Once años después de la anexión de Crimea, Vladímir Putin vuelve a jugar la carta del intercambio territorial, esta vez con un interlocutor que podría cambiar el rumbo del conflicto: Donald Trump. Según fuentes estadounidenses y europeas, el presidente ruso habría ofrecido entregar partes de las regiones de Jersón y Zaporiyia —ya bajo ocupación parcial— a cambio de que Ucrania ceda la totalidad de la región de Donetsk. La propuesta reabre el debate sobre hasta dónde puede llegar la diplomacia cuando se negocia sobre el mapa de otro país.

La oferta, detallan los informes, se produjo durante una llamada telefónica entre Putin y Trump en la que el dirigente ruso exigió el control completo de Donetsk como condición para avanzar hacia un acuerdo de paz. A cambio, Moscú se mostraría dispuesta a “ceder” ciertos fragmentos de Zaporiyia y Jersón que controla o tiene bajo ocupación parcial, con la ilusión de dar una imagen de concesión. Desde Kiev, esa oferta ha sido tachada como una farsa diplomática —“es como venderse una pierna por nada”, comenta un diplomático europeo citado por los medios.

El contexto es crítico. Tanto Ucrania como Rusia se encuentran en un punto muerto en el frente, con fuerzas estancadas y grandes pérdidas humanas y materiales. Putin busca un desenlace favorable que legitime sus objetivos territoriales, mientras que Trump intenta exhibir resultados de su promesa electoral de “terminar la guerra”. En ese escenario, la propuesta rusa —aunque en apariencia reversible y negociable— encierra más exigencias que concesiones reales. Para Ucrania, ceder Donetsk implicaría normalizar la agresión rusa y abandonar una parte sustancial de su soberanía e integridad territorial.

¿Qué implicaría el acuerdo propuesto?

Si Ucrania aceptase ceder la región de Donetsk, las consecuencias serían de largo alcance. Donetsk es una pieza clave tanto simbólica como militar en el conflicto: controla rutas de abastecimiento, conecta con la región de Lugansk y es puerta de entrada al corazón del país. Para Rusia, su control absoluto supondría la consolidación de su dominio en el Donbás y una base de proyección hacia el interior ucraniano.

Por su parte, la supuesta devolución de fragmentos de Jersón y Zaporiyia que ofrece Moscú apenas modifica el tablero: son zonas ya ocupadas o en disputa, con infraestructura devastada, población desplazada y un futuro incierto. Muchas capitales europeas consideran que la oferta es más un juego de imagen que una concesión real. “Estamos ante un intercambio desigual”, advierte un analista occidental.

La postura de Estados Unidos añade otro nivel de complejidad. Trump ha sugerido que Ucrania “detenga la guerra donde están las líneas de batalla” y que tal vez deba aceptar la pérdida de algún territorio para lograr la paz. Esa inclinación genera alarma entre los aliados europeos de Ucrania, que ven en ese lenguaje un alejamiento de la defensa del derecho internacional y una concesión al hecho consumado ruso.

Zelenski, dispuesto a participar en la reunión de Budapest

Por otra parte, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha expresado su disposición a reunirse con Donald Trump y Vladímir Putin en el encuentro previsto en Budapest, con el objetivo de garantizar que ninguna decisión sobre el futuro de su país se tome sin la participación directa de Ucrania.

Si queremos realmente tener una paz justa y duradera, necesitamos a las dos partes de esta tragedia. ¿Cómo se va a llegar a ningún acuerdo sobre nosotros sin nosotros?”, declaró el mandatario en una entrevista con la cadena estadounidense ABC, grabada el viernes y emitida este domingo. Según explicó, ya ha comunicado a Trump su intención de acudir al encuentro: “Le dije a Trump que estoy listo”.

A pesar de calificar a Putin como un “terrorista”, Zelenski aseguró que estaría dispuesto a verse cara a cara con el presidente ruso si ello contribuye a abrir un camino hacia la paz. El líder ucraniano comparó al jefe del Kremlin con el grupo islamista Hamás: “Putin es parecido, aunque más fuerte que Hamás”, señaló, subrayando que la magnitud del conflicto en Ucrania y la capacidad militar rusa hacen necesaria “más presión” internacional.

El presidente ucraniano también aprovechó la entrevista para reclamar el envío de misiles estadounidenses de largo alcance Tomahawk, con los que Ucrania podría atacar objetivos dentro del territorio ruso. “Es bueno que el presidente Trump no haya dicho ‘no’, pero hasta hoy no ha dicho ‘sí’”, lamentó Zelenski, en alusión a la falta de una respuesta clara por parte de Washington.

En cuanto al desarrollo de la guerra, el mandatario insistió en que “no estamos perdiendo la guerra y Putin no está ganando”, atribuyendo el incremento de los ataques aéreos rusos a una “posición débil” del ejército de Moscú en el campo de batalla. Según su diagnóstico, el aumento de los bombardeos sería una reacción al estancamiento militar y a las dificultades logísticas del Kremlin en el frente sur y oriental.

Zelenski también rechazó cualquier escenario que implique cesión de territorios para poner fin a la invasión. “Si queremos parar esta guerra e ir a las negociaciones de paz urgentemente, por la vía diplomática, tenemos que quedarnos donde estamos, no darle más a Putin”, sostuvo. A su juicio, las conversaciones de paz deben producirse en un contexto de alto el fuego y bajo supervisión internacional, “no bajo los misiles y los drones”.

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