Noche de caras largas en Génova. El PP de Alberto Núñez Feijóo ha ganado las elecciones, pero el hundimiento de Vox provoca que las dos derechas, favoritas en las encuestas, no sumen mayoría absoluta. El resultado no es definitivo para ninguno de los bloques, dependientes, ahora mismo, de los pactos poselectorales y la aritmética variable que tan bien ha sabido convertir en propia Pedro Sánchez durante estos últimos cuatro años. Sin embargo, este resultado dejaría la gobernabilidad en manos de Junts per Catalunya y sus siete diputados, una casuística que acerca la repetición electoral a las quinielas que se desprenden tras una noche de infarto. 

De hecho, la propia Míriam Nogueras, portavoz del partido catalanista, ha asegurado cerca de las 23.30 horas de la noche que, si es por ellos, España será ingobernable: "No haremos presidente a Sánchez a cambio de nada", ha sostenido la de Junts, quien ha sentenciado, además, que sus principios son irrenunciables y ellos "cumplen su palabra". "El nuestro es un pueblo que aprovecha las oportunidades, con esta se abre una nueva etapa al cambio para recuperar la unidad. Las cosas se tienen que hacer de forma diferente. Hemos mantenido la posición y no ha sido fácil, hemos recibido muchas críticas. No me temblará el pulso en continuar manteniendo la posición", ha aseverado.

Con esta conjunción de posiciones sobre la mesa, los partidos empiezan a preparar con mimo el pospartido. De las primeras declaraciones se percibe esperanza en la izquierda por haber frenado la ola reaccionaria, pero también nerviosismo por las sumas y restas de una calculadora que, actualmente, no hace presagiar un escenario sencillo al bloque de la investidura de 2019. Actualmente, dos opciones: o Sánchez reeditando una fórmula imaginativa para ser designado presidente del Gobierno o una repetición electoral en el horizonte. Con el independentismo catalán en el centro de operaciones, el resto de partidos del arco parlamentario, por su parte, se abren a las futuras negociaciones y aseguran que, de estar en su mano, Sánchez podría reeditar su Ejecutivo: "Por EH Bildu no gobernará PP y Vox. El bloque reaccionario no gobernará en España. Esta es una gran contribución a nuestro país", ha indicado Arnaldo Otegi (EH Bildu). "Mantenemos los cuatro diputados. Hemos hecho una magnífica campaña y un buen resultados, hemos parado la derecha. Se podría gobernar como ahora, se ha parado a la derecha", ha valorado Joan Baldoví, de Compromís. "O negociaciones o Vox", ha sentenciado, con rotundidad, ERC. 

Tras los minoritarios, claves en las futuras negociaciones, han llegado los cuatro grandes líderes: "La gente va a dormir más tranquila. Había mucha gente preocupada en esta campaña electoral", ha indicado Yolanda Díaz, quien ha valorado el resultado como un "triunfo de la democracia". "Hemos sacado más votos, más porcentajes y más escaños que hace cuatro años. Planteamos las elecciones como un plebiscito entre el avance o la involución, y ellos han perdido. ¡Somos muchos más!", ha celebrado Sánchez. 

Frente a ellos, en la derecha, ha sido Santiago Abascal el primero en salir a la sala de prensa de la calle Bambú: "Sánchez ha blanqueado a la izquierda. Hemos llegado hasta aquí por las informaciones falsas y por haber vendido la piel del oso antes de cazarla. Feijóo ya tiene lo que quiere: ganar las elecciones y no depender de Vox", lanzaba, de forma durísima, el presidente de Vox. "El PP ha vuelto a ganar las elecciones. Me siento muy orgulloso de ver a tanta gente aquí concentrada", ha arrancado un Feijóo tímido, tratando de vender el resultado como un triunfo que, no obstante, se le volvía en contra a los dos minutos, con miles de personas en Génova que dejaban claro a quiénn preferían. "¡Ayuso! ¡Ayuso!", coreaban miles de personas, haciendo a Feijóo respirar, tragar saliva y darle las gracias a la presidenta que muchos quieren ya como sucesora de un Feijóo que, pese a la victoria aritmética, sabe que es el gran derrotado de la noche. 

Dos meses de infarto

Las elecciones del 28M supusieron un auténtico varapalo para el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que no tardó ni 24 horas en disolver las Cortes, hacer suya la derrota electoral y convocar unas elecciones generales anticipadas que se convertían desde momento en un plebiscito: Sánchez, y su sanchismo; o Feijóo y Vox, suma suficiente y provechosa para los intereses del bloque en territorios como Madrid, la Comunidad Valenciana, Extremadura, Murcia o Castilla y León. Sin embargo, el líder del Ejecutivo y candidato del PSOE, con una campaña en positivo y vendiendo la larga lista de logros de la legislatura, ha resistido y ha conseguido frenar el ascenso reaccionario representado por Santiago Abascal, su pléyade cercana y un PP abonado al discurso de su ala más dura y conservadora.

Han sido semanas de campaña a contrarreloj, con estrategias atípicas, focalizadas desde los focos de los platós de televisión y el calor del abrazo militante y un verano que azota con fuerza. Los debates generaban expectación, el voto por correo era cuestionado, Txapote sem colaba en tendencias diarias en redes sociales y las encuestas cambiaban a una velocidad inusitada a medida que se acercaba el día D, el de verdad, un 23 de julio marcado en rojo desde hace cerca de dos meses. 

En Génova, 13, a primera hora de la noche, aseguraban que su formación estaba cerca de los 160 escaños, con un Vox por encima de los 30 y una aritmética sencilla para el bloque conservador. Sin embargo, la demoscopia popular y la de Narciso Michavila, presidente de GAD3, han fallado. Populares y ultras, salvo repetición electoral, no sumarán. Hay una alternativa de izquierdas basada en las alianzas que han hecho resistir al primer gobierno de coalición de la historia de nuestra democracia, con un EH Bildu muy fuerte, por encima del PNV, y una ERC que pierde hasta seis escaños, quedando en siete asientos que, no obstante, podrían resultar claves paras que la calculadora rubricase la segunda edición del Manual de resistencia del presidente.