El Premio Nobel de la Paz, el más simbólico y debatido de los galardones creados por Alfred Nobel, se concede cada año a una persona o institución que haya contribuido de forma sobresaliente al entendimiento entre naciones, la reducción de conflictos o la promoción de los derechos humanos. Pero también —y cada vez más— se ha convertido en un espejo de las tensiones geopolíticas de nuestro tiempo.

En 2025, el abanico de candidatos es tan amplio como las heridas abiertas del planeta: desde líderes políticos que han marcado la agenda global, hasta activistas medioambientales y organismos humanitarios que operan en el terreno más hostil.

Donald Trump vuelve a sonar en las quinielas por su papel —tan polémico como divisivo— en acuerdos de normalización diplomática en Oriente Medio. Para sus defensores, fue el primer mandatario estadounidense en décadas en abrir nuevos canales entre Israel y países árabes; para sus detractores, su nombre en una papeleta del Nobel sería una paradoja de la historia reciente.

Otra figura con enorme carga simbólica es Yulia Navalnaya, viuda del opositor ruso Alexéi Navalni. Desde la muerte de su marido en una prisión del Ártico, Navalnaya se ha convertido en una voz de resistencia frente al autoritarismo de Vladímir Putin. Su candidatura encarna el espíritu de la disidencia y la lucha por la libertad en un contexto donde hacerlo cuesta la vida.

También entre los candidatos figura Volodímir Zelenski, presidente de Ucrania, símbolo de la resistencia ante la invasión rusa. Aunque algunos consideran que su perfil es más político que pacifista, nadie duda de que su figura ha movilizado al mundo occidental frente a la agresión bélica más grave en Europa desde 1945.

Desde el terreno diplomático, el nombre del secretario general de la ONU, António Guterres, suena con fuerza. En un mundo atravesado por guerras y crisis migratorias, Guterres ha insistido en la necesidad de un multilateralismo real y de una respuesta global ante el cambio climático y la desigualdad.

En esa línea, dos activistas medioambientales representan la lucha civil frente a los grandes poderes. Greta Thunberg, referente global de la juventud climática, continúa su cruzada contra la inacción política. Y Vanessa Nakate, su homóloga ugandesa, da voz al Sur Global, recordando que el cambio climático no afecta a todos por igual.

Entre los nombres institucionales, destacan organizaciones con una trayectoria sólida en contextos de guerra y emergencia humanitaria. Médicos sin Fronteras, el Comité Internacional de la Cruz Roja y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) son tres pilares del humanitarismo moderno. También la UNRWA, la agencia de la ONU para los refugiados palestinos, podría recibir un reconocimiento cargado de simbolismo tras un año marcado por la guerra en Gaza y la crisis humanitaria más severa en décadas.

Otro candidato que resurge con fuerza es Julian Assange, fundador de WikiLeaks. Su liberación ha reavivado el debate sobre la libertad de prensa y el derecho a la información frente a los intereses de los Estados. Para muchos, su caso encarna la tensión entre la transparencia y el poder.

El ecologista y divulgador británico David Attenborough, a sus 99 años, representa otra dimensión del concepto de paz: la reconciliación con la naturaleza. Su trabajo ha inspirado a generaciones y ha logrado algo poco común en estos tiempos: consenso global.

Tampoco faltan aspirantes menos mediáticos pero esenciales, como la Corte Penal Internacional, que busca hacer justicia donde los Estados fallan, o las Salas de Respuesta a Emergencias en Sudán (ERRs), que trabajan en una de las zonas más castigadas por la guerra civil y la hambruna.

En clave nacional, el nombre de Pedro Sánchez también aparece en algunas apuestas, tras su papel en la mediación europea y su insistencia en el reconocimiento del Estado palestino, una postura que ha reconfigurado los equilibrios diplomáticos del continente.

El galardón no se otorga solo por méritos, sino también por el mensaje que envía al mundo. ¿Debe premiarse la resistencia frente al autoritarismo, la acción humanitaria o el activismo climático? Participa en la encuesta y decide qué causa debería ser reconocida este año.

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ENCUESTA: ¿Quién debería ganar el Nobel de la Paz?

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