Los ecos de la Transición siguen resonando en el Congreso. EH Bildu ha presentado una proposición para exigir al Gobierno que actúe ante uno de los episodios más silenciados de la historia reciente: la represión policial de los Sanfermines del 78, donde murió un joven, hubo decenas de heridos y ninguna consecuencia judicial.
La formación soberanista defenderá este martes una Proposición No de Ley que busca reabrir el camino hacia la verdad, la justicia y la reparación en torno a aquellos hechos. Durante los Sanfermines de 1978, la Policía actuó con una violencia que aún conmociona por sus cifras: disparó 4.153 balas de goma, 1.138 botes lacrimógenos, 657 botes de humo y 134 proyectiles de munición real. En esa actuación murió Germán Rodríguez, de 23 años, y decenas de personas resultaron heridas.
En palabras de la portavoz del grupo, Mertxe Aizpurua, “han pasado 47 años y, aún hoy, no se ha asumido responsabilidad alguna por lo sucedido, tal y como reclama la familia de Germán Rodríguez”. La diputada denuncia que ni las instituciones ni la justicia han dado respuesta a las peticiones de esclarecimiento, y que los intentos de reabrir los sumarios archivados en 1983 han chocado con la inacción del Estado, pese a que familiares y colectivos memorialistas han presentado nuevas pruebas y testimonios.
La iniciativa parlamentaria recoge ocho medidas concretas. Entre ellas, se reclama el reconocimiento institucional y político a las víctimas, la entrega al Parlamento de Navarra de toda la documentación disponible en poder del Estado, y la celebración de un acto oficial de homenaje junto a las asociaciones memorialistas. También se insta a incluir a las víctimas del 78 y del 3 de marzo de 1976 en Gasteiz en los órganos que investigan violaciones de derechos humanos durante el franquismo y la Transición.
EH Bildu también pone el foco en la vigencia de la Ley de Secretos Oficiales de 1968, y reclama su derogación como paso imprescindible para acceder a los archivos y construir una memoria basada en hechos contrastados. La propuesta pide, además, que el Gobierno se implique en las vías judiciales aún abiertas y respalde cualquier avance en el esclarecimiento de los sucesos.
La formación vasca denuncia que, pese a la existencia de leyes como la de Memoria Democrática, el Estado español sigue sin responder a las demandas legítimas de las víctimas y de la sociedad navarra. Con esta proposición, EH Bildu busca romper el silencio institucional y reivindicar el derecho de las víctimas a saber qué ocurrió, quién dio las órdenes, y por qué nunca hubo justicia.
Una herida abierta en el corazón de los Sanfermines
La carga simbólica de aquel 8 de julio de 1978 es también una de las razones por las que el caso sigue latiendo con fuerza en la memoria colectiva. Pamplona no era solo el epicentro de una protesta política, sino el escenario global de una fiesta internacionalmente conocida. La represión policial se produjo en plenos Sanfermines, justo después de que se exhibiera una pancarta pidiendo la amnistía total y el fin de la impunidad. La respuesta de los cuerpos de seguridad del Estado fue inmediata y desproporcionada: gases lacrimógenos, cargas, pelotas de goma y munición real en el corazón festivo de la ciudad.
La Plaza de Toros, repleta de gente, se convirtió en un campo de batalla. El estallido de violencia obligó a suspender la corrida y generó una reacción en cadena que se extendió por toda la ciudad. Aquel día, la fiesta se convirtió en represión. Desde entonces, muchos colectivos memorialistas insisten en que no puede construirse una memoria democrática plena si se siguen silenciando episodios como este, donde el espacio de la celebración se transformó en un lugar de muerte y miedo.
Cada 8 de julio, Pamplona conmemora la muerte de Germán Rodríguez con un acto de recuerdo en el mismo lugar donde cayó. El contraste con la imagen internacional de los encierros y el ambiente festivo sigue siendo profundo. Para muchos, los Sanfermines del 78 son también una grieta en el relato idílico de la Transición española, una prueba de que la violencia institucional no terminó con la dictadura, sino que mutó, se trasladó y, en ocasiones, se disimuló bajo otras formas.