Con Pedro Sánchez en La Haya, Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal controlando todo desde sus escaños sin participar, las segundas espadas asumieron galones, pero las armas no cambian. El Partido Popular ha hecho gala del bulo en sus intervenciones, desmarcándose tímidamente del bulo del amaño electoral, pero poniendo sobre la mesa el de las “cajas de Ferraz por la puerta de atrás” o dando vuelo a la exposición de motivos del juez Juan Carlos Peinado para pedir la imputación de Félix Bolaños. Escrito del que, por cierto, nada quieren saber en Génova. Al menos así lo escenificó el líder de los conservadores, que apeló a la prudencia antes de lanzarse a la piscina como ha hecho en otras ocasiones. Sin embargo, sus huestes en el Congreso se han echado en brazos del último delirio del instructor.

La apertura de la sesión recaía sobre Cuca Gamarra. Tras establecer una cronología de los titulares de los últimos días, valiéndose de algún que otro bulo como el de “sacar cajas por la puerta de atrás” de Ferraz, ha preguntado a la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, sobre lo que “teme el Gobierno”. La dirigente conservadora da por amortizado “el sanchismo”, que lo define como una “excusa para la corrupción”. En este sentido, recordaba que toda esta retahíla de titulares no es sino la “evidencia de un gobierno en descomposición”. “Hasta sus socios han certificado la defunción del Gobierno. El cerco se estrecha”, vaticinaba Gamarra, antes de acabar con su turno inicial.

Montero recogía el guante mientras despejaba el bulo del Partido Popular, fomentado por José María Aznar, sobre el amaño electoral: “Respetar la democracia significa aceptar las reglas del juego. Este Gobierno es legítimo, salido de las urnas”. La vicepresidenta primera del Ejecutivo subrayaba que el principal de la oposición no ha aceptado esta premisa “desde el primer día”. En cualquier caso, la también ministra de Hacienda precisa que el temor de Moncloa es “un partido que aspira a gobernar y pone en duda los resultados electorales, o que ampare y proteja a los corruptos, que reformara su sede con dinero negro” o que ceda al “racismo y machismo de la ultraderecha”. “Todo esto da miedo, pero al PP no le tenemos ningún miedo”, remató.

“Al PP no le tenemos miedo”

Montero recogía el guante mientras despejaba el bulo del Partido Popular, fomentado por José María Aznar, sobre el amaño electoral: “Respetar la democracia significa aceptar las reglas del juego. Este Gobierno es legítimo, salido de las urnas”. La vicepresidenta primera del Ejecutivo subrayaba que el principal de la oposición no ha aceptado esta premisa “desde el primer día”. En cualquier caso, la también ministra de Hacienda precisa que el temor de Moncloa es “un partido que aspira a gobernar y pone en duda los resultados electorales, o que ampare y proteja a los corruptos, que reformara su sede con dinero negro” o que ceda al “racismo y machismo de la ultraderecha”. “Todo esto da miedo, pero al PP no le tenemos ningún miedo”, remató.

La secretaria general del Partido Popular fue un paso más allá y, al margen de aferrarse a los “dos votos” de las primarias que recoge el informe de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, acusó a Sánchez de saberlo todo y, o bien miró para otro lado o bien lideraba la trama. “Tienen miedo al siguiente audio, que de sus conversaciones haya grabaciones, que sus compañeros colaboren con la Justicia, al próximo informe de la UCO, a la próxima conversación de un ministro y tienen miedo a que los españoles hablemos. Especialmente las mujeres”, concluyó.

Montero la tiró con onda a la línea de flotación de un PP que “suprimirá la democracia interna” en su Congreso de julio. Aceptó el órdago feminista de Gamarra, retando a su grupo parlamentario a posicionarse de nuevo con la ley de abolición de la prostitución. “A ver qué votan”, añadió, mientras contraponía las diferencias entre Ferraz y Génova en la lucha contra la corrupción al recordar que los conservadores le pusieron “sueldo, chófer y coche oficial” a Luis Bárcenas.

Validando al juez Peinado

Del cara a cara con Montero, el PP pasó a la ofensiva también contra Yolanda Díaz, pero percutió con mayor virulencia en los rifirrafes programados con Félix Bolaños. No figuraba en el orden del día, pero todo apuntaba a que, pese a las reticencias iniciales, los conservadores colarían en el Pleno la petición del juez Peinado al Supremo para imputar al ministro de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes. Así ha sido.

Primero fue Miguel Tellado. El portavoz parlamentario del PP pasó de puntillas por el asunto, pero sus palabras dieron legitimidad a una exposición de motivos que ha nació con el rechazo prácticamente unánime de todos los actores políticos. Incluido el propio Partido Popular, cuyo presidente lo llegó a poner en cuarentena a la espera del pronunciamiento del Alto Tribunal. El gallego, salpicado presuntamente por grabaciones de la trama, le recordaba al ministro su confianza en “un tal Santos Cerdán”, al que calificó como un “militante ejemplar”. “Ahora el que está en apuros es usted, lo entendemos todo”, lanzó Tellado en alusión al escrito del instructor del caso Begoña. “Me siento corresponsable del logro de que la economía española sea la que más crezca. Hay cosas en las que no tengo ni la más mínima responsabilidad”, replicó el ministro, que evitó el cuerpo a cuerpo.

Hizo lo propio en su cara a cara con Cayetana Álvarez de Toledo, a quien le afeaba su defensa de los “privilegios de unos pocos” a costa de la “mayoría del país” mientras desde el Ejecutivo buscan una “alta calidad de vida” de las clases medias a costa del “unos pocos privilegiados”. La diputada conservadora entró al trapo y le auguró que acabaría dimitiendo por ser “el profanador máximo de la independencia judicial” y un “bulócrata reincidente”. El ministro, de nuevo, evitó el barro y se limitó a ironizar con que “ha mejorado su propia caricatura”. En cualquier caso, le instaba a que dejara pasar unos días para comprobar “cómo se aclara todo”.

Belarra eleva el choque con Moncloa

Por su parte, el Ejecutivo también tuvo que lidiar contra una combativa Ione Belarra. La líder de Podemos, desde el Grupo Mixto, quien cobija desde ya a la ex de Sumar-Compromís Águeda Micó. Cortita y al pie. Así fue la primera intervención de una Belarra que cuestiona la deriva "belicista" del Gobierno, en relación a su postura sobre el gasto militar, aunque la vicepresidenta primera se limitó a replicar que la agenda del Ejecutivo parte de la misma premisa que cuando los morados “participaban” de este: “Impulsar políticas progresistas para defender la mayoría social. Ni más ni menos”.

La vicepresidenta primera afeó a los morados que su deseo “parece” que es no ver “progresar a la izquierda” en España. Pero Belarra lo niega con la cabeza, antes de refrescar los mensajes que el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, intercambió con Donald Trump antes de que los filtrase el propio presidente de Estados Unidos. “Este es el mensaje que le mandó a su jefe. Ni 24 horas les ha durado la mentira. Van a firmar la mayor traición a la gente trabajadora desde que Zapatero aceptó las políticas austeras de Europa. Se van a comprometer a subir el gasto militar hasta el 5%. Será su foto de las Azores y les perseguirá toda la vida”, espetó la dirigente de Podemos.

Sin embargo, Montero replica con cierta sorna si su intervención se ha basado en un “guion preestablecido” porque España ha sido el único país del mundo “en mantener una posición de no incrementar” las partidas militares. “Debe ser la única persona que no se ha enterado de que este Gobierno, contra viento y marea y del conjunto de la comunidad internacional, ha mantenido una postura propia”, remachó.

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