El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, debería saber marcar las distancias ideológicas que le separan de Vox. Algo de lo que parece incapaz, porque las exigencias del partido ultraderechista que contribuyó con sus votos a la formación del Gobierno municipal, podrían convertirse en amenazas ciertas para su continuidad.

El tuit que Martínez-Almeida publicó en su cuenta sobre el Holocausto decía: “El Holocausto fue la muestra de lo peor de lo que es capaz el ser humano. Recordamos a las víctimas para que jamás se repita semejante brutalidad, la ausencia de razón y humanidad”. Venía a cuento porque que acaba de cumplirse, este 27 de enero, el 76 aniversario de la liberación de Auschwitz. 

Pero, el mensaje del alcalde, que además está permanentemente condicionado por ser el portavoz oficial del Partido Popular, ha levantado ampollas en las redes sociales. Y no es para menos. Porque si está conduciendo las políticas de la capital en línea de la involución y el recorte de libertades que creíamos consolidadas, las presiones de Vox no pueden ser ajenas.

El consistorio madrileño se está poniendo a la cabeza de una política regresiva en asuntos de Memoria, en una defensa tácita pero eficaz del franquismo. La llegada del PP y sus socios, Ciudadanos y, en la sombra, Vox, ya paralizó el cambio de la nomenclatura del callejero que inició el ayuntamiento de Manuela Carmena de acuerdo con la Ley de Memoria Histórica. Ya en su día, la derecha se había opuesto a esta sustitución.  Pero, con Martínez-Almeida, la acción municipal del PP ha ido más allá de lo imaginable, retirando el memorial a las víctimas del franquismo en el cementerio de la Almudena, incluidos los versos de Miguel Hernández que encabezaban el homenaje.

El argumento del Ayuntamiento fue tan hipócrita como falaz, al asegurar que se trataba de “unificar el reconocimiento de las víctimas de ambos bandos”. No se podía esperar otra cosa de una coalición a la que Vox, aprieta lo que puede. Nada más llegar al Congreso presentó una proposición de ley para derogar la Ley de Memoria que considera “un texto liberticida”. 

En su avance hacia la recuperación de un pasado muy oscuro y de acuerdo con la moción presentada en pleno por Javier Ortega Smith, portavoz de la ultraderecha, el alcalde Martínez-Almeida dio orden de retirar de las calles madrileñas cualquier recuerdo referido a los históricos socialistas Francisco Largo Caballero e Indalecio Prieto. 

La última acción de este comando de la España siniestra que creíamos superada y que tiene sede en la Casa de la Villa, ha sido la orden de borrar un mural en el barrio de Ciudad Lineal, que representa a 15 mujeres defensoras de la igualdad. La indignación de los vecinos ha frenado el intento. El alcalde de Madrid es un recordatorio continuo del riesgo que supone ceder ante los cantos de sirena de las ideologías fascistas para no perder el poder. Porque sin el respaldo de los concejales de Vox, Martínez-Almeida no dispondría de mayoría suficiente para seguir gobernando.