El hombre más poderoso del mundo, Elon Musk, copó todos los focos durante el tradicional desfile -indoor esta vez, por el frío que se ha apoderado de Washington DC- inaugural de la presidencia de Donald Trump. El magnate, CEO de SpaceX y de X -antes Twitter-, subió al atril del mitin para enardecer a las masas y enaltecer al nazismo. Hasta en dos ocasiones, el hombre más rico del planeta realizó el saludo nazi ante las más de 10.000 personas congregadas. “Gracias a vosotros, el futuro de la civilización está asegurado. Gracias a vosotros, vamos a tener ciudades seguras. Por fin ciudades y fronteras seguras. Las cosas básicas”, espetó.
Lo primero que hizo, en cada una de las dos ocasiones, es golpearse el pecho primero, con una coordinación fuera de lo habitual y de lo extraordinario, antes de alzar el brazo. La primera vez, lo realizó frente al público; mientras que la segunda, inmediatamente después, se dio la vuelta y dedicó el saludo al escenario, con la simbología clásica de las barras y las estrellas, lo que se podría leer como un saludo a la bandera. Tras ello, Elon Musk se giró de nuevo para situarse frente a la audiencia, volvió a golpearse en el pecho y remató: “Mi corazón está con vosotros”.
Cabe indicar que en Estados Unidos es habitual el gesto de golpearse en la zona del corazón como signo alegórico de amistad o incluso de solidaridad, pero el movimiento inmediatamente posterior no es ni mucho menos alzar el brazo. Esa gesticulación -brazo en alto y palma hacia abajo- deja una referencia evidente al saludo nazi o fascista. Y es que Musk se ha hecho un hueco en la política norteamericana pese a sus evidentes y crecientes simpatías hacia el nazismo.
Acercamientos al nazismo
Prueba de ello es un mensaje en su propia red social, con fecha de noviembre de 2023, en el que afirmaba que los judíos “han estado promoviendo exactamente el mismo tipo de dialéctica de odio contra los blancos que no quieren que la gente use con ellos”, censurando a tal comunidad y responsabilizándola de atraer “hordas de minorías” raciales hacia Occidente. Mensajes que provocaron que miles de anunciantes de Twitter iniciaran un boicot a la plataforma rebautizada por el propio Musk que aún a día de hoy no ha cesado. No obstante, al empresario no parece importarle mucho, pues les invitó a irse “a tomar por el culo” en el marco de un evento organizado por el prestigioso diario The New York Times.
Y es que para el magnate, o “tecnocasta” como lo bautizó el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, la teoría del Gran Reemplazo es la “pura verdad”. Se trata de una tesis que defienden líderes de la ultraderecha a nivel mundial y que establece la existencia de un plan de unas élites invisibles que dominan el mundo para “reemplazar” la raza blanca por otras.
Con todo, tras los mensajes antisemitas y filofascistas vertidos a través de sus perfiles oficiales, la reacción mayoritaria fue de repulsa, lo que motivó al magnate a borrar tales comentarios, disculparse y realizar una visita con luz y taquígrafos al campo de exterminio Nazi de Auschwitz, en Polonia, junto al mediático comentarista Ben Saphiro -afín a Donald Trump-. Aun así, sus acercamientos al nazismo no han cesado, incluso llegando a adoptar el nombre de Kekius Maximus en su cuenta de X, con un avatar de una rana y una armadura. Y es que “kekius” es una referencia a Kek, símbolo nazi que también portaba la cara de una rana.