El PSOE se prepara para la decisión que tomará la militancia de Esquerra Republicana (ERC) este viernes. Sobre la mesa, dos posibilidades: Salvador Illa president de la Generalitat de Catalunya con el apoyo de los republicanos o una repetición electoral que devuelva las fichas a la casilla de salida. Desde Madrid, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, rema en favor del consenso mientras intenta acallar las voces críticas que han surgido en el seno de su propio partido, encabezadas por el presidente de Castilla – La Mancha, Emiliano García-Page.
Las concesiones del Ejecutivo central a los independentistas no son pocas, pero la que ha detonado la lucha interna es la “financiación singular”. ERC lo reclamó y el texto refleja una ganancia progresiva de soberanía fiscal; es decir, el traspaso a la Generalitat de las competencias de “recaudación, gestión, liquidación e inspección de todos los tributos generados en Cataluña”. El acuerdo, si bien todavía no oficial, es claro en el objetivo que persigue: “dotar a las instituciones catalanas de los recursos necesarios para hacer frente a las necesidades de la Cataluña de los ocho millones de habitantes”.
La dirección del PSOE defiende este acuerdo, aprobado por unanimidad en su Comité Federal, con la única abstención de los castellanomanchegos, e intenta aplacar las críticas. A menos de 100 kilómetros de distancia del cuartel general socialista, Page asume la posición más beligerante contra Ferraz desde que Sánchez duerme en la Moncloa. “Hasta aquí”, se plantaba este miércoles, asegurando que “no puede apoyar” un acuerdo “egoísta” y que “empobrecerá” al resto de territorios y confiando en que su partido “tampoco lo haga”. “El resto de territorios no podemos ser los que paguemos otra investidura”.
Escasos minutos tardó Sánchez en responder a estas declaraciones, con sorna y quitando peso a la discrepancia del único barón con mayoría absoluta. “La noticia sería que apoyase al Gobierno”, trasladaba el jefe del Ejecutivo, buscando desproveer de excepcionalidad el posicionamiento díscolo de Page y ubicarlo en su habitual actitud discrepante. “Dirán que soy el de siempre. Creen que me insultan, pero me alegra ser el de siempre y no voy a pedir perdón por no tener habilidad ninguna por estar cambiando continuamente de opinión”, se anticipaba Page a las críticas.
La voz del toledano no preocupa, todavía, en Ferraz. Sánchez se muestra tranquilo, seguro del control que ejerce sobre su propio partido y del carácter solitario de Page. El secretario general de los socialistas acalla las reticencias exhibiendo el triunfo de que un partido independentista, si así lo deciden sus bases, convierta en president a uno de los suyos. A la par, garantiza que las cesiones de competencias fiscales no damnificarán al resto de los territorios porque, por lo menos durante cuatro años, será Illa quien las gestione.
Asimismo, la dirección socialista destaca que el propio preacuerdo alude a la solidaridad de todo el territorio. “La aportación a la solidaridad debe ser explícita y debe reflejarse de manera transparente”, introduce el texto. “La Generalitat debe contribuir a la solidaridad con las demás comunidades autónomas a fin de que los servicios prestados por los distintos gobiernos autonómicos a sus ciudadanos puedan alcanzar niveles similares”, explicita, aunque apunta que esto se producirá “siempre que lleven a cabo un esfuerzo fiscal también similar”. “Esta solidaridad debe estar limitada por el principio de ordinalidad”, concluye el preacuerdo al respecto.
Las delegaciones socialistas de Murcia, Baleares, Cantabria, Galicia, Navarra, País Vasco y Comunidad Valenciana han salido en defensa del acuerdo; Aragón y Castilla y León acompañan a Page en la disconformidad y Madrid y Asturias no se mojan. Del resto aún se espera posicionamiento, aunque la mayoría, más allá de “los de siempre” que mentaba Pilar Alegría, ministra portavoz, parece decantarse del lado de Sánchez. La guerra argumental está abierta, pero las pugnas entre socialistas no servirán de nada si los afiliados de ERC deciden que la vida del acuerdo no supera la semana de vida.