El arranque del solsticio de verano le ha servido al Partido Popular para lanzar su más reciente campaña electoral, Verano azul. Más allá de la cuestionable presentación de la misma, con el portavoz de los 'populares', Borja Sémper, en una playa falsa, las últimas declaraciones de los dirigentes 'populares' han sacado a relucir todas sus contradicciones en relación con los pactos con Vox en diferentes partes de España.

Y es que los 'populares' no se aclaran. Les sirve todo: por un lado, aseguran querer gobernar España en solitario y demostrar una ruptura con la extrema derecha similar a la de María Guardiola en Extremadura, pero por otro, admiten la validez del modelo valenciano, en el que Carlos Mazón le abre con gusto las puertas del Ejecutivo valenciano a Vox. Unas irregulares líneas dictadas por Feijóo que han sido ratificadas este jueves por el portavoz de campaña de los populares, Borja Sémper. "El PP no se baja del principio de presentarse a la investidura para gobernar sin otras formaciones políticas, pero también entiende otras aritméticas y singularidades en otros lugares. Eso sí, no daremos un paso atrás en política sobre violencia machista o derechos fundamentales”, ha argumentado. Contradicciones de bulto que le acarrearán problemas con Vox en todos aquellos lugares donde suscriban acuerdos con ellos, y que no dejan clara la línea del partido al respecto.

Un campo de vóley en el club Puerta de Hierro de Madrid ha sido la 'playa' que ha utilizado el PP para presentar sus contradictorias líneas rojas de cara al 23-J. Los 'populares' han asegurado que "no gobernarán a cualquier precio", pero que "entienden las aritméticas regionales en las que es necesario pactar para alcanzar el poder".

 

 

Se apoya el plantón a Vox en Extremadura... pero no se descartan más pactos

Tras la presentación, Sémper atendió a los periodistas y, en primer lugar, desveló que el próximo lunes se reunirían con el Partido Socialista para ultimar los detalles sobre el asunto de los debates cara a cara. Enfrentamientos dialécticos de los que aún no se sabe si serán únicamente a dos bandas entre los candidatos del PP y del PSOE, si se incluirá a Díaz para hacerlo a tres voces, o si tendrán algún tipo de condición adicional. En cualquier caso, el PP se ha comprometido a que exista, como mínimo, el duelo entre Sánchez y Feijóo

En segundo lugar, las preguntas fueron en dirección de conocer cuál es la posición de Feijóo y de la dirección nacional del PP al respecto de los pactos con la ultraderecha: si apoyan la exclusión y el cordón sanitario de María Guardiola en Extremadura, o si respaldan el abrazo institucional de Carlos Mazón en Valencia. Sémper sostuvo que Feijóo y la cúpula popular “respetan y acompañan” a Guardiola en su veto a permitir a Vox entrar en el gobierno de Extremadura, y se hizo eco de la tesis del gallego de conceder plenos poderes y libertad a los responsables territoriales para negociar y "en concreto a Guardiola, porque argumenta que ella en Extremadura ya lo había avanzado incluso antes de las elecciones y porque tiene un equipo y un programa para hacerlo de esa manera". En cualquier caso, Guardiola no ganó las elecciones en votos, no tiene mayoría absoluta y tiene los mismos escaños que el PSOE, por lo que, para gobernar, necesita obligatoriamente el apoyo de Vox.

A su vez, ese "apoyo" a Guardiola y su firme posición ante Vox es completamente contraria a la de lugares como la Comunidad Valenciana o Baleares, pactos sobre los que la directiva del PP nacional no ha puesto líneas rojas. Feijóo argumentó el miércoles que "esos acuerdos obedecían a cuestiones de proporción" en el número de votos recibidos, por lo que "no pueden descartarse", y contrapuso que "no tenía sentido aceptar esas condiciones con el 8% de Extremadura". Sin embargo, esto también deja ver otra costura contradictoria: en Valencia, donde sí se ha pactado con la extrema derecha, Vox obtuvo el 12% de los votos, pero en Murcia, región donde se siguió la línea extremeña y se negaron a aceptar a Vox en el Ejecutivo, los de Abascal cosecharon el 18% de los apoyos. ¿Es entonces cuestión de porcentajes, de aritmética territorial, del libre albedrío de los dirigentes autonómicos, o de lo que más le convenga al relato y al beneficio del Partido Popular en un momento y lugar dados?

De esta forma, ni Sémper ni Feijóo han sido claros con lo que puede esperarse del PP a nivel nacional tras las elecciones generales. El apoyo a la línea extremeña, paralelo al entendimiento y respeto a los pactos valencianos y en Baleares, deja un panorama muy incierto de lo que ocurrirá después del 23 de julio.