Del dicho al hecho hay un trecho, dice el refranero español. Un dicho que se adapta con un guante a la política española. La batalla por colocar el titular que reivindique la musculatura -o autonomía en este caso- de cada formación es una práctica habitual. Lo son más aún los órdagos a la chica, como el que se tiró este miércoles Izquierda Unida. Comenzaron la jornada soliviantados por la rectificación de Fernando Grande-Marlaska, que prefirió no enfadar a los israelíes y efectuó la compra de 15.000 millones de balas para no pagar una sanción de una empresa hebrea. Giro de guion que calentó las lenguas de IU, quien incluso llegó a amagar con la salida de su única representante en el Ejecutivo de coalición, Sira Rego. El farol nació muerto porque tanto el aparato magenta como la coordinación federal del partido se encargaron de desautorizar a quien aireó las amenazas.

Fue el propio Antonio Maíllo, líder de facto de Izquierda Unida, quien puso sobre la mesa la carta de la “crisis del Gobierno”. Lo hizo bien entrada la mañana, desde un acto en Villalar de los Comuneros (Valladolid), cuando un enjambre de periodistas le interrogaba sobre la formalización de un contrato de compra de material armamentístico a Israel. Cisma abierto por una decisión que quiebra el compromiso adquirido por el Gobierno de no adquirir herramientas bélicas al estado “genocida” de Israel.

Fue el departamento que dirige Fernando Grande-Marlaska, el germen de toda la polémica en una semana que se presuponía ya como valle. Interior rectificó su decisión inicial de anular la compra ante la presión de la sociedad por validar una transacción con una empresa hebrea. Lo hizo a raíz de un informe de la Abogacía del Estado, que advertía al Ministerio del Interior de las caras consecuencias que acarrearía romper el contrato con la filial del grupo Guardian LTD Israel. Así las cosas, Moncloa formalizó la transacción, provocando una reacción en cadena más suave de lo que cabría esperar en un primer momento.

Órdago efímero

Para Izquierda Unida, esta acción de Interior abre una “crisis de gobierno” sin precedentes en la coalición; aunque hay quien se esmeró por profundizar en la fractura abierta entre los socios. El portavoz parlamentario de IU, Enrique Santiago, fue el encargado de llevar al extremo la amenaza de su formación, asegurando que las maniobras de Interior quebrarían la alianza en Moncloa y provocarían la salida del Gobierno de Sira Rego, la única representante de la formación que dirige Maíllo en el Complejo de La Moncloa.

No cabe duda de que la licitación de Interior ha puesto de acuerdo a todo el espacio a la izquierda del PSOE en que se trata de un “incumplimiento muy grave”. De hecho, incluso hay quien lo cataloga como una “traición” a sus votantes y a todo el pueblo, con quienes se comprometieron a no comprar más material armamentístico proveniente de un estado genocida como el de Israel. De ahí se desprende que en Izquierda Unida el diagnóstico pase por la “pérdida de coherencia” de Pedro Sánchez.

Foco redirigido a Marlaska

 Incluso optan por una repentina lavada de manos, asumiendo que el debate público no debe orbitar sobre la izquierda a la izquierda del PSOE, sino sobre los socialistas. Es más, insisten en que el problema “está sobre su mesa” porque -especialmente en Izquierda Unida- se tienen en cuenta “todos los escenarios” posibles. No obstante, sí sugieren que el último de ellos, al contrario de lo expuesto por el portavoz parlamentario de Izquierda Unida, no pasa por la voladura de puentes con Sánchez que acabaría con Sira Rego -como mínimo- fuera de la estructura monclovita. “Creo que tanto el PSOE como nosotros estamos interesados en que este Gobierno avance hasta 2027, y tiene que hacerlo con el cumplimiento de los acuerdos. Vamos a esperar a ver qué hacen”, expuso.

La izquierda trata ahora de erosionar las amenazas de Santiago. Desde Izquierda Unida y Sumar no esconden su malestar con el Ministerio del Interior tras conocerse que la Guardia Civil ha licitado la compra de 15 millones de balas a una empresa israelí, solo seis meses después de que el propio ministro Fernando Grande-Marlaska anunciara la renuncia a ese contrato por el conflicto en Gaza.

El coordinador federal de IU, Antonio Maíllo, ha sido tajante al señalar que, si alguien debe abandonar el Gobierno, es Marlaska, no los socios que exigen el cumplimiento de los acuerdos. Ha denunciado el movimiento como un "incumplimiento muy grave" y ha advertido que Izquierda Unida no permitirá transacciones con “una empresa de un país genocida”. Para Maíllo, la única salida es una rectificación inmediata por parte del Ministerio del Interior.

En la misma línea, la portavoz de Sumar en el Congreso, Verónica Barbero, ha considerado “inadmisible” que el PSOE actúe de manera unilateral en un Gobierno de coalición. Ha acusado a los socialistas de deslealtad por incumplir lo pactado y ha insistido en que la rescisión del contrato es la única salida para mantener la cohesión del Ejecutivo.

Por su parte, el portavoz parlamentario de IU, Enrique Santiago, ha señalado que su formación no contempla otra opción que la cancelación de la compra y ha defendido que las decisiones deben tomarse de forma colectiva. “El Gobierno es de ambas partes, y lo que se acuerda, se cumple”, ha zanjado.

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