidente de la formación.

De hecho, en este momento sube un tercer protagonista al escenario, que convertiría en un calco la situación actual del PP con la acaecida hace poco más de quince años. Se trata de José Luis Martínez-Almeida, alcalde de Madrid, y cuyo nombre también estaba en las quinielas para presidir del Partido Popular de Madrid, aunque en agosto Casado le designó como nuevo portavoz de la fuerza conservadora, lo que le alejaría de esta carrera.

Las comparativas resultan alarmantes para Pablo Casado. En 2005, eran Alberto Ruiz-Gallardón y Esperanza Aguirre los que libraban una batalla encarnizada por ser los primeros espada del partido en Madrid, aunque en realidad constituía un paso previo para alcanzar la cúpula de Génova.

Tres años más tarde, la relación entre Mariano Rajoy y Esperanza Aguirre se volvió insoportable. Hasta tal punto que la ex lideresa llegó a promover un movimiento para expulsar al líder del partido en el Congreso de Valencia. Una situación insostenible que tensionó las relaciones entre Génova y su sucursal en Madrid y que, más de una década después, Casado quiere evitar.