Cualquiera que haya hecho el turista alguna vez en Egipto -crucero entre Luxor y Aswan navegando el río Nilo, pirámides y un par de museos en El Cairo- se daría cuenta de que Sharm el-Sheikh, ciudad costera situada al sur de la península del Sinaí, poco tiene que ver con el caos característico del país del agobio y el regate. Este microcosmos, alterado este lunes por ser la ubicación escogida para la ceremonia de firma de los primeros puntos del plan de paz entre Israel y Hamás, se aprecia conforme desciende el avión: palmeras perfectamente cuidadas colocadas milimétricamente, una edificación simétrica que conecta hoteles de lujo y espectaculares chalets, agua cristalina y una cantidad ingente de seguridad redoblada por la presencia de las máximas autoridades de una veintena de países invitados al acto central de la geopolítica mundial que este lunes anfitriona Abdelfatah El-Sisi. 

El presidente egipcio, visiblemente sonriente por el esperanzador paso adelante por la paz en el que ha tenido un papel protagónico como reconocido mediador entre Israel y Palestina, se ha tirado toda la mañana repartiendo apretones de mano y afectuosos abrazos. Así ha sido también con el presidente del Gobierno, quien, algo antes de las 13.00 horas, aterrizaba en el aeropuerto internacional de esta ciudad ubicada entre el Mar Rojo y el Monte Sinaí. Minutos después, tras un vuelo de cerca de cinco horas junto al ministro de Exteriores, José Manuel Albares, y un par de decenas de periodistas empotrados junto a la delegación española, llegaba el turno del saludo oficial con El-Sisi.

El resto de la agenda del líder del Ejecutivo, quien acude a esta cumbre por la paz invitado por los gobiernos de Egipto y Estados Unidos, seguirá con el tradicional posado de familia tras los saludos personales con el presidente egipcio y Donald Trump, recibido con honores en Jerusalén este mismo lunes por Benjamin Netanyahu y motivo por el cual la cumbre de Sharm el-Sheikh se prevé celebrar con un retraso estimado de unas dos horas, y con la escucha activa de las conclusiones que los dos mandatarios protagonistas de la cumbre realizan tras el estampado solemne de la firma de los primeros puntos del acuerdo de paz entre Israel y Hamás.

A la espera de ver cómo evoluciona el resto del plan, y con claros vencedores y vencidos en el plano internacional tras el anuncio de Donald Trump a finales de la semana pasada, España, tal y como sostienen fuentes solventes del área de política internacional del presidente del Gobierno, reconoce el papel fundamental que han tenido Estados Unidos, Egipto, Catar y Turquía. Además, el Gobierno ha trasladado su aplauso a la sociedad civil, “cuya solidaridad frente al sufrimiento en Gaza ha sido ejemplar, especialmente en España”. “España afronta este momento con esperanza y con la voluntad de contribuir a solventar los grandes desafíos que la región tiene por delante: asegurar que el acuerdo se implemente plenamente en sus dimensiones políticas, de seguridad y humanitarias”, prosiguen estas mismas fuentes en declaraciones a ElPlural.com.

Intercambio de presos y rehenes 

Pese a que algunos de los pormenores del plan de paz se pierden en términos burocráticos y pocas certezas, el punto clave, radicado en la intercambio de rehenes y presos tras los atentados de hace dos años por parte de Hamás, está llenando las plazas de Ramallah y Jerusalén de júbilo y expectación. Miles de personas celebran en ambos puntos la vuelta de sus compatriotas, que supone un punto y aparte a un genocidio encarnizado con muchas incógnitas por resolverse en las próximas fechas. 

“La liberación de los rehenes y de los presos es una gran noticia. También celebramos la entrada de ayuda humanitaria y la prioridad ahora es que esta llegue de forma urgente y masiva”, han trasladado fuentes de presidencia al grupo de periodistas que ha viajado junto al presidente en el Falcon presidencial. “España llega con una actitud de esperanza. Conscientes de los desafíos que la ejecución del Plan de Paz conlleva, pero con mucha voluntad de que se avance hacia una paz definitiva”, prosiguen estas mismas voces.

Igual de victorioso ha sido el mensaje que trasladaban paralelamente Benjamin Netanyahu y Donald Trump en Jerusalén. El primero de ellos, que ha decidido declinar su invitación a la ceremonia sita en Egipto, reconocía a su interlocutor como "el mejor amigo con el que ha contado Israel en la Casa Blanca". "Señor presidente, usted está comprometido con esta paz, yo estoy comprometido con esta paz y juntos, señor presidente, lograremos esta paz", remachaba el primer ministro israelí.

El receptor de estas palabras, por su parte, fiel a su estilo, se reconocía como protagonista de un hito histórico que, según su propio presagio, marcará un antes y un después en la zona: "Benjamin no es la persona más fácil para llegar a acuerdos. Pero eso es lo que le hace grande. Gracias, Bibi. Buen trabajo", indicaba. "Se avecina la era dorada de Israel y Oriente Próximo", sentenciaba.

"The land of peace"

A los suigéneris estándares de protocolo egipcios se sumaba una auténtica campaña de promoción y publicidad interna. El corto trayecto que separa el aeropuerto internacional de la ciudad del centro de convenciones de Sharm el-Sheikh ha sido vestido con incontables carteles de Abdelfatah El-Sisi y Donald Trump bajo eslóganes como "lanf of peace" o "together for peace". 

Y lo cierto es que esta ubicación combina a la perfección las altas temperaturas de todo el año, con instalaciones de sobra para unas vacaciones a todo tren, con un legado histórico de acuerdos de paz: sede de la cumbre antiterrorista de 1996, del 2000 para tratar de detener la Intifada de al-Aqsa y del 2005 y del 2009 para un alto al fuego bilateral tras años de bombardeos. 

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