Tras la caída del fiscal general del Estado con el fallo del Supremo, un 20N, una cumbre del G20 en Sudáfrica, una cumbre de la Unión Africana con la Unión Europea en Angola, un Consejo de Ministros que propuso a Teresa Peramato como sucesora de Álvaro García Ortiz y un 25N, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, aterrizó en el Congreso para protagonizar un nuevo cara a cara con Alberto Núñez Feijóo. El líder de la oposición que, por enésima vez, no tuvo una buena mañana parlamentaria, se enfrentó a un Sánchez rocoso que capoteó sus investidas airosamente y retrató la capacidad de locución del jefe de la oposición tras un lapsus que coincidió con el final de su turno de palabra del popular. El chiste no fue el contenido, sino la forma. Sánchez, que no dejó pasar la oportunidad, ha dicho que entre las virtudes del popular "no está la de ser un buen parlamentario". Tras las preguntas dirigidas al jefe del Gobierno durante la sesión de control, la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, ha relucido las incoherencias del lugarteniente de Juan Manuel Moreno Bonilla en la capital: Elías Bendodo.

A diferencia de las últimas semanas opacadas por el escándalo de las mascarillas en la diputación de Almería, el ex consejero de presidencia de la Junta de Andalucía ha retomado la oposición teledirigida desde San Telmo contra la ministra de Hacienda. Bendodo ha criticado a Montero y ha asegurado que “ha fracasado y seguirá fracasando” por no presentar unas nuevas cuentas y se ha vanagloriado de la posible caída del techo de gasto en la votación del próximo jueves en el Congreso, donde presumiblemente Junts votará en contra. Además, el diputado popular ha barruntado que “en Andalucía ya están echando de menos a Juan Espadas” y ha sostenido que las encuestas “le dan el peor resultado del PSOE” en dicha comunidad.

Por su parte, la candidata socialista para las próximas elecciones andaluzas ha afirmado que “cuando uno augura en todo momento derrotas del otro es porque no está seguro de su victoria”. Y es que, junto con la crisis sanitaria y los casos de corrupción, el crecimiento de Vox es el nuevo problema que se une a la lista, cada vez más pronunciada, de problemas para Moreno Bonilla. Su mayoría absoluta está en juego, y perderla, además de una posibilidad plausible, sería un auténtico fracaso. Por ello, el presidente de la Junta no ha querido adelantar las elecciones, como si lo hizo su colega María Guardiola en Extremadura. La vicepresidenta Montero ha calificado la intervención de Bendodo de “lamentable” tras dos malas semanas para el PP de Andalucía con el caso mascarillas y la trama SAS y ha suscrito las palabras del presidente: "La izquierda no pide ni permiso ni perdón para gobernar", ha dicho.

A Moreno Bonilla le siguen sin coger el teléfono

Montero se ha preguntado que “cómo es posible que Moreno Bonilla diga no enterarse de nada respecto al PP de Almería con las detenciones en la diputación” y “si les han cogido ya el teléfono (a Bendodo y Moreno Bonilla)” en referencia a la excusa del presidente andaluz sobre el escándalo en el núcleo monetario y electoral de la derecha popular. Al mismo tiempo que declara la guerra a Montero desde Madrid, el presidente del Partido Popular de Andalucía, de relativo bajo perfil para con los medios de comunicación, ha sostenido que “frente a la polarización, la vía andaluza y respeto al adversario” y ha asegurado que “Andalucía necesita mantener una mayoría de estabilidad para seguir avanzando”. Por su parte, el Partido Socialista de Andalucía, por boca de su portavoz, Francisco Cuenca, le exige al representado por Bendodo “claridad, transparencia y dar la cara” después de que haya reconocido el “menoscabo” de fondos públicos.

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