A Michelle Bolsonaro se la ha calificado como la “primera dama de Dios y de Brasil”. Bien es cierto que en 2018, cuando el ultraderechista se presentó por primera vez a la Presidencia del país, ella estuvo en un discreto segundo plano. Pero he aquí, que el poder y la llegada al Palacio de la Alvorada, residencia oficial del presidente de la República Federativa del Brasil, le pudo transformar tanto que, desde entonces, tomó un fuerte protagonismo, adquiriendo una notable notoriedad, dejando atrás su carácter, hasta ese momento, reservado.

De fe neopentecostal

También puede que se detectara que por sus firmes convicciones y su pasión al transmitirlas, hallasen que la joven, de fe neopentecostal, representaba todo un revulsivo del presidente brasileño. Este elemento de atracción electoral ha sido utilizado hasta la extenuación en esta apretada y reñida segunda vuelta electoral. No podemos olvidar que el voto evangélico está siendo el más disputado y que la esposa de Bolsonaro posee una especial capacidad para captarlo.

Michelle, integrante de la moderna iglesia Atitude a la que se la vincula con los conservadores baptistas de Texas, tiene 40 años, 27 menos que su marido. Cuando conoció al actual presidente, ella tenía 25 años y Bolsonaro 52. Pronto llegó el casamiento. Es la tercera esposa del militar retirado y tienen una hija en común.

Si Bolsonaro ha progresado en sus aspiraciones políticas, en lo social, Michelle, ha tenido una carrera meteórica. Michelle dejó atrás un pasado pobre en el seno de una familia humilde de una de las ciudades periférica de Brasilia. Su casa natal es una zona de viviendas destartaladas, muy alejadas de la lujosa villa que ocupa actualmente en Río de Janeiro, junto a la playa de la exclusiva zona de Barra da Tijuca.

Los incómodos antecedentes judiciales de su familia

Frente a la imagen de bondad y perfecta creyente evangélica con la que se la presenta ahora, su pasado no es de los que se pueda esgrimir como atractivo. Obviamente, ella no es responsable de lo que hicieron sus antepasados, Se trata de un tema del que no habla. Con una abuela que fue a prisión por tráfico de drogas, una madre que fue encausada por la justicia tras falsificar su carnet de identidad y un tío fue que ingresó en la cárcel por integrar una milicia paramilitar, es normal que a Michelle le enoje que hurguen en su pasado.

De vendedora de vinos a ser secretaria en el Congreso Diputados

Como dicta el ideario evangélico, el ascensor social está ahí para ser utilizado. No en balde, fue gracias al apoyo de la religión lo que le hizo escalar y salir adelante. Ya no queda nada de aquella joven adolescente que quería, y lo intentó, trabajar de modelo para más adelante laborar como comercial en una vinoteca en Brasilia. Hasta que llegó el “Día de los Enamorados” o de la “Divina Providencia”. Fue en 2007, cuando un cliente le hizo la propuesta de cambiar su mal pagado y duro trabajo de vendedora de vinos por uno mejor remunerado, más cómodo y de mayor relevancia social, como fue el de secretaria en la Cámara de los Diputados, ¿su jefe? adivinen, un Jair Bolsonaro por entonces diputado.

Un tercio de los creyentes en Brasil son evangélicos

La esposa del candidato a revalidar el máximo puesto de poder en Brasil se emplea a tope en esta segunda vuelta a favor de su marido. Y lo hace con saña, como cuando defendió la inadmisibilidad de que “un cristiano vote a un ser que va contra la palabra del señor”, en clara referencia a Luiz Inácio Lula da Silva. También de su boca salió esta definición del oponente: “El expresidente Lula ha sido consagrado por los demonios”. Otros calificativos de la esposa del presidente, metida en campaña a razón de tres mítines a la semana, fue definir la contienda electoral como una batalla de “la luz contra la oscuridad”.

Un tercio de los creyentes en Brasil son evangélicos y la mayoría apoya a Bolsonaro. Se estima que de cada tres evangélicos, dos de ellos votarán al actual presidente y solo uno a Lula. En el cuartel electoral de Bolsonaro son conscientes de ese atractivo electoral que la primera dama tiene para captar esa inmensa bolsa de voto ultracristiano, algo fundamental para que su marido revalide un segundo mandato… y ella también.

De Michelle a “Micheque”

Los analistas electorales de Lula están esperanzados en que el voto potencial evangélico haya decaído. Podría ser, en parte, por el acercamiento del líder del Partido de los Trabajadores a este sector religioso enviándoles mensajes de tranquilidad. Pero, por otro lado, por los problemas de los Bolsonaro con la justicia y muy directamente relacionado con su actual tercera esposa. Y es que se investiga policialmente un escándalo en el que estaría implicado un antiguo policía amigo de la pareja presidencial. Este ex policía ingresó en la cuenta de Michelle medio millón de dólares a través de 27 cheques a su nombre. Podría tratarse de un escándalo de corrupción y blanqueo en distritos dirigidos y bajo el control de mafias ex policiales. A tanto ha llegado el supuesto caso de corrupción, que a la religiosa, creyente y modelo de persona ejemplar, algunos le han cambiado el nombre de Michelle por Micheque.